Compromisos.

71 12 7
                                    

Capitulo 5:

Sonó mi alarma.

Gracias al cielo no tenía resaca.

Me bañé, vestí y me hice un rico desayuno con un gran pocillo lleno de café. Si pensaba ir a las clases de italiano necesitaría una buena dosis de cafeína en mi cuerpo.

Miro la hora y decido bajar a esperar a Pablo abajo. Las puertas del ascensor se abrieron y en seguida me arrepiento de no haber bajado por las escaleras. Les miré las caras, luego sus manos abrazadas y sentí un pinchazo en el corazón. La rubia se me quedó viendo raro y miró a Maximiliano. Entré y no emití ni una sola palabra. Llegamos a recepción y fui la primera en salir de ese ascensor. Pablo me estaba esperando. Camine súper rápido hacía el y cogí su mano llevándolo a la salida, ni siquiera permití que saludara a Max.

-Hey, ¿Qué tanto es el afán?

-Me muero de ganas por aprender italiano.- Pablo se rió

-Ya, cuéntame que te pasa.

-Quería salir de ese edificio.

-Nunca quieres estar allí.

-Cualquier lugar es mejor que eso. Me siento encarcelada.

-Después de tu clase podemos dar un paseo si quieres. Pero muy corto porque Carlos estaba que me mataba anoche por no contestar y dejarte quedar más tiempo en el restaurante sin avisarle. Me dice sonriendo.

-Perdona por haberte causado problemas. Él alza los hombros como respuesta.- Si, enséñame un poco Venecia hoy.

Pablo solo asintió.

Me dejó en clases y se fue. La maestra no dejaba de regañarme y gritar palabreríos en italiano. Pero hoy más que nunca me costaba prestarle atención, en mi cabeza sólo tenía la imagen de Maximiliano con su prometida. Y los sonidos de sus labios besarse en frente mío tan descaradamente.

Las dos horas pasaron tan rápido que ya tenía a Pablo esperando por mí.
-¿Cómo te fue hoy?
-Bien, supongo.
-¿Qué aprendiste? Practica conmigo.
-¿Desde hace cuánto conoces a Maximiliano?
-¿A qué viene eso?
-Curiosidad.
-Lo conozco hace como 5 años, estaba viajando hacia Roma y él igual.
-¿Y conoces a su prometida?
-¿Camile? Si, pues más o menos. Ella me odia.
-¿Por qué?
-Porque soy un muerto de hambre, aprovechado según ella.
-¿Por qué dice eso? Lo miré extrañada.
-Porque Maximiliano no puede ser amigo de pobres. Y en ese entonces, de verdad que no tenía nada.
-¿Cuándo se casan?
-Dentro de dos meses.
De nuevo ese pinchazo en mi corazón.
-Conozco esa cara y más te vale no te fijes en él. Es un buen hombre, pero está enamorado de la arpía y no vale la pena que sufras.-Fingí una risa.
-¿Qué? No, por supuesto que no. No estoy interesada en él.
Pablo dio varias vueltas por ahí en el carro, dijo los nombres de varios lugares y me conto un poco de la historia. Después me dejó en el apartamento.
-Te recojo a las 12:30, nos vemos.
Iba saliendo del ascensor cuando lo vi sentado al pie de la puerta del apartamento.
-¿Qué haces ahí, Max? Disculpa, Maximiliano.- Me golpee la frente.- Quise decir chef.
Él apenas me escucho se levantó y me sonrió.
-Ni chef, ni Maximiliano. Me puedes decir Max, si así quieres. Pero chef si debes de decirme en el restaurante.- Puse los ojos en blanco, estaba muy molesta.
-¿Qué haces aquí?
-Quería hablar contigo.
-Nos íbamos a ver dentro de un rato en el trabajo, además no creo que tengamos nada que hablar.
-Quería hablar sin espectadores y no podía esperar, ¿Puedo pasar?
Abro la puerta y lo dejo entrar. Max se acomoda en el sofá y me invita a sentarme a su lado.
-Dime.
-Estaba pensando en lo de anoche.
-¿Qué?
- Quiero disculparme por mis actitudes contigo, por cómo te traté.
Me miraba a los ojos, diciéndome lo arrepentido que se sentía.
- No deberías estar aquí.
- ¿Quieres que me vaya?
- Tu papá dijo que no quería a nadie acá dentro, y que me quería lejos de ti.
- Y mi papá se puede ir al infierno. ¿Te preparo algo para almorzar? Lo miré con los ojos abiertos.
- Quiero que aceptes mis disculpas como es debido.
-Solo si me dejas ayudarte. Max sonrió y accedió.

