Capítulo 6: Pesadillas y canciones de cuna

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Frisk se escondió ligeramente detrás de Papyrus cuando el grupo de monstruos sentados al otro lado de la habitación le comenzó a lanzar miradas amenazadoras. La más audaz de ellas, fue la de Undyne. Ella estaba sentada en el sofá gastado, con la barbilla apoyada en los puños apretados, miraba a Frisk como si estuviera imaginando que podía perforarle un agujero en la cabeza con solo sus ojos. El perro monstruo que había bloqueado a Frisk en su escape, también le disparó un gruñido particularmente desagradable girando una daga dentada sugestivamente entre sus dedos. Frisk tragó saliva mientras continuaba ocultándose, y Papyrus solo sonrió al grupo, ajeno a las siniestras amenazas que los monstruos lanzaban a través de sus fulminantes ojos. Pronto, Sans reapareció desde arriba, aparentemente terminado con cualquier asunto que Asgore tuviera que discutir con él. Miró al grupo desde el otro lado de la habitación antes de continuar hacia su hermano.

"Oye Paps, ¿te importaría hablar conmigo un momento?" Le preguntó, señalando a su hermano que lo siguiera de cerca.

"POR SUPUESTO, NO HAY PROBLEMA, HERMANO". Papyrus respondió con entusiasmo.

Luego se giró rápidamente hacia Frisk, ella casi lo había alcanzado con brazo para agarrar al esqueleto por el cinturón, temerosa, quería que la protegiera del espantoso aluvión de monstruos siniestros que se encontraban a solo unos metros.

"NO TE PREOCUPES PEQUEÑA HUMANA". Dijo Papyrus sonriente. "NO TARDARÉ EN VOLVER. ¡PUEDE UTILIZAR ESTE TIEMPO PARA CONOCER A TUS NUEVOS COLABORADORES! ESTOY SEGURO DE QUE SE CONVERTIRAN EN AMIGOS MUY CERCANOS EN MUY POCO TIEMPO."

Frisk sintió que el corazón se le hundía cuando Papyrus siguió a su hermano. Apenas se atrevió a mirar de nuevo al grupo de monstruos. La atmósfera definitivamente se había vuelto más mortal una vez que la presencia protectora de Papyrus ya no estaba situada frente a ella. Frisk permaneció inmóvil, comenzaba a sentirse como un ratón arrinconado cuando el ojo amarillo de Undyne se dilató, enfocándose en Frisk. Le dirigía una sonrisa llena de odio, arrastrando un dedo con garras lentamente por su garganta. Frisk se puso rígida, entendiendo completamente el gesto. ¿En qué demonios se había metido? Pronto Papyrus y Sans regresaron de su discusión, y Frisk casi se desmaya del alivio.

"¿Listo para llevar a la chica a su casa Paps?" Preguntó Sans.

"¡DEFINITIVAMENTE, HERMANO!" Respondió Papyrus y, para sorpresa de Frisk, sonó aún más alegre de lo habitual.

Se preguntó qué lo había puesto de tan buen humor. Luego este se acercó a Frisk, y su enérgica disposición adquirió uno más bien tímido.

"UM... ¿HUMANO?". Comenzó a tambalearse de un lado a otro ligeramente con el saco de lona en las manos.

"Oh."

Casi se había olvidado de la bolsa.

"SE QUE NO TE GUSTA...PERO TE ASEGURO, NO TENDRÁS QUE USARLO TODO EL TIEMPO, SOLO CUANDO TE LLEVEMOS A LUGARES DE LOS QUE NO PUEDES CONOCER SU UBICACIÓN". Dijo en tanto su jovial actitud volvía.

Sans observó despreocupadamente por encima de su hombro cómo Papyrus trataba de tranquilizar a la chica, para su sorpresa, parecía funcionar. La niña dejó escapar un pequeño suspiro, antes de inclinar la cabeza hacia delante y permitir que Papyrus coloque el saco cuidadosamente sobre su rostro. Luego le permitió tomar una de sus manos y llevarla hacia la puerta.

Los tres volvieron al sedán negro, esta vez sin luchar. Frisk ni siquiera trató de prestar atención a las direcciones en las que Papyrus conducía, puesto que todo lo que le preocupaba, era regresar a su departamento para un descanso muy necesario. La idea de abrigarse en los edredones y las mantas de su colchón frente a su estufa caliente, hizo que su corazón latiera alegremente. De repente, el auto se detuvo mucho antes de lo que Frisk había anticipado. Que extraño, ¿Papyrus había tomado acaso una ruta más directa? De nuevo, Frisk oyó que Papyrus apagaba el motor y abrirle la puerta. Luego sintió cómo la sacaban del asiento trasero.

Buena Comida, Buenos Amigos, Malas RisasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora