10 | Inesperado

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|A D R I E L|

Cada segundo, cada minuto y cada hora que mi enfermera personal (como decidí llamarle), se cercioraba de que yo estuviera bien en la semana que estuve internado en el hospital por otra de mi estupidez.

Blair había sido tan preocupada y amable conmigo, considerando que a veces no era mi enfermera de turno pero aún así, le escuchaba decirles a sus compañeras de trabajo que cuidaran de mi, por lo que eso sacaba una sonrisa de mis labios. Me interesaba comprender que aquel caparazón de chica fuerte que afrontaba sus problemas; cambiaba por completo en su trabajo.

—Voy a cambiar tus vendas luego del baño—dijo como si nada sacando los instrumentos para realizar las curaciones de los golpes, heridas y moratones que adornaban mi piel.

Me levanté con su ayuda de la camilla, con intenciones de no recargar mi peso sobre su cuerpo pero era inevitable no sentir un poco de dolor luego de pasar casi una semana en reposo absoluto. Me acompañó hasta el baño que se encontraba en la habitación y dio el agua de la regadera, apoye mi espalda sobre los azulejos blancos con una sonrisa divertida en mi rostro al verla.

Se giró observando con detenimiento mis ojos, por mi parte me di el atrevimiento de recorrer mi mirada por el uniforme azul que acostumbraba a utilizar. Debía admitir que me gustaba mucho como le quedaba, ajustándose perfectamente a cada curva de su delgado cuerpo.

—Cualquier cosa me llamas, estaré afuera.

Le vi salir por la puerta del baño para luego cerrarla. Me despoje de absolutamente todo, incluyendo las vendas que luego serían reemplazadas por unas nuevas y dejé que el agua tibia golpeara mi piel repleta de magullones que ya solo mantenían un color verdoso y amarillento. Luego de tomarme mi tiempo salí completamente vestido, con la ropa que Freya trajo para mi.

—¿Cómo te encuentras? —escuché la dulce voz de Blair cuando entré a la habitación.

—Siento poco dolor, en comparación con los días anteriores.

Me dio una cálida sonrisa para luego acercarse a mi lado—. Necesito que te quites la camiseta.

Sus mejillas se encontraban levemente sonrojadas cuando aquellas palabras abandonaron su boca, sabía que todo esto era profesional pero no pude evitar formar una sonrisa llena de diversión cuando vi su mirada nerviosa. Obedecí a aquella petición y mi camiseta quedó en la camilla para dejar al descubierto las heridas que recorrían mi piel.

—Las otras enfermeras no me piden que me quite la ropa—dije con burla, lo cual era completa mentira pero deseé ver alguna reacción de nerviosismo en aquella pelirroja.

—Bueno, dudo que no lo hayan hecho—aplicó cierta sustancia en una gasa que acarició mi torso desnudo.

No despegue mi vista de ella en ningún momento y la verdad era muy mala escondiendo su nerviosismo aunque sabía como responder a ello.

—¿Por qué dudas?

—Porque tienes tres cosillas rotas y por si no te has visto, no hay lugar donde no tengas magullones—enfocó su vista en mi pecho mientras continuaba curando todas las heridas que poseía para luego volver a colocar una venda que rodeaba por completo mi torso.

—¿Y tú cómo sabes eso?—reí al escucharla, con aquellas palabras repletas de seriedad—. ¿Me has visto desnudo Blair? Du är en pervers.

Levantó la vista y me topé con sus ojos azulados.

—Por supuesto que no. Y en verdad me molesta que hables en Sueco cuando sabes que no entiendo—tomó mi camiseta y la estampó con cuidado sobre mis brazos para luego salir de la habitación.


Los días pasaron rápido para mi fortuna y por fin estaba de vuelta en el departamento de Freya. Había decido pedir un traslado para poder seguir trabajando aquí en la revista en la cual actualmente me encontraba, pues mis vacaciones ya estaban terminando y eso significaba que debía volver a Seattle o quedarme acá, por lo que opté por la segunda opción.






No quería irme y eso siempre estuvo en mi planes desde un principio, la próxima semana volvía a la revista aquí en San Francisco y tenía en mente buscar un apartamento no muy lejos del de Freya, ya que no encontraba justo seguir quedándome con ella acá si está Blair, cosa que a veces sentía que podía incomodarle aunque a mí me gustara verle; sobre todo después de todo el cuidado que me dio en el hospital.

—¿Podrías acompañarme a buscar un apartamento por acá?—pregunté cuando dejé el móvil sobre la cama, luego de hablar hablado con mi jefe por el traslado.

—Claro, ¿Cuándo quieres ir?—los brazos de Freya rodearon mi cintura con aquella sonrisa que no despegaba sus labios cuando supo que me quedaría a vivir en San Francisco.

—El lunes.

—No puedo cariño, el lunes saldré tarde porque tengo reunión. Pero podrías pedirle a mi hermana, seguro te acompaña, creo que esta libre ese día.

Besó mis labios con toda calma, sus tibios dedos recorrieron mi abdomen por debajo de la ancha camisa que traía puesta.

—Debo irme. Ten un buen día, cariño—tomó su bolso del pequeño sillón que se encontraba al lado de la ventana y salió de la habitación.

Cuando escuché la puerta de la entrada principal, salí de la habitación de mi novia y Blair me miró por un par de segundos antes de sonreírme.

—Extraño no verte en el hospital—dijo como si nada y luego pestañeo comprendiendo lo que había dicho.

—¿Ah si?

—Si, quiero decir, eres un paciente bastante molesto.

Reí automáticamente al escuchar como intentaba arreglar lo que había dicho en un principio.

—Yo creo que alegraba tus turnos, no cualquiera te hace llevar dulces a escondidas.

Recordé esa vez que le pedí que me llevara dulces a mi habitación porque no me dejaban comer nada que fuera demasiado pesado para mi alimentación, luego del festín que me tiraba todos los días con los medicamentos. Necesitaba comer un mísero chocolate e incluso pensé en u a hamburguesa pero eso lo descarté en seguida porque era más difícil de conseguir.

—Claro y estoy agradecida de que nadie me haya visto.

Entró a la cocina mientras le seguía. Tomó un tazón de la alacena y prendió la cafetera.

—¿Qué harás el lunes?

Dejó la taza sobre la encimera y volteo a verme sin entender a qué venía esa pregunta.

—¿Cómo debería tomarme esa pregunta?

—Como tu quieras. Solo necesito un favor.

El líquido cayó lentamente por el cristal, dejando una capa de espuma al principio.

—Depende del favor.

Me acerqué hasta ella y apoye mi mano sobre la encimera donde se encontraba su taza de café.

—Vamos Blair, no es nada del otro mundo.

—Bien, suéltalo.

—¿Podrías acompañarme a buscar algún apartamento?

—¿Eso quiere decir que te irás de acá?

—Eso quiere decir que tendré mi propio espacio y que me quedaré a vivir aquí, en California.

Apoyó su cadera contra el mueble, tomando entre sus manos la taza caliente y me miró de soslayo.

—De acuerdo, te acompañaré. Con una condición.

Negué mordisqueando mi labio inferior por lo persuasiva que podía ser.

—¿Cuál?

—Enséñame Sueco.

Una sonrisa se formó al instante en mis labios al escucharla, fue totalmente inesperado a pesar de que le había prometido con anterioridad el enseñarle mi lengua materna.

—Será todo un placer.








Du är en pervers= Eres una pervertida.

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