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—Hey, Felix

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—Hey, Felix.

La puerta de su habitación se entreabrió dejando ver una linda cabellera pelirroja asomándose.

Su tono había sido suave para no molestarlo en caso de que estuviera dormido, acción que derritió el corazón de Felix que estaba acostado en su cama debajo de las sabanas mirando su teléfono. Lo dejo de lado en cuanto la vio entrar.

Ese día, Danbi había decidido ir como ella misma a clases por lo que ahora llevaba aun su uniforme pues salió apresurada de su aula a penas sonar el timbre de salida después de que los chicos le hubieran dicho sobre la razón de la ausencia de Felix cuando pregunto por él.

—¿Estás despierto?

—No.

La más alta rodó los ojos y abrió por completo la puerta para pasar. —No seas payaso, te traje algo. —Levantó la pequeña cajita envuelta en papel de regalo para después extenderla hacia él.

—¿Qué es? —Recibió la caja rápidamente, entusiasmado, y con una sonrisa la abrió. Su expresión cambió de inmediato a una seria al darse cuenta de lo que se trataba—. ¿Pañuelos?

La chica asintió contenta. —Mhm, para que te limpies la nariz ¿Cómo amaneciste? ¿Por qué te enfermaste? ¿Comiste algo malo? ¿Fue un resfriado? —Se sentó a un lado suyo en la cama.

—¿Ahora te importa? —bufó fingiendo estar molesto.

La verdad es que el tiempo que paso a solas le sirvió para darse cuenta de que Danbi tenía razones para dudar de él, después de lo que había hecho así que en realidad no estaba molesto con ella ni con Chan, pero le gustaba actuar de esa forma.

—No te enojes~, fue Daehyun, no yo. —Sonrió inocentemente recibiendo una mueca de fastidio del castaño—. No, ya en serio, perdón por hablarte así, ¡Pero no tengo la culpa, lo hiciste antes! Tengo derecho a dudar de tu palabra. —Lo señaló acusatoriamente.

—¿Viniste aquí sólo a regañarme?

—No, me preocupé por tu salud, pero no pareces enfermo. —Tocó su frente notando que su temperatura era normal.

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