1| Desconocido

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| B l a i r |

El cálido sol daba de lleno contra mis ojos cerrados, que resplandecía sobre el cielo anaranjado, de tal manera que las luces chocaban contra mi cabello rojizo que brillaba bajo este.

Sentir la calidez sobre mi pálida piel descubierta que poseía dispersas pecas sobre mis hombros, me daba serios indicios del comienzo de verano. Subí el volumen de la radio al reconocer la canción que se reproducía suavemente, cuando la luz verde apareció frente a mis ojos, acelere mi automóvil pero vi como otro coche de color rojo flamante se interponia en mi camino. Mi pie pisó de golpe el freno, mis manos temblorosas se aferraron al volante con la única intención de calmar cada impulso nervioso que enviaba mi cerebro.

¡¿Pero qué jodidos?! ¿Acaso no había visto la luz roja? ¿Por qué las personas eran tan idiotas?

Agradecí mentalmente de haberlo visto venir, de lo contrario mi auto sería papilla y tal vez yo también . Quedé a un metro del auto que aún no reaccionaba a salir de mi camino y por supuesto escuchaba las bocinas de los demás autos detrás mío, lo cual me ponía de los nervios.

No lo pensé dos veces y bajé del coche con mi humor de mierda, sin embargo, me quedé estática en el poco espacio que separaba mi auto de él. Los ojos grises de aquel tipo con cabello rebelde y cobrizo, quitó cualquier aliento de mi boca.

Me había quedado con las palabras atascadas en mi garganta, simplemente mi cerebro no procesaba nada coherente. Se acercó despreocupado, con una sonrcilla que intentó ocultar.

—Lo siento—masculló con seriedad en donde aquella voz suave y grave me pareció atractiva—. ¿No le ha pasado nada a tu coche?—preguntó acercándose a mi volkswagen que aún seguía estacionado al costado del suyo, miró con cautela, buscando indicios de algun desperfecto.

—Por suerte está bien—pude proyectar aquellas palabra, aún seguía con el corazón queriendose desbordar de mi pecho.

Asintió viéndome de reojo, debo estar fatal con mi cuerpo tembloroso al medio de la calle.

—Supongo que no es necesario que llame a una ambulancia. Estás en perfecto estado.

Dijo aquello sin un indicio de burla, lo cual agradecí pues no estaba dispuesta ni en condiciones de escuchar las burlas de un completo extraño.

—Lo estoy.

Dije observando su sonrisa que no mostraba por completo su dentadura y se despidió con un asentimiento al verme subir a mi coche.

Volví a retomar el camino a mi apartamento, pues mi hermana me estaba esperando con los nervios a flor de piel. Su novio extranjero llegaría hoy y en reiteradas ocasiones me comentaba lo emocionada que estaba de que su novio visitara San Francisco. Se habían conocido en un viaje que realizó mi hermana hace 5 meses atrás a Seattle, por lo que ni mis padres ni yo conocemos a su novio Sueco, pues si, lo había repetido en innumerables veces.

—¿Freya?—pregunté dejando mi bolso sobre el sofá para buscar a mi hermana en la cocina.

—¡Aquí!—no entendía la mala manía de gritar siempre, estaba cansada de decirle que no era necesario gritar si nuestro apartamento no era una mansión, las paredes parecían de papel que hasta podía escuchar cuando mi vecino iba al baño, literal.

—Sabes que no es necesario que grites—sonreí forzadamente mirando el moño despeinado que poseía su cabello rubio.

—Lo sé, no puedo evitarlo.

Sabía que no lo podía evitar, pues mi hermana es profesora de literatura, así que debía hablar bastante alto para que los estudiantes consiguieran escucharle, pobres niños.

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