-¡Qué pésima manera de cortar el tómate! Así nunca te dejaría cocinar en Tanino. Comentó riendo y se posicionó detrás de mí, colocó su mano sobre la mía e iba cortando el tómate. Yo estaba sudando, su cercanía, su olor, su boca tan cerca de mi oído me ponían muy nerviosa y ansiosa.
-Entonces no fue sólo el cóctel, de verdad te afecta que te hable al oído.- me susurra Max.
Me separo de él y lo golpeo en el hombro.
Me alejo para buscar la pasta porque estábamos haciendo lasaña.
Logro ver el paquete en el estante de arriba, me puse en punticas y logro rozar la bolsa. Max me agarra de la cintura y me alza un poco para que lograra atraparla. Me baja y me doy vuelta, él quedó en frente mío, si alzo mi rostro quedaríamos en una posición muy comprometedora. Entonces Max como si leyera mis pensamientos levanta mi rostro y sus hermosos ojos azules me evalúan toda. Mira mis ojos, mis nariz, mis mejillas y me va acariciando cada lugar donde sus ojos se van posando.
-Eres hermosa.- dice y continúa hasta que llega a mis labios, su pulgar acaricia mi labio inferior y logra hacer que mi boca se abra un poco. Él suspira y yo cierro mis ojos. Espero y espero hasta que siento que se aleja de mí y abro mis ojos.
-Estoy comprometido.-
-Voy a cocinar la pasta.- Digo mientras nerviosa me alejo de él y trato de calmar mi corazón.
Max se dedicó a preparar la carne y juntos terminamos de hacer la lasaña, sin mirarnos, sin tocarnos y sin mencionar una sola palabra.
Puse una película mientras la lasaña estaba. Él se sentó en una esquina del sofá y yo en la otra. Ridículo. Totalmente ridículo.
-Iré a ver la lasaña.- Suelta por fin rompiendo con el silencio y yo solo asiento.
-Ya estuvo.- Grita al rato y me levanto para ayudarle a servir.
Nos sentamos en el comedor y él se sienta al lado mío y vuelve a reinar el silencio.
-Oye.- Me dice, rompiendo el silencio por segunda vez.
-Dime.- contesto y lo volteo a ver.
Estiró su pulgar y lo pasó por mi boca, luego lo llevó a la suya.
-Tenías salsa.- Y concentro su mirada en su plato nuevamente.
Mi corazón estaba acelerado, ningún hombre había provocado tanto en mí antes. Quería besarlo, moría por juntar nuestros labios pero la palabra "comprometido" llegaba a mi cabeza y abandone todo impulso de idiotez.
-Es tu turno de lavar los platos. Yo los lavo todos los días.- Max se ríe e hice que se atorara.
-Claro, es mi turno. Pero por lo menos deberías ayudarme a secar los platos.-
Y así lo hicimos, hasta que mi teléfono sonó y Max me miró interesado.
-¿Aló?
- Amelia, soy Pablo. Te estoy esperando desde hace rato.
-Ay. Si, ya bajo.- Colgué y vi la hora y Max también. Faltaban 10 min para la 1.
-Voy tarde a mi trabajo, espero mi jefe gruñón entienda y no me quiera matar hoy.
-Tal vez tu jefe hoy esté de buen genio.- Dice sonriendo, mientras yo me derrito por dentro. Salimos del apartamento y le di un pequeño beso en la mejilla, me di vuelta para irme y agarró mi mano y me dio un beso él en mi mejilla.
-Nos vemos más tarde.- Se despidió y mi rostro estaba con un tomate así que bajé rápidamente antes que lo notara para encontrarme con Pablo.
-¿Ahora por qué estás tan feliz?- Me pregunta Pablo apenas lo veo.
-Almorcé lasaña.

