Hope

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Julio de 1985


Era jueves, no me gustan los jueves, no sé porque, pero desde siempre he sabido que no me gustan los jueves.
Era el día que estaba en mitad de la semana, en el limbo y que solo alargaba más llegar al fin de semana.

En definitiva, no me gustan los jueves.

Jules y mamá se habían ido a la embajada, Steve trabajaba, Billy trabajaba y mi padre trabajaba.

Y yo me dedicaba a jugar con Bóreas.

Puff. Que calor.

Creo que podría hacerle una visita a mi hermano para tener helado gratis. Eso sería bastante guay, de hecho, podría llevarme las cosas de la piscina y luego ir directamente al entrenamiento.

Sí, esa idea me gustaba.

Sobretodo el helado gratis.

Porque no era muy fan del centro comercial, en serio, ese es el sitio ideal para que me de un ataque de pánico.

Iría con mis cascos, derecha a la heladería y disfrutaría de un delicioso y fresquito helado de menta y chocolate.

O quizás de Straciatella.

Qué decisión más dura.

¡Mejor los dos!

Con una sonrisa en la cara, cogí mi mochila de la piscina y me despedí de Bóreas.

- Nos vemos esta noche- le dije antes de cerrar.

Lo malo del verano era que con el calor no podía usar mi chubasquero amarillo.

Pero tenía una camiseta que me regalaron mis abuelos, amarilla, con sendas margaritas en el pecho.
Y, obviamente, mi madre no desperdiciaba un momento para decirme que la iba a tirar, que ya no tenía 12 años.

Era amarilla como el bus que no estaba aquí todavía.

Venía dos minutos retrasado ya.

Y me comenzaba a poner histérica.

Movía mi pierna con impaciencia y mis ojos no se movían de la curva por donde debía de haber aparecido.

- ¿Te importa parar, niña?- me pidió una anciana que estaba sentada unos palmos a mi izquierda- es muy molesto.

- Perdón- dije asintiendo con la cabeza y paré de mover la pierna.

Me puse a repasar la ruta del bus, por los semáforos que pasaba y a calcular donde se podía haber entretenido para llegar tarde.

Pero deseché todo eso cuando vi al vehículo amarillo aparecer.

Me relajé y miré el reloj. Llegaba 4 minutos tarde.

Cuando todo el mundo se hubo montado, se puso en marcha, camino del centro comercial.

Yo me sentaba en los primeros sitios, aunque siempre respetando los que estaban reservados para los ancianos, embarazadas, etc.

Me puse los cascos y le di al play para que el casete se pusiera a girar y la música comenzó.

Ya os dije que sin música yo no puedo ir al centro, me da algo.

Stranger girl {Billy Hargrove}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora