La cicatriz

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Hoy era viernes. Me gustan los viernes. Era un día en el que todo el mundo estaba más feliz.
Creo que se debe a la falsa ilusión de libertad.

A mí me gustan porque mamá hace tortitas para desayunar.

Y aquella mañana no era una excepción.

Bajaba las escaleras de dos en dos con Bóreas siguiéndome y mi estómago rugiendo.

Cuando entré en la cocina su olor me inundó y pude ver que mi madre había terminado de hacerlas, que mi padre ya estaba sentado leyendo el periódico y que Jules estaba poniendo la mesa.

- Buenos días- saludé para ponerme a ayudar a mi primo.

- Hola- me respondió con una sonrisa.

Saqué el caramelo y el chocolate de la repisa donde estaba guardado y los dejé en la mesa.

Luego fui a la nevera para sacar la nata. No hay tortitas sin nata y caramelo.

- Llama a tu hermano- me pidió mi madre dejando el plato de tortitas en la mesa.

Asentí y me asomé al pasillo.

- ¡Steve! ¡No te voy a esperar para comerme tus tortitas!

- Ya voy- le oí decir por las escaleras.

Volví para sentarme en mi sitio, mío y solo mío y mirar sonriente las tortitas.

Para empezar me iba a echar dos y luego ya vamos viendo ¿no?
No vaya a ser que me quede con hambre.

- Buenos días- saludó mi hermano entrando y sentándose a mi lado.

Ya llevaba puesto su uniforme de la heladería y tenía la cara algo cansada.

Me eché caramelo con generosidad, por si acaso había alguna parte sin ser cubierta y luego hice dos pequeñas bolitas de nata.

La primera no me salió como yo quería así que se la di a Steve que parecía no importarle.
Al fin tenía las dos iguales y perfectas.

Comencé a devorar mi desayuno con una sonrisa. Que feliz me hacían los desayunos de los viernes.

- ¿Crystal?- bajé a la realidad cuando hoy la voz de mi primo que se sentaba en frente.

- ¿Sí?

- ¿Salimos a las 10 para la piscina?

Espera.

¿Piscina?

Desde cuando íbamos a ir a...

La madre del cordero.

La piscina.

Hoy era viernes.

Miermelada.

- ¿Se te había olvidado?- me preguntó con media sonrisa.

No respondí. Él ya sabía que sí.

Si no se me hubiera olvidado, habría bajado con todo preparado y diciéndole la hora.

Pero en mi defensa diré que creo que me lo dijo el martes, cuando estuvimos con Billy cenando.

¿Cómo quieres que te escuche si mi novio no para de hacerme ojitos?

Joe, no es justo.

Ahora me siento fatal.

- No te preocupes Crystal, si quieres vamos otro día...

- ¡No!- me apresuré a interrumpirle- no, no, se me pasó Jules, perdóname. Pero vamos hoy. Ahora mismo preparo todo.

Hice el amago de levantarme pero luego miré mis tortitas.

Stranger girl {Billy Hargrove}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora