JUSTICIA POÉTICA

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Daenerys quitó ambos pies de los estribos de su montura y aprovechó para extender sus piernas entumecidas

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Daenerys quitó ambos pies de los estribos de su montura y aprovechó para extender sus piernas entumecidas. No había vuelto a montar a caballo desde que había tomado la costumbre de desplazarse a lomos de dragón y, a pesar de haberse convertido en una jineta muy hábil, se había desacostumbrado a las largas travesías a caballo.

La reina contempló el paisaje a su alrededor. Siempre había imaginado el norte como un lugar frío y lúgubre y se sorprendió al realizar que tenía razón solo en parte: podía sentir el frío punzante colarse hasta sus huesos y penetrar en sus pulmones con cada respiración, pero el paisaje a su alrededor no tenía nada de lúgubre, sino que ostentaba con sus picos nevados, sus tupidos bosques y gélidos arroyos una belleza fría y salvaje, la misma que había encontrado en Jon Snow al contemplar sus insondables ojos grises por primera vez.

Daenerys dirigió una mirada furtiva al hombre que cabalgaba a su lado. Su cabello negro azabache semi recogido, el ceño ligeramente fruncido y la mirada dirigida hacia el horizonte con expresión austera. Ciertamente su apellido no se condecía en nada con su aspecto. No había rastros del bastardo de Invernalia en el rey que ahora cabalgaba a su lado.

Sus miradas se cruzaron por un instante y una tímida, pero cálida sonrisa hizo que las austeras facciones del rey en el norte se suavizaran y que el corazón de Daenerys se detuviera.

Era la primera vez que un hombre tenía tanto poder sobre ella.

Lo había comprendido en Guardaoriente, cuando por horas interminables lo había creído muerto. Aún sentía sobre su pecho el peso de la agónica espera, de la esperanza que iba extinguiéndose lentamente cada vez que alguno de sus consejeros le repetía que era hora de marcharse... que ya no había esperanza.

Había luchado con todas sus fuerzas para no caer a la merced de esos sentimientos. Para mantener su compostura real. Para no mostrar la vulnerabilidad que sentía cada vez que el rey en el norte la miraba a los ojos.

Pero finalmente una noche había perdido la batalla.

Por primera vez en su vida estaba enamorada, y eso la aterraba.

"Amar es un lujo que no muchos gobernantes pueden permitirse" le había dicho Tyrion mientras saboreaba un sorbo de vino, durante una de las tantas pláticas nocturnas que compartían a solas antes de volver a sus respectivas tiendas.

Su primer instinto había sido el de negar sus sentimientos, pero tan pronto como lo hizo comprendió que no tenía caso alguno. Su Mano tenía la sagacidad suficiente como para descifrar el alma de su reina, muchas veces incluso antes de que ella misma pudiera hacerlo.

"Eres una mujer acostumbrada a tener el control, majestad" había continuado su consejero. "Amar implica ceder parte de ese control".

La sugerencia que Tyrion le había mencionado esa misma noche poco antes de irse, aún resonaba incesantemente en su mente junto a sus palabras y, a pesar de los intentos, su perturbación no pasó desapercibida.

LOVE AND DUTY  (Jonerys season 8 fix-it)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora