Un sueño, un restaurante y dos amantes.

La graduación.

Capítulo 1:

Y aquí comienza todo, en mi ceremonia de grado.

No puedo creer que por fin, después de 3 años de pasar la noche horneando macarons, deshuesando pavos, preparando lasañas y las benditas decoraciones para un pastel de bodas logré graduarme.

El chef Carlos me entrega mi título y mientras me da un abrazo de felicitación susurra en mi oído.

-"Espero estés considerando mi oferta y te animes a trabajar en el ristorante tanino"

Le entrego una sonrisa nerviosa como respuesta y para ser sincera si había pensado demasiado en trabajar allí, pero... siempre hay un maldito pero. El restaurante del chef se encontraba en Italia y por muy tentador que sonara pasar un tiempo en Europa, trabajar, viajar en góndola, disfrutar de la maravillosa Venecia y completar mi experiencia laboral en el tremendo restaurante Tanino lo cual obviamente me ayudaría bastante a sobresalir como una chef profesional y de a poquito darme a conocer en el mundo de la gastronomía; temía abandonar a mi familia y amigos.

Suspiré y divisé a mis padres con la cámara en mano, a mi hermana y a Liz, la mejor amiga que pueda alguien tener. Bajé del escenario y me acerqué a ellos, quienes no dudaron en llenarme de abrazos y buenos deseos.

-¿Por qué esa cara, Amelia?- Me preguntó Liz en tono de regaño e inmediatamente fingí una sonrisa.

-El chef Carlos quiere que trabaje con él, está esperando mi respuesta.-

-¿Y qué esperas para aceptar? No entiendo por qué lo piensas tanto, es la oportunidad que cualquiera de tus compañeros desearían tener, tienes que arriesgarte una vez en tu vida y dejar de pensar en lo demás, sólo en ti.-

-Amo a mi familia y también te amo a ti. Tengo miedo de irme y dejarlo todo atrás, lo sabes, tengo miedo de que se olviden de mí.- Le respondí.

Liz me golpeó en el hombro, logrando hacer que me tambaleara y por poco caer.

-Pero también amas la cocina y te mereces todo eso que el chef Carlos te ofrece, eres una maravillosa persona, ¿Cómo alguien podría olvidarte?

-¿De qué tanto hablan, niñas? Interrumpió mi padre con su máxima expresión de orgullo en su rostro.

-Amelia se va para Italia. Soltó Liz de repente.

-¡¿Qué?! Escuche a mi madre gritar y observé como a mi padre se le entristecía el rostro.

-No es nada serio aún, el chef Carlos me propuso trabajar en su restaurante pero aún no he aceptado.

-¿Y quieres aceptar? ¿Te haría feliz? Preguntó mi padre.

-Por supuesto que no irá a ningún lado. Dijo mi madre con un tono orgulloso.

-Sería el mejor comienzo para lograr mi sueño, sería agarrar el camino correcto.

-Entonces está decidido, tienes mi apoyo.- Me dijo mi padre mientras me daba un abrazo.

-¿Te has vuelto loco? ¿Cómo le dices eso? ¿Acaso no la amas?, claro como no la llevaste nueve meses en tu vientre, como no sufriste los dolores de antes y después del parto. ¿Qué es para ti que tu hija se vaya? Decía mi madre enfurecida. ¡Amelia! Gritó llamando mi atención y la de varios curiosos alrededor. Prométeme que no te irás, no quiero que te vayas.

-¡Basta! Deja de ser tan dramática, considero que Amelia ya está lo suficientemente grandecita como para decidir qué hacer con su vida y si ese es sueño, nuestro deber es ayudarla y hacérselo más fácil, no complicarle las cosas. Basta de tu egoísmo.- Mi madre se quedó callada y me miró una vez para luego abrazarme.