MY DEMONS ━━ vergil sparda

s i e t e

  Más demonios se acercaban al lugar en donde te encontrabas, hace varios minutos que Dante se había ido del lugar dejándote a todos los demonios para ti sola. Te dedicaste a pensar un poco si utilizabas mas tus pistolas estas acabarían sus municiones, así que lo mejor seria utilizar las espadas que mantenías en tu poder.

  Tomaste la espada a través de la empuñadura con fuerza lanzándola hacia los demonios y tomando la otra, para atacar rápidamente a los demás demonios que se acercaban hacia ti. Y a pesar de todo el tiempo que había pasado aún seguías teniendo tu ropa de civil, lamentablemente la horta de demonios no te había dado tiempo para cambiar tu vestimenta a tu vestuario de batalla.

  De pronto uno de aquellos demonios te había clavado una hoz en tu espalda, lograste darte cuenta debido a un ardor en aquella parte acompañado por un metal en tu abdomen el cual lograste visualizar. Cuando diste media vuelta lograste asesinar al demonio de un solo ataque y retirando aquella hoz que se había incrustado dentro de ti.

  La verdad es que ahora tu ropa estaba aún más desgastada de lo habitual, habías tenido la mala suerte de tener enfrentamientos sin ningún descanso y aquello provocó que tu vestimenta no diera una buena impresión de ti.

 Sabías que ya habías tardado mucho siendo detenida por unos cuantos demonios que impedían tu paso, por lo que de un momento a otro un aura de energía había aparecido recorriendo cada esquina de tu cuerpo. Esta aura te había ayudado completamente con la energía que habías estado perdiendo durante las batallas contra los demonios, así que al instante una sonrisa había aparecido en tu rostro.

  La primera vez que habías experimentado aquella aura solamente tenías quince años de edad, y es que te habías enfrentado a un enorme demonio el cual no podías derrotar tan fácilmente. Ese día estabas a poco de perder la razón y las energías por completo, pero de pronto habías sentido como es que un sentimiento de negación recorrió todo tu cuerpo y es que te habías negado a perder la batalla contra alguien así, por lo que al instante tu poder se desenvolvió en todo tu cuerpo en forma de aura, finalmente habías logrado derrotar al demonio.

— Ahora no están tan seguros de sí mismos— te burlaste de aquellos demonios, sintiéndote un poco superior a ellos.

  Estos comenzaron a retroceder cuando se percataron de tu gran energía, así que aprovechando aquella distracción de un solo movimiento te habías reencontrado con tu otra arma de esa manera iniciando una aniquilación sobre aquellos demonios.

  Cuando finalmente aquella oleada de demonios había desaparecido por completo habías caído al suelo pero te habías recargado sobre una pierna. El agotamiento se debía más al control que tuviste que tener para no perder los estribos, además de que esta era la segunda vez que habías utilizado aquella aura de energía, ya que anteriormente no habías practicado con él.

— Maldición— murmuraste después comenzar a respirar de forma agitada.

  La verdad es que ya tenías un mal presentimiento en el lugar, más que nada porque los ruidos de la batalla que había tenido Dante habían cesado por completo. No podías dejar de pensar en que quizás algo malo había sucedido mientras los demonios te distraían por completo, así que de una forma rápida te habías acercado hasta donde anteriormente se había ido él caza demonios.

  Tu olfato aún lograba percibir el olor repugnante de los demonios, además de que tenías que confiar ciegamente en qué Dante ganaría la batalla.

  Acelerando un poco la caminata lo primero que habías logrado observar fue el cuerpo de tu amigo tirado en el suelo, en el se encontraba su espada Rebelión clavada en su pecho. Y lo malo de esto es que su hermano gemelo había sostenido la empuñadura de la espada hacia el pecho de su hermano, tus ojos no daban crédito a lo que estaban viendo.

— No puede ser— murmuraste con pánico— ¡Dante!— exclamaste tomando la atención del hombre de vestimenta azulina.

  Habías sostenido la empuñadura de una de tus espadas, tomándola rápidamente de tu espalda en un solo movimiento. Tus pies comenzaron a dirigirse hacia el hombre que tenía el rostro de tu amigo, estabas dispuesta a terminar con la vida del tipo que había "aniquilado" a tú mejor amigo.

