Llegaron al establo y se bajaron de los caballos. Selena se miró a si misma y se aguantó la risa. Estaba tan embarrada que si Matt la veía iba a darle un infarto.
—Justin… —lo llamó. Él la miró y a ella le temblaron las piernas.
—¿Qué sucede? —quiso saber.
—¿Qué te parece si bañamos a los caballos? Los pobres quedaron tan sucios y todo por nuestra culpa.
—¿Tú bañar a los caballos? —dijo y comenzó a reír.
Selena abrió los ojos y la boca de la sorpresa a causa de su risa. Aquella risa viajó a través de ella en forma de escalofrío. Era totalmente injusto que el hombre le provocara tantas cosas. ¿Cómo era posible?
—¿Qué? ¿Acaso no puedo? —le preguntó recuperando sus pensamientos.
—Se te estropearían las uñas —le dijo divertido.
—No me subestimes, Justin. No he perdido la maña de hacer las cosas —le dijo amenazante.
Él sonrió levemente ante su tono de amenaza. No, él no debía subestimarla. Ella no era una mujer a la que podía subestimar. Debía admitir que no era como todas las mujeres refinadas y estiradas de la cuidad.
—Tienes razón, lo siento —se disculpó. Ella se aguantó una sonrisa.
—No sé, no sé si voy a perdonarte. Por mí puedes comerte tus palabras. Y no voy a perdonarte.
—Tú sabes que si lo harás, enana —sonrió Justin —Jamás fuiste muy buena enojándote conmigo. Te durará apenas unos segundos.
—Ya te demostraré que vas a comerte tus palabras.
—Ya lo veremos.
Justin se alejó un poco de ella para buscar las dos mangueras y bañar a los caballos. Se sentía extrañamente feliz. Se sentía emocionado. Estar con Selena lo hacía olvidarse de todo y de todos. Encontró las cosas y luego le tendió una manguera a Selena.
—¿Sabes? —comenzó a hablar ella —Vivir en Londres jamás fue tan lindo como vivir aquí.
—Yo jamás me iría de Estados Unidos, ni mucho menos de este campo. Así que te creo cuando dices que jamás fue tan lindo.
Ella rió por lo bajo. Sabía que él le diría algo así. Justin amaba aquel lugar.
Selena desenroscó la manguera y se acercó a White.
—¿Listo para asearte, bonito? —le preguntó al caballo. White le contestó.
—El que limpia primero al caballo, gana —dijo él.
Ella sonrió y asintió levemente. El juego comenzó. Aquel instinto de competencia estaba dentro de ella de una manera asombrosa. Le gustaba competir con Justin. Era algo total y completamente sano.
Selena rió divertida cuando White sacudió su cuerpo, provocando que ella se mojara. ¡Hacía cuanto que no hacía nada de esto!
Justin vio como ella iba tomando ventaja en eso. No pensó que sería tan rápida, y de alguna manera quería ganarle. No sabía o entendía bien por qué. Pero tenía que hacerlo.
Así que decidió tomar ventaja. Sin que Selena se diera cuenta, él quitó la manguera del caballo y la apuntó.
Selena pegó un pequeño grito al sentir la fría agua sobre ella.
Justin comenzó a reír con fuerza, todo esto era tan divertido.
—¡Eres un tramposo! —le reprochó ella.