Cuando el auto se detuvo, Frisk fue llevada por el mismo camino que conocía hacia el almacén de Pansies. Sans tenía su mano colocada en la espalda de Frisk para asegurarla mientras la guiaba. Ella notó que la experiencia fue exactamente la misma que la primera vez que había ido a ese lugar, la atmósfera era fría y poco acogedora, a diferencia de la cálida y acogedora que acababa de dejar en Grillby's. Frisk hizo una mueca ante el recuerdo reciente. Era una tonta al pensar que podría pertenecer allí, que había sido aceptada por los monstruos. Ella sabía nunca sería nada más que una extraña. A la primera señal de problemas, supo que cortarían por completo los lazos con ella. Todo por solo ser una humana. Pronto el áspero suelo de hormigón se convirtió en tablas de madera bajo los pies de Frisk cuando ella entró en el edificio. Luego la llevaron por la escalera misma escalera de aquella vez y por el pasillo hasta la oficina de Asgore, antes de que le quitaran la venda. Undyne entró primero a la oficina después de tocar brevemente la gran puerta de madera, para explicarle la situación a Asgore antes de que Mettaton o Frisk tuvieran la oportunidad de volver a contar su propio lado de la historia. A pesar de que Frisk ya no tenía los ojos vendados, Sans mantuvo su mano sobre su espalda. También se aseguró de posicionarse entre Frisk y el Robot, y continuó viéndolo con la mirada entrecerrada. Nervioso, este evitó el contacto visual con él, fingiendo que no le importaba.
Unos momentos más tarde, Undyne volvió a salir de la oficina e hizo un gesto a Sans para que guiara a Frisk a través de la puerta. Mettaton lo siguió de cerca.
Asgore estaba parado regiamente detrás de su gran escritorio. Se encontraba de espaldas esperando al grupo. Undyne y Sans se pararon respetuosamente detrás de sus respectivos encargos, Mettaton y Frisk. Después de unos momentos de silencio, Asgore se dio la vuelta lentamente para mirar a los dos individuos. Sus ojos color miel ahora eran fríos y penetrantes, toda amabilidad o indicios de una naturaleza gentil que Frisk había visto antes había sido completamente apagada.
"¿Cuál es el problema?" Exigió mirando a Mettaton.
Mettaton se aclaró brevemente la garganta, antes de enderezar su postura y encontrarse con la poderosa mirada de Asgore con su propia mirada sincera y segura.
"Asgore, lo más respetable que puedo hacer, es advertirle que el Currier que has contratado no es quien dice ser". Comenzó. "Ella no es más que una estafadora y una ladrona. La contraté yo mismo para hacer un intercambio hace unos meses, y se robó las ganancias para sí misma." Concluyó su acusación lanzándole a Frisk una mirada arrogante.
Frisk frunció el ceño al robot mientras se preparaba para arremeter contra él, pero se detuvo cuando escuchó a Sans aclararse la garganta detrás de ella, advirtiéndole que no hiciera nada estúpido. De mala gana, ella retrocedió y permaneció en su asiento.
"La contraté para un cliente mío muy importante en mi casino, uno de mis invitados habituales". Mettaton continuó. "Me dijo que necesitaba un contacto, alguien que pudiera hacer un simple recado para él y, naturalmente, siendo el amable anfitrión que soy, no podía negarme a encontrarle uno". Dijo. "Al principio me engañó su reputación y le di el trabajo, pero cuando me devolvió el dinero, ¡faltaban al menos 100 G del pago, que tuve que sacar de mi bolsillo!" Concluyó con un lamento dramático.
Sans puso los ojos en blanco ante la patética exhibición. ¿Todas estas tonterías por unos miserables 100 G? Sans sabía a ciencia cierta que el robot se había sonado la nariz con pañuelos que habían costado más que eso. Cuando Mettaton terminó de relatar su trágica historia, Asgore desvió su mirada hacia Frisk.
"¿Esto es cierto?" Le preguntó.
Frisk se enfrentó la mirada calculadora de Asgore.
"En su mayor parte". Ella comenzó, y Sans giró la cabeza hacia ella en estado de shock. ¿Estaba tratando de meterse en problemas? "Excepto por un detalle que convenientemente omitió". Terminó.
ESTÁS LEYENDO
Buena Comida, Buenos Amigos, Malas Risas
Hayran KurguLas calles estaban tranquilas en Undercity, apenas había amanecido. El cielo que se iluminaba lentamente arrojando mechones naranjas y rosas sobre los adoquines, manchando los cristales de la ventana de una ciudad dormida, la señal que revelaba el a...