— Vas a pagar por lo que has hecho— tus palabras fueron duras, pero incapaces de tener un efecto sobre el hombre.

  No podías creer que él fuera capaz de terminar con Dante en una sola batalla, debido a que tu amigo te había mostrado que era capaz de hacerle frente a muchas clases de demonios.

  El hermano de Dante tenía la mirada clavada sobre ti, él sabía que no debía de subestimar a ninguna criatura y gracias a su "compañero", él sabía que tú eras una mezcla de seres que nunca habían juntado, por lo que tenía que tener cuidado contigo.

  Una vez que estuviste lo suficientemente cerca de él estabas por golpearlo de frente, el hermano de Dante simplemente dio una media sonrisa llena de insuficiencia debido a lo estupido que se veía que alguien como tú lo atacará de frente. Pero, eso solo era el parte de plan, por lo que una vez que tu mano llegó a unos centímetros de distancia de el rostro de él, tu cuerpo rápidamente cambio de dirección hacia su espalda.

  Al instante el rostro de Vergil cambio por completo a uno lleno de impresión, su sorpresa fue demasiada debido a lo rápido que tu cuerpo se había movido detrás de él.

  Y justo antes de que emplearas tu primer ataque hacia él, algo lo impidió.

  Una enorme navaja había sido lanzada con dirección hacia uno de tus dedos, los cuales estaban sumamente cerca del rostro del hermano de Dante.

— Basta— generó una voz que logró llamar la atención de ambos, de pronto su mirada se acercó hacia el de vestimentas azul— ¿Finalmente lo tienes?

  Él rostro del hombre había expresado fascinación después de percatarse de algo.

  Tu cuerpo de manera instintiva había retrocedido con dirección hacia el cuerpo de Dante, ahora mismo él no podría defenderse por lo que tú tendrías que hacer todo el trabajo.

— Si— afirmó él de vestimentas azules, colocando su delgada espada sobre su funda de manera delicada.

  La lluvia no cesaba y menos estando en lo alto de la enorme torre Temen-ni-gru, en el lugar se encontraba un ambiente solitario y más teniendo en cuenta de que había un hombre apuñalado.

  Él hombre de largos cabellos albinos te había observado de reojo para después dirigirse hacia él lado contrario del que encontrabas, dispuesto a retirarse del lugar como si nada hubiera sucedido, lo que provocó que tu molestia aumentará aún más.

  Pero tus sentidos se habían agudizado y de manera inerte giraste tu cabeza detrás de ti, donde allí se encontraba tu amigo el cual se había levantado del suelo en un solo movimiento. Dante rápidamente se acercó hacia su hermano con una enorme velocidad y este lo recibió con su filosa espada en mano.

— Por lo visto un demonio dentro tuyo ha despertado— añadió el de vestimentas azules, encontrándose frente a frente con su hermano.

  Nuevamente los hermanos estaban apunto de comenzar nuevamente una batalla entre si, pero él hombre de enorme cicatriz los había interceptado, de esta manera el hermano de Dante simplemente guardo su espada de nuevo alejándose del lugar.

  Algo en Dante había cambiado, este tenía un aura de poder incrementado en sí mismo y esto lograbas verlo a simple vista. Quizás su hermano gemelo tenía la razón, él demonio que habitaba dentro suyo finalmente había despertado, justamente como tú lo habías hecho en él pasado.

  Cuando te encontrabas cerca de él, Dante había caído rendido al suelo provocando que un miedo te atacará de esa forma dirigiéndote hacia él chico de cabellos blanquecinos.

— ¿Te encuentras bien? ¿Dante?— le habías cuestionado rápidamente, aunque después de observar como es que su sangre se esparcía en él suelo sabías que no se encontraba nada bien.

  Por tú parte podrías decir que estabas algo agotada por lo que sucedió con tu transformación, sino que no tanto como tú compañero. Colocaste una mano varios centímetros de alto de su espalda, donde de esa manera una aura de color amarillo apareció, el mismo que habías utilizado con la joven humana. Recordaste cuando había sido la primera vez que utilizaste aquellos dones, la vez en la que Morrison se encontraba en peligro de morir.