Parte 9

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Tras un par de meses, se convirtió en una práctica habitual. Cuando Hifumi se sentía frustrado, o cuando Jakurai se encontraba con demasiados pensamientos malos en la mente, desquitaban todos esos sentimientos en la cama. Era una forma algo extraña, aunque a cierto nivel satisfactoria, de liberar cargas. Casi todas las veces que Hifumi recurría a ello, era por cuestiones de Doppo o de Jyuto. Por ejemplo, la vez que los vio —aunque no tuvo el valor de acercarse a ellos— de compras en Shinjuku. Usualmente pensaba que preferían quedarse en sus días de esparcimiento en Yokohama, pero estaba obviamente errado. Y quisiera admitirlo o no, tenía un fuerte problema que involucraba a Doppo.

Jakurai, de su parte, su foco de estrés eran sus cachorros. Notaba la tensión en su ahora novio cada vez que Doppo se encontraba cerca. Era demasiado obvio que no lo superaba, y ahora Jakurai se había visto obligado a superar el asunto con el pelirrojo para poder estar presente en la vida de Hifumi y ayudarle a calmarse. Era demasiado estresante y, si tan solo se hubiera dado, aunque fuera un repaso en las materias de la mente humana, estaría más calificado para ayudarle.

Aun así, quería pretender y convencerse de que la vida estaba siendo amable con ellos y que no existía un problema real. Pronto, Hifumi pidió en su trabajo que le redujeran los días laborales. Era algo inusual y los dueños del bar no querían realmente que tomara esa decisión, al ser el host estrella, pero él estaba tan firme a descansar más para atender a Jakurai, que no pudieron darle un no al final.

Hecho esto, lo tenía en casa cuatro días a la semana, aunque fueran salteados uno de otro.

Durante los días que descansaba, se dedicaba poco tiempo a la organización y limpieza del departamento y prefería salir a caminar, tomar paseos largos y volver un par de horas antes de Jakurai para preparar la cena. Se comportaba poco a poco como un depresivo, aunque no podía verlo por cuenta propia.

—Doppochin, ¿cómo va todo? Lamento llamarte a esta hora, pero ¡se me ocurrió nada más! Deberíamos salir juntos un día de estos, como hacíamos antes en los fines de semana. Voy a estar libre justamente el fin de semana entrante completo así que, si incluso quieres que me quede a dormir contigo, ¡lo haré gustoso! Por favor, llámame en cuanto puedas o envíame un mensaje, muero por saber qué haremos este fin de semana.

Dicho esto, colgó. Suspiró pesadamente. Sabía que al menos hasta la noche no recibiría ni una sola respuesta, pues lo llamaba en horas de trabajo y él jamás cargaba su celular a esas horas. Aunque tenía el número de su teléfono en la oficina, tampoco quería importunarlo con una llamada tan espontánea. Recuerda que la vez que se lo dio, le repitió que solo le llamara por emergencias. Y al menos Hifumi obedeció siempre esa petición.

Tras haber colgado, y sin encontrar en qué desperdiciar tanto tiempo libre, estuvo paseando en las calles de la división como cualquier persona con tiempo libre haría. Claro que las personas con tiempo libre conocen a otras que tienen esa misma disponibilidad, y en parejas o en grupos, paseaban con libertad. Hifumi se sentía como el único idiota que andaba solo a esas horas de la tarde.

Estaba absorto en sus pensamientos, intentando imaginar las cosas que podría preparar de cenar, quizá llamar también a Jakurai, quien usualmente sí contestaba el celular, para sugerir una salida a cenar. Y estaba justamente viendo el número ya digitado en la pantalla de su teléfono, sin poder pulsar el botón de llamar, cuando una voz estruendosa y conocida le llamó la atención.

— ¡Oi! ¡Host! —apenas voltear se encontró con Arisugawa Dice, acompañado del escritor Yumeno Gentaro, quienes se le acercaban progresivamente— ¿Qué haces aquí?

—Uh, solamente doy una caminata, nada fuera de lo común —Hifumi se excusó sonriendo de la manera en la que él sabía hacer, llevando una mano a su nuca.

Unrequited [JyuDoppo] [HifuJaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora