Parte 7

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Ni siquiera había amanecido correctamente cuando Jakurai se despertó. Vio a Hifumi a su lado, el rubio no se había soltado en ningún momento de su cuerpo, y eso le hacía sentir mal. No comprendía del todo cómo habían llegado a este nivel de intimidad. Sí, tuvieron sexo. Sí, lo tuvieron por despecho. Pero de ahí a estar ahora abrazados uno al otro en la cama... Cualquiera que los viera podría decir que eran una pareja hecha y derecha, pero lamentablemente no se podía ver de esa manera con Hifumi.

Independientemente de lo que le dijo a Doppo, no podía terminar de asimilar la idea de ser pareja con Izanami. Lo quería, sí, lo procuraba y se aseguraba de su bienestar, pero de eso a pintarse como su amante, su novio, eran materias totalmente diferentes. Pero debía intentar. Por el bien de sus cachorros, debía intentarlo.

Repitiéndose a sí mismo que era por el bien de ambos, suspiró y acarició el cabello de Hifumi, quien al sentir las caricias se removió ligeramente, aflojando el agarre que tenía hacia Jakurai. Y fue así como pudo salir de aquel abrazo. Pudo levantarse y prepararse para ir a su trabajo. salió de la ducha y entonces vio a Hifumi, ya despierto, volteando a verle mientras seguía recostado en la cama.

—Buenos días —Hifumi le dijo con voz tenue.

—Buenos días, Hifumi-kun. ¿Dormiste bien? —le saludó Jakurai, intentando mantener su faceta amable para él.

—Sí, bastante cómodo. Espero no le haya molestado dormir así, es muy repentino pero...

—No hay necesidad de disculparse, Hifumi-kun. Sé que lo necesitabas, y no fue incómodo en absoluto. Tampoco tienes que disculparte por lo sucedido en la mañana de ayer. Yo... no tengo problema alguno con lo que ocurrió.

Hifumi parecía seguir preocupado por ello, pero Jakurai lograba quitarle la culpa y desestresar su mente. A pesar de no ser un psicólogo, intentaba velar por el bien mental de sus dos cachorros y compañeros de división. Por ello tampoco sentía muy justo que tuviera qué sacrificar su propio bienestar sentimental con tal de tenerlos felices a ambos.

— ¿Gustas desayunar? Puedo preparar algo para ambos.

—Sería bueno, pero permítame a mí prepararlo.

—Te lo he explicado ya, eres un invitado en mi casa, y por ende es mi deber como anfitrión atenderte. Por favor, quítate la pena y acepta mis atenciones —un ligero cambio de tema podía hacer bien, y de hecho el ambiente se estaba aligerando progresivamente, hasta el punto que ambos estaban abajo, con Jakurai cocinando y Hifumi a la mesa, hablando del día a día de Hifumi en su trabajo y contándose historias curiosas de gente difícil de tratar.

El ambiente logró aligerarse de esa manera, y esa buena convivencia continuó durante el desayuno e incluso a la hora de recoger la mesa. El tiempo había retrocedido entonces, y era como las noches en que los tres se reunían en el departamento a tomar el té y ver las luces de Kabukicho desde lo alto del edificio de Jakurai. Esos tiempos dorados como el champagne revivían aun cuando ahora solo eran dos.

Pasado el desayuno y ya con los platos limpios, Jakurai subió entonces a terminar de arreglarse para su trabajo. Faltaba muy poco para el fin de semana, y su mente por ahora se ocupaba solo en el placer que un buen día libre le daría.

—Hifumi-kun —le dijo entonces, cuando bajó nuevamente y encontrando al rubio ordenando un poco la sala. Ya le había dicho que le dejara las tareas, pero no iba a poder luchar aparentemente en contra de la voluntad de Izanami—, ¿quisieras salir el sábado temprano a pescar? Ya hace un tiempo que no salimos en un día de pesca, sería bueno volver a hacerlo.

—Oh, ¡me encantaría! Será muy divertido ir de nuevo a pescar. ¿Recuerda aquel buri que pescamos la última vez? —Hifumi sonaba entusiasmado, y por la manera en que el brillo en sus ojos se reflejaba, le hacía demasiada ilusión pescar algo igual o incluso más grande.

—Claro que lo recuerdo —Jakurai rió—, fue uno de los peces más enormes que habría visto hasta el momento.

—Sí que fue enorme. Duró casi toda la semana en la nevera, me pregunto si Doppo se habría hartado pronto de comer pescado en tantos días consecutivos...

Y ahora volvieron esos pensamientos tristes a sus mentes. El solo nombre del pelirrojo les traía una ráfaga de sentimientos que quizá no podrían manejar por su cuenta. El silencio empezó a pesar entre ellos, y de no ser que Hifumi lo rompió, quién sabe lo que habría pasado entre ellos.

—Jakurai-sensei, ¿sería demasiada imprudencia pedirle que llegara a su trabajo un par de horas tarde?

—Uh, supongo que no habría un verdadero problema, pero ¿a qué se debe? —la petición era algo que consideraba fuera de lo común.

—Es que, quisiera tal vez hablar un poco de lo que pasó la otra mañana. Puede que sea algo de lo que quizá quiera hablar, pero creo que es importante dejar en claro las cosas, como si estuvo mal, si...

—Si... ¿somos algo desde entonces? —ante el silencio de Hifumi, por supuesto que Jakurai iba a terminar la frase. Al ver la expresión de sorpresa en el rostro de Hifumi, entonces se dio cuenta de que definitivamente era eso lo que quería decir— Yo también lo pensé y, sin saber en el momento si es que obré mal o no... —estaba a nada de decirle que le había contado a Doppo lo sucedido, pero ¿cómo lo tomaría Hifumi? Se aclaró entonces la garganta y siguió hablando— Quiero decir que no me molestó, si es ese tu miedo. Tampoco me negué, así que realmente no abusaste de mí, si es que también temes eso. Incluso, podría decir que movió mi corazón, de una forma inesperada.

— ¿Su corazón? —Hifumi preguntaba, mientras una extraña sensación invadía su pecho y no sabía cómo interpretar. Había cierto calor y una presión se ejercía encima de donde se ubicaba su corazón. ¿Era miedo acaso? ¿O algo más?

—Sí, lo que me hace pensar que, quizá fue el mismo destino que nos ha puesto en esta posición —hizo una breve pausa, quería convencerse a sí mismo de sus palabras antes de soltarlas a Hifumi—. No he dejado de pensar en ello, en ti por completo...

—Yo tampoco puedo dejar de pensar en ello, y... por favor, si esto es para complacerme o para hacerme olvidar, no haga nada, por favor... —la voz del rubio se le quebraba, sentía que no podía más al respecto.

Jakurai notó esa inseguridad, pero estaba también el bienestar de Doppo, la mentira que le dijo sobre ellos, y más que nada la dependencia que estaba creciendo en Hifumi y el hecho de que se podría romper por completo si esto acababa de manera negativa. Fue aquella la razón que llevó al de cabello largo a acercarse al rubio, y agacharse hasta estar a la altura de éste, quien se encontraba sentado en el sofá, para así poder besar sus labios.

Este acto le tomó por sorpresa a izanami, quien saltó en su lugar de la impresión tan repentina que le daba, pero poco a poco fue relajando a cada segundo que pasaba, yendo a corresponder el beso lentamente, abrazando a Jakurai conforme el acto avanzaba. Tras unos segundos posteriores, se separaron, viéndose entonces a los ojos. Jakurai entonces le sonrió, de la manera más amable posible, esperando una respuesta positiva del menor.

Fue cuando Hifumi sonrió de la misma manera, sincera y amable, con un brillo encantador en sus ojos, el cual hizo a Jakurai sentirse más culpable, pero a la vez captaba su atención lo mejor posible, puesto que ahora le resultaba Hifumi un ser tan inocente, que merecía protección a toda costa.

Se había metido en un grave problema, era obvio, pero por ahora solamente le ganaba un sentimiento: proteger a Hifumi cueste lo que cueste.

Unrequited [JyuDoppo] [HifuJaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora