—¡Ah! —gruñó el rubio llamando la atención de todos—. Me picaron las hormigas. —Se quitó del lugar, sacudió sus piernas con sus manos y rascó las marcas rojas que ya se habían formado en su piel pálida.
El lugar que Felix le había cedido anteriormente estaba cerca de un hormiguero lo que había causado que los insectos le subieran por las piernas y lo picaran dejando con una sensación de dolor y picazón.
—¿Estás bien? —El pecoso se acercó a él con la intención de ayudarlo, pero la chica se le adelantó.
—¿Lo hiciste a propósito? —preguntó la muchacha mirándolo acusatoria.
El chico puso en su rostro una expresión de indignación y movió su cabeza de un lado al otro con frenesí negando la acusación.
—¡No mientas! —le gritó el mayor con molestia.
El grito repentino le hizo asustarse, pero pronto puso en su cara una expresión igual de molesta—. ¡No estoy mintiendo! —respondió de la misma manera, fastidiado por su actitud.
—¡Yah, ¿Por qué están gritando?! —el entrenador también gritó intentando interrumpir la absurda discusión que habían empezado ambos chicos, pero fue ignorado.
—¿Cómo estás tan seguro de que lo hice a propósito?
—Lo has hecho antes en el zoológico —la pelirroja se entrometió recibiendo una mirada molesta del menor de los australianos por haber revelado eso.
—¿Ha sido a propósito? ¿¡Sabes lo mucho que dolió ir a ese maldito dentista!? —le reprendió.
Nuevamente se vieron interrumpidos esta vez por el fuerte sonido de un silbato sonando cerca de sus oídos.
—¿¡Por qué interrumpen mi clase!? —Se dirigió molesto hacia los tres intimidando a la menor quien se encogió en su lugar y se puso detrás de ambos chicos temiendo que les hiciera algo.
—Felix hizo que las hormigas picaran al chico —respondió como si nada Jaemin, un compañero de su clase.
—¡Yo no hice eso! —Se volteó molesto hacia él.