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Un irritante sonido hizo que abriera los ojos, el despertador sonaba indicando que debía levantarme. Di un gruñido en respuesta y al fin lo apagué, hoy era el primer día de escuela y tenía que ir, aunque me de flojera.

Después de arreglarme vi mi reflejo en el espejo, debajo de mis ojos había una pequeñas ojeras, mi cabello estaba algo húmedo por el baño, aunque se iba a secar rápido por su pequeño tamaño; no me veía tan espantosa, en resumen.

Desayuné rápidamente cereal y salí de la casa, sabía el camino aunque a veces me perdía un poco. Al menos unos 15 minutos después me encontré con el gran edificio color gris que ya antes había visto, entré y pude ver a varios alumnos viéndome curiosos; cuando traté de encontrar la oficina del director me perdí totalmente, había tantos pasillos que se veían exactamente igual, ¿Como piensan que voy a ubicarme?. Un chico castaño se ofreció a ayudarme, lo seguí y se marchó sin siquiera decirme su nombre pero eso no me importaba. Toqué la puerta y esperé alguna respuesta, pasé y me senté frente al gran escritorio, frente a mí estaba un hombre de avanzada edad con el cabello y bigote de color blanco, portaba un traje de color negro y una corbata roja, me miraba con amabilidad esperando a que dijera algo. Me presenté y el me dió mi horario junto a una llave con un número de mi casillero.

Bien, nueva misión, encontrar el salón de historia. Caminé por unos cuantos pasillos sin tener la menor idea de que hacer.

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Bastante tiempo después llegué a una especie de patio bastante desolado, ahí había un chico de cabello oscuro sentado debajo de un árbol, se veía bastante concentrado con la mirada fija en sus piernas. A falta de una mejor opción me acerqué a él, iba a hablar pero me interrumpió.

— Vete—

Guardé silencio. O no niño, nadie me habla de esa manera.

— Que amable, cretino— Me senté a su lado, vi el dibujo que hacía, era simplemente asombroso. Un paisaje boscoso con una preciosa luna, poseía un realismo increíble.

— Te dije que te fueras— Me volteó a ver, maldita sea, tiene los ojos más hermosos que he visto en mi vida.

— ¿Tengo cara de que me importe?— Respondí sarcástica, me acerqué más a él. Podía notar su incomodidad a kilómetros.

— Lárgate—

— Obligame— Sonreí triunfal, el chico tomó sus cosas y se largó a no sé dónde.

— Genial Cam, sigues perdida— Me maldije y salí del lugar.

Tardé un rato pero pude encontrar el pinche salón de historia, entré y había varios alumnos platicando entre sí de manera alegre. Busqué con la mirada un pupitre vacío, encontré uno en la fila del medio por la parte trasera; fui hacia el con algo de flojera, me senté y me perdí en mis pensamientos. No tardó mucho en empezar la clase, bla bla bla, cosas antiguas, bla bla bla, realmente no estaba prestando atención al señor que hablaba y hablaba sin parar, sonó el timbre dando a entender que la clase se había acabado. Tomé mis cosas y busqué mi siguiente clase: matemáticas.

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De nuevo estoy perdida y llegando tarde, ¡Que hermoso!. Corrí como alma que lleva el diablo a través de distintos pasillos al azar, pero como toda pendeja que no se fija por dónde va choque con un chico, ambos caímos al suelo.

— Su puta madre, lo sien... Oh, hola idiota— El chico de cabellos oscuros me observó con rabia. — No te pongas así mi vida— Me levanté y le extendí la mano para ayudarle a levantarse, este la negó y se incorporó por su cuenta.

— Largo— Murmuró el extraño chico, solté una risilla y lo tomé del brazo a modo de juego.

— Ay cariño, no aprendes— Me miró con algo de asco mientras trataba de soltarse de mi agarre. — Oye niño— Lo solté y tomé distancia. — ¿Sabes dónde está la clase de matemáticas?—

— Tiene que ser una maldita broma— Llevo su mano derecha a su frente con algo de brusquedad, yo reí ante esto.

— ¿Te toca conmigo cierto?— Su rostro demostraba frustración e ira, pobrecillo. Le tocó con el mismísimo diablo. — ¡Mi amigo va a ir conmigo a clases!— Me lancé a abrazarlo, que más que una muestra de "cariño" quería que sus costillas se rompieran y atravesaran sus lindos órganos.

— Te odio... — Solté al chico de cabellos oscuros, su mueca de asco sería un meme bien chido.

— Yo también te quiero mejor amigo sin nombre— Traté de hablar con un acento parecido al de las famosas "Lolis" pero no funcionó; hice un puchero raro mientras el chico sin nombre me veía extrañado. — ¿Y tú qué pedo? ¿Neta no me vas a decir tu nombre?— Me acerqué peligrosamente a su rostro, que al instante se tiñó de un rojo menstruación bien bonito.

— Soy Helen— Lo dijo en un susurro apenas audible.

Demonios Camila, no te vayas a pinches reír.

Muy tarde, unas pequeñas risas salieron de mis labios ante el nombre de mi acompañante.

— Es nombre de vieja— Su rostro tenía una bonita expresión de querer colgarme en algún lugar muy alto para no volver a verme. Solo me daba más gracia su pinche cara.

— Esto va a ser muy largo—

— Bueno, no te me agüites mijo'. Yo soy Camila, pero dime Cam... Yo sí acepto que soy vato— Decía medio en broma y medio enserio. — Oye...—

— ¿Qué pasa?—

— ¿Dónde chingados es la clase de matemáticas?— Pregunté al fin.

— Oh, no vino el profesor. Este salón es el de matemáticas— Señaló una puerta detrás suyo.

— ¡Recorrí toda la puta escuela para nada! Puta vida— Helen soltó una pequeña risa que casi no se notó, pero era como la de una niña tierna... Me lo imaginé con vestido y unas coletas, no está nada mal.

— Bueno, llévame a mi siguiente clase. ¡Corre!— Salté a su espalda y ambos perdimos el equilibrio. Acabo de conocerlo y ya me cae bien, pinche niño.

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⏰ Última actualización: Jul 09, 2020 ⏰

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|| ¿𝘘𝘶𝘦 𝘗𝘶𝘦𝘥𝘦 𝘚𝘢𝘭𝘪𝘳 𝘔𝘢𝘭? || Bloody Painter || [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora