Annya Symanski es una bruja.
Para sorpresa de Diego aquella tarde no le permitieron ver a Mateo, y su semana se volvió casi un suplicio después de toda una semana siendo rechazado para visitar al muchacho de ojos azules, se excusó como su pareja en más de una ocasión y a pesar de que armar escándalos era su mejor habilidad no tuvo éxito de ingresar a verlo, como cualquier otro día llego frente a la habitación 206 dispuesto a entrar y fue en cuanto su mano se acerco a la perilla que la puerta se abrio de repente.
― Vengo lueg... ¿Qué haces aquí? ― Cuando la observo su porte era de temer, desde su altura hasta su penetrante mirada, era como una cualidad nata de los Symanski.
― Vine a ver a Mati. ― Dijo usando una voz bastante melosa, Annya solo alzó una ceja y cerro la puerta tras de si.
― Mira, vamos a hablar calmados. ― La mujer suspiro. ― ¿Me acompañas con un café? ― Diego aceptó dudoso.
Caminaron y al pasar por cerca de la sala de terapia intensiva pudieron ver como la mirada de Aristóteles y Carlota se posaban en él, pero la mirada de la chica por alguna razón era más acusadora.
Una vez en el lugar ambos tomaron asiento frente a frente y la chica le dedico una sonrisa que hizo a Diego desconfiar.
― Dime, ¿Cuanto quieres? ― Ahora el turno del joven de lucir sorprendido.
― No te entiendo.
― ¿Cual es tu precio por dejar en paz a mi hermano? ― De inmediato el joven cambio sus expresiones faciales mostrando claro enojo.
― ¿Disculpa?
― No eres sordo niño, te estoy dando lo que buscas.
― Mira niña teñida, yo puedo bañarme en dinero si quiero.
― Oh, eso lo cambia todo. Te informo que mi hermano no es tu juguete personal.
― ¿Tú decides también a quien debe cogerse?
― Encima de inmoral maleducado.
― Diego Ortega amiga, no me quieres de enemigo. ― Dijo con una sonrisa de autosuficiencia.
― Mira, mi hermano no es como tú. ― Hizo una pausa para mirar hacia otro lado. ― Nosotros respetamos su elecciones de vida, pero no voy a permitir que Mateo vuelva a ese camino.
― El es mayorcito para saber lo que quiere. ― A estas alturas Diego no cabía del enojo, la mirada desafiante de ambos creaba un aura que tenia a la joven mesera temerosa de lo que haria, pronto puso dos cafés en la mesa y salio despavorida rompiendo aquel duelo de miradas.
― En el pasado no me costo nada comprar a esos promiscuos. Todos tienen un precio.
― ¿Tú crees que el corazón se compra?
― ¿Tú me crees idiota? Tú que vas a saber del amor. A mi no me engañas, mi hermano no es solo un juguete para tu satisfacción sexual.
― No me vas comprar, a ti que te interese muy poco lo que haré con él.
― Eres un descarado. ― Dijo azotando el puño contra la mesa. ― Mira no vas a sacarme de mis casillas.
― Pensé que ya lo había hecho, no hice lo suficiente parece.
― Soy lo único que Mateo tiene, si tu insistes con esta farsa te aseguro que él no volverá a verme. ― Diego y Annya se miraron a los ojos por unos segundos, él solo sonrío descolocando a la chica de ojos azules.
― Puede vivir de mi si quiere. ― Completo antes de dejar su café intacto y retirarse triunfante.
[...]
Carlota estaba frente al rubio y lo miraba expectante, él solo se podía mover incomodo ante los ojos café de su amiga.
― ¿Y bien? ― Dijo la chica mientras se cruzaba de brazos.
― ¿De donde la conoces tú?
― Fue becaria de mamá un tiempo. Cuando llego Mateo me daba curiosidad y apenas ahora me doy cuenta que era porque Annya es tan similar a él.
― Bien, ella me dijo que se iba por un tiempo. Quiere que cuidemos de Mati.
― ¿Cuidemos? Diego, ¿Por qué te lo pidió a ti? ― La chica comenzó a procesar toda la información y no entendió si se estaba perdiendo de algo. ― ¿Qué hiciste? No me digas que tú...
― ¡Lota! No te malviajes. ― El chico desvío su visión y ella hizo lo mismo, ambos miraban tras aquel ventanal como Aris besaba las manos de su pareja que aún permanecía inconciente. ― Cuando trajeron a Temo yo estaba muy tenso y dando vueltas pude ver como ingresaba Mateo aquí. Estaba tan moqueteado que no me parecía el dios griego que me gustaba. ― Menciono haciendo una mueca de asco. ― Pero... ― El chico bajo la mirada y sonrío. ― Papá se opone a nuestros amor, por eso todo fue en secreto. Mati y yo estamos enamorados desde que nos conocimos. ― El no supo como pero las mentiras salieron por si solas de su boca, temía ahogarse en su propia estrategia. ― Annya me pidió que cuidara de él.
― Son como Romeo y Julieta. ― Dijo soltando una carcajada. A veces Diego amaba lo ingenua que ella podía llegar a ser.
― Ahora me toca ir a rescatar a mi Julieta. ― Dijo antes de besar la mejilla de la chica y retirarse.
En su caminata mordio su labio inferior, ¿Qué estaba haciendo? ¿Por qué lo hacia?
"Solo es un niño caprichoso, te lo advierto desde ya" ― Aún recuerda con claridad la voz de una de su ama de llaves que él más quiso, siempre le dedicaba una dulce sonrisa, era como su madre Soledad llena de luz, pero cuando lo llevaba a dormir se bajaban las cortinas de la función y ella solo era una empleada más, otra persona más que lo detestaba.
"Es algo consentido" ― Dijo Thiago en su momento a Mateo y le dolía, ¿Por qué todos hablaban así de él? Nadie lo conocía, nadie veía como la depresión lo consumía, nadie veía más allá de su apariencia ególatra, si ellos querían ese Diego, a ese lo iban a tener.
― 206
Al abrir la puerta lo vió, leía un libro absorto de todo aunque no duró mucho porque el ruido lo desconcerto y sus ojos después de mucho tiempo se encontraron.
― Hola.
― ¿Hola? ― Dijo el joven de ojos azules analizando al muchacho que tenía en frente. ― Volviste...
― Yo...
― Annya discutía mucho con el doctor, no se porque te impidieron entrar. Ella estaba como loca.
― Es muy sobreprotectora supongo.
― Yo también lo estaría igual si ella tuviera un novio y apenas me enterara.

ESTÁS LEYENDO
Capricho || Matiego
RomanceMateo Symanski solo era un novato cuando llegó a las oficinas de campaña de Ubaldo Ortega y la primera recomendación que recibió fue del compositor de campaña Thiago. ― Ni se te ocurra molestar al hijo del jefe, es algo consentido. Diego Ortega E...