Llegué a Tanino y me puse a organizar mesas. Miraba a la puerta como una loca maniática a cada instante y miraba la hora. 1:50 y Max aún no llegaba, él nunca llegaba tarde.  Dicho esto escucho la puerta abrirse, Max entro directo a la cocina y no me miró en ningún instante, ni siquiera se fijó si estaba ahí.
Max estaba de mal humor, gritaba órdenes a todo el mundo y hacía que todos se volvieran locos.
Volvió a probar la comida de todos pero esta vez no dijo ningún mal comentario, según lo que yo entendía porque todos ponían caras de alegría después de oírlo. Y así pasó el día, Max no estuvo de buen humor en ningún instante, ni siquiera yo fui la excepción. Había dejado una cuchara un poco sucia y el cliente la devolvió. Max se enfureció.
-Merda. Come é possibile? (Mierda, ¿Cómo es posible?)-Gritó y me miró muy furioso.
-Solo tienes que lavar los platos y lo haces mal. Volvió a gritar y ahora en español. Me miró a los ojos y al instante se calmó.
Odiaba que me gritaran y no esperaba eso de él. Mis ojos picaban por las lágrimas que amenazaban por salir. Me di vuelta y seguí lavando los platos. El resto de la noche Max estuvo más calmado.
Ya todos se habían ido y Pablo aún no llegaba. Saqué mi celular dispuesta a llamarlo.
-Yo te llevo a la casa.
- No, gracias.
-Pablo no vendrá.
-¿Por qué? Pregunte confundida.
- Su hija se enfermó y tuvo que llevarla a urgencias.
Accedí a que Maximiliano me llevara y apenas me subí llame a Pablo, quería saber cómo estaba su hija y también para evitar hablar con Max.
-Hola Amelia, Max quedó en llevarte, me surgió un problema.
-Sí, Pablo. Llamaba para saber si necesitas algo, si Mariana está bien.
-Ya se encuentra mejor, le aplicaron una inyección. Gracias por preocuparte, Amelia. Te dejo que debo reclamar los exámenes. Y me colgó.
Guardé el celular y miré por la ventana.
-Discúlpame por gritarte.
- No tengo nada que disculpar, ya sé cómo tratas a tus empleados.
-Amelia, ese restaurante está calificado como el mejor en Venecia. Si lo arruino, sería darle la razón a mi padre sobre todo lo que dice de mí y lo equivocada que estaba mi madre al hacer que lo pusiera a mi nombre.
-¿Dónde está tu mamá? Pregunté tímida.
-Falleció hace 4 años.
-Lo siento.-Dije mientras me golpeaba mentalmente por ser tan chismosa.
-¿Por qué estuviste tan amargado? pensé que mi jefe iba a estar de buen humor.-Max me miró y me regaló una sonrisa.
-Y de verdad que estaba de buen humor.
-¿Entonces?- Lo anime a que me contara.
-Camile, mi prometida. Cuando subí a mi apartamento estaba allá, al parecer mientras yo te esperaba, ella me esperaba.- Me confesó mirando al frente.
-Me imagino que estaba muy furiosa por tener que esperarte casi 3 horas.
-Estaba más furiosa por el hecho de que la había invitado a almorzar.
Y me sentí mal, ella lo estaba esperando mientras él estaba en mi apartamento, cocinando conmigo y coqueteándonos descaradamente.
-Lo siento- susurré.
-No, Am. No tienes por qué, yo quería estar contigo y fue mi culpa.
Me quede callada el resto del viaje hasta que llegamos al edificio y subimos al ascensor.
No sé si era yo, el espacio reducido o su presencia pero tenía mucho calor y mis mejillas ardían. Max me hizo voltear a mirarlo cuando las puertas del ascensor se abrieron en mi piso. Él se bajó junto conmigo.
-¿Qué haces? Tú vives más arriba.
-Me aseguro de que llegues sana y salva a tu casa.
-No es necesario.-Insistí pero Max me ignoró y me acompañó.
Abrí la puerta y Max rápidamente entró.
-¿Nos terminamos de ver la película? Me pidió sentándose en el sofá.
La puse y me senté a su lado, cambió de posición y se acostó con su cabeza en mis piernas. Me tomé el atrevimiento de acariciar su cabello negro y él se me quedó mirando.
-¿Qué haces?
-Me encanta tu cabello.- Confesé tímida.
-A mí me encanta tu boca.-Sonreí y pase mis dedos por cada una de las pecas debajo de sus ojos.
-Me encantan tus pecas.
-Me encanta tu sonrisa y escucharte reír.
Me sonrojé.
-Me encanta el azul de tus ojos.
-Me encanta cuando te sonrojas.
Me sonrojé aún más y él se levantó, pegó su frente contra la mía.
- No sé por qué estoy haciendo todo esto, pero debo parar. Estoy comprometido y amo a Camile.
Me separé de él y me fui al cuarto. Escuche como apagaba el televisor y escuché sus pasos hacia la salida. Me dispuse a quitarme la ropa y buscar mi pijama, pero tocaron la puerta de mi habitación.
-¡Vete! Dije y fue en vano porque no le había pasado seguro a la puerta y el entró.
-¡Te dije que te fueras! Grité.
Max me miró de arriba a abajo y sólo traía mi ropa interior.
- No me mires.
-Perdón. Dijo e inmediatamente cerró la puerta.
Me termine de vestir y abrí, él estaba ahí.
-Lo lamento, no debí entrar. Sólo quería despedirme y disculparme.
-¿Disculparte de qué?
-Por permitir que los momentos de la tarde y los de ahora sucedieran.
Y de nuevo ese puto pinchazo en mi corazón.
- No hay problema, Max. Sé aceptar cuando no están interesados en mí y sé dónde no debo meterme.
-Ese es el problema, me interesas más de lo que deberías.
-Estás comprometido y yo no quiero ser la causante de cancelar una boda que muy seguramente ya habrán repartido las invitaciones.
-Aún no.
-A mí me conoces de hace poco, a ella desde hace tiempo y basta, si la amas a ella deja de buscarme.
Max sólo se resignó y se fue. Dejándome con la esperanza de un único beso y con varios pinchazos en mi corazón.

NOTA de autora:
Hola, les dejo este capítulo y espero de corazón algún comentario y/o voto para motivarme y seguir escribiendo y publicando. No había vuelto a subir porque tuve que irme de viaje pero aquí estoy de nuevo :) gracias a las personitas que me han comentado



Un sueño, un restaurante y dos amantes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora