Tiene todo revuelto.
― No lo pongas tenso, es lo único que te pido. ― Aquel enfermero que lo ayudo anteriormente ahora lo dejaba entrar a saciar su estúpida curiosidad.
― ¿No que había despertado? ― Dijo de mala gana el rubio.
― Fue sedado, estaba muy nervioso para dejarse revisar. ― Diego suspiro y acerco al muchacho quien permanecía dormido. ― Vendré a verte en un rato, seguro y está por despertar.
Cuando estuvieron solos por fin Diego mostró su autentica cara de desagrado, aquel chico de grandes labios los tenía aún más hinchados y su pálida piel estaba recubierta de manchas de un tono violeta y algunas con un tono verde que le dio cierto asco, que triste para alguien tan lindo.
― Ay Mati, que diferente sería si fueras más cooperador. ― Canturreo mientras acariciaba el rostro del muchacho. ― Podría ser un lindo pasatiempo.
Lo observo una vez más y se sintió un idiota, ¿Qué pensaría su padre? Pero que le importaba ahora, estaba solo sin nadie mirando y solo su él sabia lo que hacía. Con su mano ahora temblando y un poco sudorosa acaricio nuevamente los pómulos definidos de aquel muchacho, dios, moría por un príncipe azul y Symanski no era nada feo, pero si su padre supiera aquello le diría "Solo es un capricho" y el no era más que un niño caprichoso a los ojos de Ubaldo Ortega.
― Dios, que lindo eres Mati. ― Dijo como colegiala enamorada mientras besaba la frente del muchacho.
Se quedó observando al muchacho por unos quince minutos y le pareció maravilloso, no sentía la necesidad de correr a ver si sus ligues le llenaban de notificaciones, tampoco quería saber si su familia preguntaba por él, estaba sumido en un espectáculo que daba el apacible respirar del chico de cabello castaño. Pronto lo vio remover su cuerpo en la cama y poco a poco abrir sus ojos, se veían llorosos y eso los hacia brillar.
― Mati...
― Anya. ― Mateo apenas termino de abrir los ojos solo pudo pronunciar aquel nombre como si su vida dependiera de ello. ― Anya, ¿Donde está Anya?
― ¿Perdón? ¿Quién es esa? ―Pregunto ofendido el rubio, o sea teniendo a Diego Ortega frente a él se pone a parlotear por otra, ¡Que imbécil!
― ¿Quien eres tú? ― Dijo para luego examinar el lugar donde se encontraba. ― ¿Qué hago aquí? Dime donde esta mi hermana por favor. ― Sus ojos mostraban desesperación y el corazón de Diego sintió una punzada, pronto salio del cuarto en busca de ayuda sin siquiera dar aviso de que regresaría.
[...]
Aristóteles sujetaba la mano de su amante con demasiada fuerza, llevaba un ambo, un gorro y un par de guantes para la seguridad del paciente. Los ojos del muchacho estaban un poco cerrados de lo hinchados que estaban, al fin tenía un poco de paz después de verlo como si estuviera durmiendo, que bonito se veía Temo cuando dormía.
― Por fin hoy la suerte se pone de mi lado... ― Aris comenzó a cantar en un tono bastante lúgubre, con su mano derecha delineaba cada una de las facciones de su novio. ― Y despegue los pies de la tierra, llegue a la luna en plena tormenta. Por ti aprendí a bajar las estrellas... ― Su voz por momentos se entrecortaba y sus manos temblaban. Que difícil es imaginar la vida sin Temo, rezaba tenerlo de vuelta, deseaba verlo sonreír mientras le llamaba "Tahi"
Cuando levantó la vista se encontró detrás del cristal a toda la familia de su novio mirando la escena con una sonrisa un poco melancólica.
― Te necesito tanto amor. ― Ya no podía más, su pecho se sentía oprimido, hizo todo lo que pudo pero solo pudo llorar una vez más. Esto no era nada de lo que esperaba hace una semana atrás cuando llegaron.
― ¡Por Oaxaca y todas su flores! Tahi es bellísima. ― Comento Aristóteles mientras recorría su nueva casa, Temo le seguía de cerca apreciando también la misma.
― Claro que lo es Tahi, aquí comienza nuestra nueva vida. ― Dijo el joven mientras sujetaba la mano de su pareja y dejaba descansar su cabeza en el hombro del más alto. ― Juntos vamos a superar todo Ari.
― Mientras tenga a mi príncipe Cuauhtémoc. Siempre voy a ser tu guerrero más leal. ― Ambos se miraron y sonrieron, pronto Temo deshizo el agarre para tomar a su novio del paliacate y besar los labios de su amante, por su parte el más alto lo tomo por la cintura y lo apego a él causando que Temo pusiera las manos en el pecho de su novio.
― Uy, consigan un cuarto. ― Una voz bastante conocida termino por interrumpir a la pareja, junto a la puerta estaba nada más que Diego Ortega con unas gafas y su maleta de tono verde manzana.
― ¡Diego! ― Exclamaron ambos jóvenes pero con tonos diferentes, Temo era un destello de alegría mientras que Aris tenia un deje de fastidio.
― ¿Qué haces aquí Diego? ― Pregunto intentando no sonar hostil, de igual manera se gano una mirada de reproche de su novio.
― Soy el otro roomie, acostumbrate. ― Nadie cabía de la sorpresa y el clima se había puesto algo tenso.
― Espero que puedan adaptarse a Diego. ― Entro una chica de cabello hasta los hombros, castaña y un estilo hipster que la hacia lucir cool. ― Soy Carlota. La responsable del departamento.
― Hola, yo soy Aristóteles Córcega y este pequeño es mi chiquito bonito Cuauhtémoc Córcega.
― Ay ajá, Tahi. ― Dijo Temo con una sonrisa. ― Aún no soy un Córcega y creo que tampoco quiero que se me pegue lo chismoso. ― lo último lo dijo en un tono más bajo que solo Ari pudo escuchar y reír bajito.
― Bueno, estamos todos. Yo digo que hay que celebrar. ― Nadie supo en que momento Diego ya había abierto su maleta y sacaba dos vodkas de la misma.
― ¡Diego! ― Gritaron los tres riendo.
Como olvidar aquellos días que ni siquiera son tal lejanos, la vida cambia en solo un minuto y ahora Aristóteles lo entendía perfecto.
[...]
Diego ingreso como un rayo al lugar y encontró a Mateo mirando atentamente sus manos, cuando sus miradas se cruzaron vio a Symanski dedicarle una mirada de confusión, pronto el médico que los acompañaba se acercó hacia su paciente.
― Hola Mateo, yo soy el doctor Morales.
― Mucho gusto, ¿me podría decir que hago aquí?
― Primero necesito que tú respondas unas preguntas para mi. ― El joven de ojos verdes asintió no del todo convencido. ― ¿Me dirías tu nombre completo?
― Mateo Symanski.
― ¿Edad?
― diesiete años. ― Pronto Diego se alarmó y el doctor miro la planilla, pronto hizo un ademán con la mano para que el rubio no perdiera la calma.
― ¿Qué hay de tu familia?
― Vivo con mis padres y mi hermana Anya. ¿Donde está ella? Díganme que esta bien.
― ¿Qué es lo último que recuerdas?
― Anya iba a llevarme a buscar un departamento.
― Muchas gracias Mateo, no te preocupes ella esta bien. ― Mateo alzo su vista y analizo con la mirada a Diego.
― ¿y él quién es?
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Capricho || Matiego
RomanceMateo Symanski solo era un novato cuando llegó a las oficinas de campaña de Ubaldo Ortega y la primera recomendación que recibió fue del compositor de campaña Thiago. ― Ni se te ocurra molestar al hijo del jefe, es algo consentido. Diego Ortega E...