Ya hace un par de días habíamos terminado el semestre, no podía creer que se haya ido tan rápido. El golpe ya se había esfumado, gracias a Dios no fue nada del otro mundo, sin embargo, seguía soñándolo, seguía soñando a aquel chico.
Esta vez había preferido salir de casa, quería caminar, quería respirar aire puro, pero sobre todo, estar sola. Últimamente, mis padres han discutido, han peleado sobre la economía del hogar, y no, no es que no me interese, pero ¿qué puedo hacer? ¡Nada!
No tengo con quién desahogarme, Sofía salió con sus padres a Madrid, mientras que yo estaba aquí, en Bronx. Quiero llorar, gritar incluso porque no solo han sido las discusiones en casa, sino, conmigo misma también. Pensé que todo marchaba bien, pero ya veo que no.
Caminé hacía una resbaladilla enorme de piedra, recostándome en ella. Necesito pensar muchas cosas, y, sobre todo, razonarlas.
— ¿Puedo? —Escuché otra voz. Una conocida.
— ¿Ah? —abrí los ojos lentamente, no hacía sol, pero de todos modos me calaba un poco la luz.
Sus labios rojizos se apretaron entre sí, su frente se arrugó, esperando una respuesta de mi parte.
— Yo... yo ya me iba. — Dije levantándome de aquel lugar, él dejó la guitarra que traía en mano para así poder tomarme del brazo.
— Espera... — susurró.
— Me tengo que ir, suéltame. — dije asustada, realmente, aquel día, su golpe me había dolido mucho, además que me sentía muy nerviosa.
— Dame un minuto, te lo ruego.
— ¿Me golpearás? — mi temor irónico era notorio, que idiota.
— ¡No! — eleva la voz, mirándome aún con el ceño fruncido. — No, claro que no. De eso quiero hablarte.
— Sí hablas por lo del otro día, no hay...
— Sí, es por eso. Perdóname, enserio, yo no quise golpearte, yo estaba peleando con tu amigo por haber partido en dos mi guitarra.
— ¿Era necesario llegar a los golpes? Él puede comprarte otra. — Lo miré incrédula.
— Eres igual que él. — Entrecerró los ojos, apretando la mandíbula.
— ¿Qué? — Fruncí el ceño, realmente me confundió. ¿Es así no? Jack podría comprarle otra sin problema.
— Sí, son unos adolescentes inmaduros, sobre todo, materialistas. — negó con la cabeza, ¿en serio se molestó con eso que dije? Bah.
— No es eso, sino que, él se haría cargo de reponerte ante eso, lo de tu guitarra. —Dije más tranquila de lo que pensé haberlo dicho.
— ¡Es que no entienden! — elevó la voz — No importa comprar otra nueva guitarra, no tendrá el mismo valor. — su tono no bajaba, pero lo que cambió, fueron su voz y mirada, sus ojos estaban rojos, como aquella vez que me pedía perdón; su voz se quebró. Lo miré por un par de segundos, hasta que decidí a hablar.
— Oye...
— Me tengo que ir.
Todo cambió, ahora su mirada era fría, distante. Se alejó de mí, tomando entre sus manos la guitarra y comenzó a caminar.
— ¡Espera! — Grité. Él paró en seco, sus músculos tensos podían notarse desde el lugar que yo estaba. — ¿Lo que quieres decirme, es que la guitarra era muy especial para ti? —suspiró, asintiendo — Yo... en realidad lo lamento.
— Tú no te disculpes por nada, soy yo el que debería hacerlo.
— ¿Es otra guitarra? — Pregunté viendo el maletín.
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Cántame
ChickLit- Cántame. - Amarte, es la mejor canción que he escrito en mi vida. -susurró sobre mis labios.