Capítulo 2.

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No podía creer que fuera ese chico. Al que soñaba noche tras noche. Fue demasiado impacto para mí, realmente fue demasiado.

Lo miraba mientras que él continuaba cantando, su mirada se encontró con la mía, haciéndome temblar. Sus ojos se abrieron más de lo que los tenía, su boca quedo trabada por un par de segundos, pero continuó cantando. Me levanté inmediatamente del banquillo del que me encontraba, llamando la atención de todos en la mesa.

— ¡Oye! — gritó mi amiga — ¿a dónde demonios vas, Alex?

— Yo... yo tengo que...— caminé hacia afuera, pero Sofía me tomó del brazo cuando llegue a la puerta.

— ¿Qué te pasa? ¿Por qué lloras? — se acercó a mí, rodeándome con sus brazos.

— ¿Recuerdas de los sueños que te hablaba?

— Ajá... ¿qué tienen que ver ahorita? Recuerda que a ese chico que sueñas, es extraño que lo conozcas, nunca los has...— cerré fuertemente los ojos. Ella sabía perfectamente lo que eso significaba. — ¿Lo has visto, Alexandra?

— Es el que está cantando.

Mordí mi labio inferior, queriendo huir de ahí lo más rápido posible.

— ¿Qué sucede? —llegó un Nathan preocupado.

— Nada. — mentí desviando la mirada.

— ¿Por qué lloras, nena? —Me tomó de la barbilla— ¿Te hicieron daño? Te ruego que me lo digas ahora mismo, porque golpearé a todo chico que esté aquí hasta encontrar al culpable.

No dije nada, sólo me eché a sus brazos, llorando. Colocó su palma encima de mi nuca, pasándola de arriba-abajo. La voz de aquel chico continuaba. Tan suave como el pétalo de una rosa, tan bella y ronca. Parecía como si lo estuviese soñando ahora mismo. Por un momento su voz dejó de escucharse, me despegué de Nathan, mirando hacia el escenario.

— Gracias, me despido. — dijo sobre el micrófono. Me dio una mirada rápida, pero aun así, yendo muy dentro de mí. Mordí mi labio nuevamente, corriendo hacia el baño.

Me quité todo aquel maquillaje que se había dispersado sobre mi rostro, tomando un pedazo de papel.

Salí del baño, encontrándome con gritos. Me sentí horrorizada al ver aquella escena.

— ¡Déjalo! — gritó Carter.

— ¡Tu cállate! — retó aquel chico de cabello castaño.

— Lo siento, entiéndelo. — gritaba Jack.

Fue ahí donde mis pies reaccionaron, corrí hacia ellos, no quería que siguiera lastimando a Jack.

— ¿Qué demonios pasa? —grité.

— No te metas, Alexandra. —dijo Cameron tomándome de los brazos, alejándome de los chicos.

— Está lastimando a Jack, Cam. — dije con ironía.

— Jack tuvo la culpa.

Fruncí el ceño, mirando al novio de mi amiga. No podía permitir que aquello continuara, así que debía terminar con aquella pelea. Corrí hasta llegar a Jack, abrazándolo. El chico estaba de espaldas, cuando se giró, soltó un golpe con su brazo derecho, dándome exactamente en la mejilla. Caí al suelo, sentí mi cabeza que estallaría, mi vista nublada, me dolía demasiado.

— ¡Eres un idiota! — escuché muy a fondo.

— Lo siento, yo no quería.

El dolor y caída provocaron que mis ojos se cerraran de inmediato, fue en ese momento donde perdí el conocimiento, hasta unos minutos después.

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