Entre cócteles.

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Capitulo 4:

Ya llevaba una semana en Italia y aún no me acostumbraba a las horribles clases de italiano y extrañaba demasiado a mi familia, a pesar que hablaba con ellos a diario. Hacia video llamada con Matt y Liz todas las noches y ellos alegraban mi día, ya que trabajar en Tanino tampoco era lo que esperaba aunque con Elena y Abel no todo era tan malo.
Me levanto a las 7:00 am para salir casi a las 8:00 porque Pablo ya me estaba esperando abajo. Me desayuno y agarro mi morral con una agenda, y salgo corriendo para subirme al ascensor.
Maximiliano estaba adentro y con ropa de hacer de deporte.
-Buenos días, chef. Saludocon una sonrisa estupida a pesar de saber que no contestaría.
- No intentes simpatizar conmigo, no me interesa tener ningún tipo de relación con las parejas de mi padre.- Dice mirando al frente y yo lo miro a la cara, notando las pecas que tenía en su rostro y los azules que eran sus ojos.
- No soy la pareja de tu padre.- Susurro casi para mí misma.
-¿Ah no?- Pregunta con notable sarcasmo.
- No.
-Qué raro porque mi papá me lo dijo súper claro. "Amelia es mi chica"
Intenté ignorar las náuseas que me provocó eso "su chica." Jamás he sido suya y jamás lo seré.
El ascensor llegó a la recepción y me fui con Pablo, ignorando por completo a la persona que quedaba detrás.

La clase de italiano fue más complicada de lo que esperaba y mi profesora casi sufre de un ataque porque no me concentraba, me estaba durmiendo y no le entendía.
Mi profesora no hablaba nada de español, su voz me adormilaba y la enorme verruga en su nariz me impedía concentrarme en sus palabras. Pero sin embargo los últimos 20 minutos logré prestar un poco de atención.
A las 10:00 am ya estaba Pablo esperando por mí. Le pido que me lleve a la plaza de San Marcos que muero por conocerla y este saca su teléfono para marcarle a alguien.
-Hola Carlos, a Amelia le apetece ir a la plaza de San Marcos. Si. Bueno. Correcto, ya te la paso. Ten.-Lo miro furiosa y agarro el teléfono.
-Aló.
-¿Qué vas a hacer allí?
-Quiero conocer.
- Te recuerdo princesa que eres mía y si sales con alguien, ese alguien puede terminar muy mal.
-Bueno.
-¿Qué tal va el trabajo? ¿Qué platos has preparado?
- No te interesa.- Le paso el teléfono a Pablo porque no quería aguantarme al desgraciado de Carlos.
-Sí señor, yo estaré con ella. Hasta luego.
Pablo me lleva a la plaza de San Marcos y decide estar a mi lado todo el tiempo. Como algo por ahí, tomo unas cuantas fotos que más tarde les pasaré a mis papás y le pido que me lleve al apartamento.
Pablo no se fue hasta que yo no entré.
No me apeteció agarrar el ascensor y decidí subir las escaleras. Al 5 piso me sentía muy cansada y me senté en el suelo. Esperé 10 minutos y logré llegar al octavo.
Hice mi almuerzo y deje de más para la cena, me bañe y estuve lista para cuando llegó Pablo de nuevo.
Llego por fin al restaurante pero hoy no me siento muy bien de ánimo así que paso de hablar con Pablo, con Elena, y con Abel.
Voy directo a lavar los baños y estar sola. Estoy en el primer cubículo del baño para hombres cuando escucho que alguien entra con una voz muy molesta y cerrando la puerta muy fuerte.
-Sono stanco di te. Dei tuoi combattimenti e della tua gelosia. (Estoy cansado de ti, de tus peleas y tus celos)
Intento asomar la cabeza por encima de la puerta pero es muy alta y no alcanzo. Entonces decido subirme al retrete pero soy tan inteligente que no baje la tapa y termine con un pie adentro. Inmediatamente abrieron la puerta y Maximiliano me vio sacando mi pie del inodoro.
-Parliamo dopo.(Hablamos luego).- Dice entre risas y cuelga. Se ve hermoso con una sonrisa en su cara, sus ojitos se achinan y brillan, además de sus dientes que están todos derechos y preciosos. Me embobo mirándolo porque si antes pensaba que era divino y solo conocía su cara de amargado, ahora viéndolo así estaba convencida que este hombre tenía que ser una especie de ángel.
Y otra vez el universo me escuchó y su semblante cambió a su carita de amargado.
-¿Estabas tratando de espiar la conversación?-
- No, ¿cómo crees?.-Rio nerviosa y agrego.-Además ni siquiera se hablar italiano.- No estaba mintiendo del todo, si quería chismosear un poco pero pues ¿Quién no? Casi acaban con la puerta cuando entraron casi gritando.
-¿Cómo llegó tu pie ahí?- Me pregunta alzando una ceja.
Y me quedo en silencio, tratando de maquinear bien la respuesta. Entonces lo escucho reír muy fuerte.
-Mejor olvídalo y trata de limpiar sin espiar a nadie.- Me dice con una pizca de diversión aún y se va, dejándome con las palabras en la punta de mi lengua.
Después de eso todas las malas vibras se fueron y me sentía de muy buen humor.
Me dirigí a lavar los platos y tatareaba una canción. Crucé miradas con Maximiliano más de una vez y él volteaba rápidamente y me sentía feliz. Que el chico guapo te prestara un poco de atención pone a cualquiera de muy buen humor.
-Eh pillina, echándole ojo al chef.- Me dice Elena al finalizar la jornada y no pude evitar sonrojarme.
-Por supuesto que no.
-Ya te vi, sin vergüenza. Además no te culpo, el condenado está como caído del cielo, a mí personalmente me pone muy nerviosa su presencia.- Y no pude evitar soltar unas cuantas carcajadas.
-¿De qué se ríen?- Pregunta Abel entrando a la cocina.
-De que el chef está como para comérselo entero y chuparse los dedos.-Suelta Elena y no pude evitar reír más.- Abel puso sus ojos en blanco.
-Que no se te olvide que está comprometido.-
Y así de rápido mi risa cesó. Era muy bueno para ser real. Tremendo ángel caído del cielo, debía ser gay o estar comprometido. Esas eran las normas y mi suerte en el amor.
- Amelia, ya llegué.-Escuché que gritaron desde la entrada. Me despido de los chicos y salgo. Echo un ojo a ver si está el chef por ahí pero no lo logré ver y me fui sin más.

Un sueño, un restaurante y dos amantes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora