♦♠ IV ♣♦

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Preocupado, caminaba de un lado a otro, sus manos se encontraban tras su espalda, mientras que su acompañante en la sala andaba casi mordiendose las uñas de la desesperación. Su marido aún no llegaba de ir a visitar al chico de 23, el menor de la familia Kim. Entre tanto el de 27 suspiraba y miraba a su madre.

- Madre, él llegará pronto. - la mujer le asintió.

- Eso espero, hijo mío. Tu padre a estado muy ocupado últimamente y me preocupa - mintió levemente, mientras mordía sus uñas.

Poco después, el timbre de la puerta fue tocado. SeokJin corrió a la misma viendo a su padre ensangrentado, tirado en el suelo. Asustado, lo ayudó a levantarse para con ayuda de su madre tratar sus heridas.

- Llegó muy lejos. -

- ¿Quién, Mamá? - ella negó al escuchar a su hijo.

- Nadie, mi amor, tu no te preocupes. - SeokJin miró a otro lugar, quería saber que ocurría, es aún con 27 y él sabe muy claro que sus padres le escondían decenas de cosas que a la mala el se enteraba.

- De acuerdo, mamá. - cansado, se levantó y fue a lavar sus manos. - Ten cuidado con él, está muy delicado, sí?

La mujer asintió, estaba orgullosa de su hijo y muy preocupada por su marido. Se sentó a un lado de él y con cuidado trató de ayudar. SeokJin siempre decía que era mejor dejar en paz a los pacientes luego de arduo trabajo de supervivencia, era mejor para él que descansaran. Fue a su habitación y miró el techo, poco a poco quedando dormido, con la pregunta que antes le había hecho a su madre.

- ¿Quien habrá llegado tan lejos? -

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- Buenos días, Doctor Kim. -el mencionado sonrió a la anciana frente a él.

- Buenos Días, Señora Jung. ¿Como estuvo la operación? -ella asintió levemente.

- Todo bien. -

- ¿Me puede decir como se siente el día de hoy? - ella asintió.

- Mejor que hace una semana; pero he tenido molestias en la misma zona que fue hecha la operación, Doctor Kim. -el sonrió con ternura.

- Es normal, Señora Jung, verá que pronto ya no le molestará más. ¿Está tomando sus medicamentos recetados? -ella asintió.

- Sí. - el sonrió.

- Bien. Llamaré a una enfermera para que revise sus heridas y que todo esté en orden. Entonces culminaremos su visita de hoy, sí? -ella asintió sonriéndole al chico.

Se dieron la mano y se despidieron. SeokJin era adorado por muchas personas en el hospital, era atento, carismático y cuidadoso por sobre todas las cosas. Era el más amable entre todos, sincero y directo, eso de ocultar las cosas a la gente no iba con él, a no ser que fueran niños. Entró a uno de los cuartos pediatricos y tocó levemente la puerta para escuchar un suave pase.

- Hola, pequeño. - sonrió al ver al niño acostado.

- ¡Hola, Doctor SeokJinnie! -al mayor rió y se acercó al menor para saludarle con la mano.

- ¿Como te sientes? -ladeó la cabeza.

- No sé. Me siento bien; pero mi mami siempre llora. ¿Por qué? -

- Tu mami solo está sensible, en unas horas podrás regresar a casa, no vuelvas a tomar esas cosas, sí? -el pequeño negó.

- No, sabían muy feo. -hizo una mueca y SeokJin sonrió y le dió una paleta.

Hizo alguna que otra revisión mientras hablaba con el niño de 8 años. Se despidió minutos después para seguir con su trabajo y otros pacientes.

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- Eres un imbécil, NamJoon. ¡Casi matas a tu Tío! -este hizo oídos sordos por unos momentos. - ¡No me ignores, hijo de perra!

El teléfono sonó y este contestó para suspirar.

- ¿Qué? El otro cargamento sería enviado al este. Sí. Asegúrate de que todo esté bien y envía una caja de armas. - recordó al hombre al otro lado de la línea. - Sí, tambien recuerda cobrar antes. Si no, no hay trato.

Colgó para seguir jugando con sus cartas de poker. La mujer le sostuvo las manos y le miró con molestia.

- Dejanos en paz, NamJoon. -él sonrió y asintió levemente.

- Dame la fábrica completa y les dejo en paz. - ella formó sus puños y asintió levemente.

- Hablaré con tu tío. -él asintió nuevamente y ella se levantó para salir del despacho.

- Quien lo diría que era tan facil como casi matar al viejo inútil ese. - se dijo entre risas.

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Pocos días pasaron cuando sus tíos fueron a su casa ordenando a todos y haciendo un alboroto en su tranquilo hogar. Fue a la sala con notable molestia escuchando a sus familiares cerca, al abrir la puerta, la cual rebotó en la pared todos callaron y se detuvieron.

- ¿Por qué el alboroto? -preguntó molesto. - Están en mi casa y aquí solo yo doy ordenes y grito si es necesario.

Alborotó su cabello al ver a su tío molesto.

- Dime, mocoso. ¿Quien te crees para pedirle a mi mujer que te dé la fábrica así como así? - gritó el hombre. - ¿Acaso estas tratando de sobornarme y presionarme quitando la seguridad de mi hogar?

- Dije la verdad. Quiero la fábrica para mi, algunas de mis ganancias y mercancías de importancia viajan por ahí. La necesito. -

- No te daré la fábrica. - NamJoon se encogió de hombros.

- Si viniste a decirme eso hubiera preferido que me llamaras en vez de armar un escándalo. - arqueó la ceja el de 23.

- No solo vine a decirte eso. Quiero, te ordeno, Kim NamJoon, que me devuelvas la fábrica en su totalidad. - NamJoon asintió y sonrió.

- Claro; pero ya sabes como funcionan las cosas aquí. - El hombre frunció el ceño.

- Jugaran juntos, así tienen un 75 porciento de probabilidades en ganarme y hay dos opciones. Jugar Poker o BlackJack. - ambos adultos se miraron y suspiraron.

- Poker. - dijeron entre los dos.

- ¡De acuerdo! Me alegro que coincidamos en algo aquí. La fábrica está en juego. -sonrió y ladeó la cabeza mientras caminaban a la habitación donde habían varias mesas para jugar.

- Señor Kim. - el sirviente se puso al lado de NamJoon, con las manos detrás de su espalda. - Hace una semana, usted dijo apostaría algo más que la fábrica, ¿Puede apostarlo en este juego?

El hombre tragó grueso y miró a su mujer, que andaba con el ceño fruncido.

- Sí NamJoon gana con una escalera de color estará incluida esa apuesta. - NamJoon sonrió. - Si mi mujer o yo ganamos con un Full debes darnos toda tu fortuna NamJoon.

El menor rió con fuerza y asintió encantado.

- ¡Bien! ¡Me gusta esta apuesta! La acepto gustoso. -el sirviente empezó a repartir dos cartas a cada uno y esperó a que pusieran sus fichas apostadas para después poner otras cinco cartas en medio de la mesa. - ¡Suerte!

¿Apostamos? {NamJin}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora