Ella terminó de sacar la última valija que le quedaba. Charlie la tomó y la metió en el baúl de la camioneta que iba a llevarla a ella y a Mattie a tomar el avión que salía dentro de dos horas de allí. Soltó un suspiro y miró hacia la casa que estaba detrás de ella. Su mejor amigo salía de allí con todos sus bolsos y cosas. Ella sonrió levemente y se acercó a para ayudarlo.
—¿Por qué te niegas a decirme que pasó? —le preguntó él y la dejó ayudarlo.
—Ya te dije que no pasó nada, Mattie…
—Mentira —sentenció él —Llegaste llorando y te encerraste en tu cuarto a hacer las valijas.
—Solo las cosas no van a suceder como yo lo creí…
—¿Lo vas a dejar aquí? —preguntó.
—No puedo obligarlo a ir conmigo… Este es su lugar y lo entiendo.
—Debería ir a patearle el trasero… —ella sonrió y llegaron hasta Charlie. El chofer terminó de acomodar las cosas. Greg salió de la casa con Pattie del brazo.
—¿Están listos? —les preguntó.
Selena respiró profundamente y asintió. Su padre se acercó a ella y le dio los pasajes y varias carpetas con negocios y esas cosas. El cielo relampagueó y ellos miraron hacia arriba. Ya comenzaba a lloviznar.
—Vamonos —informó Charlie —Antes de que los caminos se llenen de lodo y lleguemos más tarde de lo que tenemos que llegar.
El chofer se subió al auto y prendió el mismo. Matt se acercó a Pattie para abrazarla cariñosamente.
—Te voy a extrañar muchísimo, Pat, eres un encanto de mujer. Y yo mismo me voy a encargar de mandar a hacerte el mejor vestido de novias del mundo…
Pattie sonrió con los ojos vidriosos.
—Muchas gracias, Mattie. Me alegro mucho de haberte conocido. Más te vale que estés aquí para la boda…
—¡No me la pierdo ni loca! —exclamó y rieron por lo bajo. Se alejó de ella y abrazó a Greg.
—Cuida bien a mi princesa —le indicó.
—Siempre, Gregui, ¿con quien crees que estás hablando? —preguntó divertido. Se despidió de ellos con la mano y se subió al coche.
Selena se acercó a la pareja y les dedicó una pequeña sonrisa. Pattie miró a Greg y él también la miró a ella, para luego volver la mirada a su hija.
—Dale tiempo… —le dijo Pattie —Está asustado.
Selena apartó la mirada de ella y sintió que el nudo en su pecho se hacía más grande. En ese momento Justin era lo que ella más necesitaba… y él simplemente la dejaba caer.
—Nos veremos en un par de meses, Pattie —le sonrió y la miró —Cuida mucho a mi papito lindo… sé que lo dejo en un muy buenas manos.
—Claro que si —dijo ella y se acercó a abrazarla. Selena cerró los ojos y dejó que aquel abrazo la llenara. Pattie era una mujer que le trasmitía seguridad —Él te ama, Selena, jamás dudes eso —le susurró al oído —Pero solo teme no poder darte lo que él cree que necesitas…
—Yo solo lo necesito a él —murmuró ella.
—Lo sé, lo sé —asintió Pattie y le acarició el cabello.
Charlie tocó la bocina, avisándole a Selena que se apresurara, ya que la lluvia comenzaba a caer con más fuerza. La morena se alejó de Pattie y abrazó a su padre.
—Te llamaré cuando lleguemos —le dijo.
—Está bien, mi cielo… No sabes como te agradezco que estés haciendo todo esto por mí. Te amo.
—Y yo a ti, papi —asintió.
Él besó su frente. En ese momento Christian salió de la casa. Selena le dedicó una pequeña sonrisa.
—Adiós, señorita Selena —le dijo él —Muchas gracias por todo lo que ha hecho por nosotros.
—Adiós, Chris.
Suspiró y salió de debajo del pequeño techo que los resguardaba de la lluvia para acercarse a la camioneta. La lluvia empapó un poco su rostro y cabello. Estaba por subir cuando escuchó el relinche de un caballo a lo lejos. Giró la cabeza hacia el sonido y allí los vio a ambos. Justin y White la miraban desde la distancia.
—Estaré bien —musitó ella, creyendo que él por ahí podía leer sus labios. Pero en realidad no lo estaría. Claro que no.
Justin vio como ella se subía al auto y cerraba la puerta. La lluvia comenzó a caer con más fuerza, empapándolo aun más. White se movió algo nervioso, pero él lo calmó.
La camioneta arrancó y con ello la desesperación de Justin. Ahí se iba de nuevo el amor de su vida. Lo dejaba. La veía alejarse, la perdía esa noche. No lo entendía… no entendía por qué simplemente no podía agarrar e irse con ella.
No entendía por qué no podía mantenerla a su lado. Golpeó a White a un costado y el caballo salió a toda velocidad por el medio de un camino de árboles que daba justo al costado del camino por el cual la camioneta iba pasando.
Logró alcanzar la velocidad del vehículo. Pero no podía ver a Selena, ya que los vidrios eran polarizados. Y entonces el auto aceleró, la lluvia se hizo más intensa. White se detuvo y ella y todas sus esperanzas desaparecieron bajo el temporal.
Otra vez se sentía como un niño de 13 años, al que le arrebataron una parte de su corazón. Entonces las primeras lágrimas cayeron por sus empapadas mejillas. La había perdido de nuevo, solo que ahora él tenía toda la culpa.