07

47 6 0
                                    

Hallazgos interesantes

—¿se quedaron mudas o que? —preguntó Allan de nuevo poniendo unas bandejas con comida frente a nosotras.

Comencé a pensar rápidamente en que hacer, la verdad yo no quería decirle sobre esto a nadie, pero después de todo, el sí me transmitía algo de confianza. Es de esas personas que apenas los ves sabes que puedes confiar en ellos.

—A ver, siéntate para contarte. —Le hice señas a Allan para que se sentara. Harper me miró con cara de "¿En serio le vas a contar?"

—Bueno, soy todo oídos —dijo Allan mirándome con atención.

—Pues te cuento; la casa Murphy es muy famosa por un múltiple asesinato que hubo hace años, encontraron a dos personas muertas y un desaparecido que fue el bebé de los Murphy. —Hice una pausa mirando a Harper que también estaba muy atenta a la historia aunque ya la sabía—. Y pues a mi me entró la curiosidad, además, está en nuestro vecindario y decidí entrar a la dichosa casa con Harper, sólo había cosas rotas, viejas, polvo y oscuridad, lo normal dentro de una casa abandonada. Pero hubo algo que al menos a mí me llamó mucho la atención y fue una fotografía de la familia Murphy. Y ahora quiero ir de nuevo a esa casa, a investigar.

—Que interesante —dijo pensando por un momento—... ¿Yo podría ir con ustedes? —preguntó Allan con emoción.

—Pues yo creo que sí. —Afirmé—. ¿Tú que dices Harper?

—Está bien, supongo. —Movió los hombros y miró a Allan de reojo.

Creo que a Harper le había parecido atractivo, y no es para menos, Allan tenía un cuerpo muy formado, era alto, rubio, con ojos de una mezcla entre gris y azul.

—Pues comamos y nos vamos. —Agregué.

Comenzamos a comer lo que Allan nos había traído, era pollo, puré de papa y nestea. Estaba delicioso.

20 minutos después

—¿Listo? —pregunté, los chicos asintieron—. Entonces vamos, estoy ansiosa. —Me puse de pie, esperé a que ellos hicieran lo mismo y nos dirigimos hacia la salida.

El autobús ya se había ido así que tuvimos que ir andando hasta nuestro vecindario. El camino fue muy agradable, aprovechamos de conocernos un poco más y hacer una que otra broma. Allan nos platicó que había llegado aquí hace poco «al igual que nosotras», y que no tenía amigos, que éramos sus únicas conocidas en toda la ciudad, también nos dijo que vivía cerca de nuestro vecindario.

Unos 30 minutos más tarde ya estábamos frente a la casa de los Murphy. Entramos y caminamos en silencio hacia el interior de la casa.

—¿Ahora qué hacemos? —preguntó Harper de mala gana. Yo sé que ella no quería venir pero la necesito aquí de apoyo, más tarde hablaría con ella.

—Vamos arriba —respondí.

Subimos las chirriantes escaleras a paso lento hasta llegar arriba.

—¿Y ahora? —habló Allan analizando con la mirada el lugar.

—Dividámonos, cada uno revise una habitación, están en el pasillo a la izquierda. —Expliqué.

Caminamos todos hacia el pasillo y Harper entró a la puerta de la derecha, Allan a la de la izquierda y yo seguí hasta la que estaba al fondo del pasillo.

Suspiré fuertemente y tomé el pomo de la puerta girándolo con lentitud. Al otro lado de la puerta me encontré con una habitación sucia y polvorienta, amueblada completamente con cosas de bebé; una cuna con una mesita de noche junto a ella, un armario al lado izquierdo con algunos juguetes sucios y descompuestos en el suelo. Me acerqué a la mesita de noche dónde se encontraba una lamparita y revisé dentro de los cajones, nada.

Revisé toda la habitación y no había nada sobre la hija de los Murphy. Suspiré molesta por no obtener resultados y me dirigí a la puerta, ya vendría otro día para seguir revisando. Cuando ya estaba a punto de salir que me giré a ver la habitación por última vez divise debajo de la cuna un frasquito.
Me acerqué rápidamente hacía la cuna y tomé el frasco en mis manos, lo abrí. Pude sentir en el momento que mi corazón comenzó a latir fuertemente, como mi pulso se aceleró y mis manos comenzaron a temblar.

«No puede ser posible»

Dentro del frasco se encontraba una mano humana totalmente conservaba en un líquido que tenía un olor asqueroso.

El envase resbaló de mis temblorosas manos causando un estallido del cristal al impactar contra el suelo pero aún con eso yo no reaccioné, estaba atónita, sin habla. Quería salir de esa habitación que cada segundo se hacia más pequeña y con menos oxígeno, pero no podía, era como si mi cerebro y mi cuerpo no coordinaran. Retrocedí a pasos lentos, pensando que hacer hasta que choqué contra la puerta de la habitación sobresaltándome.

«Creo que si fuera inteligente... ¡Saldrías corriendo de una vez por todas!»

Me calmé, intente respirar detenidamente y analizar la situación en la que me encontraba. Estaba en una casa abandonada, en el cuarto de un posible bebé asesinado hace años dónde encontré una mano conservaba en una hedionda sustancia que parecía formol... ¿¡Que carajos hacia esa mano ahí?! Esto se estaba tornando más grotesco de lo que parecía.

Me armé del valor que no tenía y me acerqué nuevamente a dónde se encontraba la mano para poder examinarla más de cerca; no se veía descompuesta pero si desprendía ya un olor fétido, quizás porque aunque tenía el conservante hacía tiempo que se encontraba en ese frasco. No tenía algún rasgo para determinar si era de hombre o mujer, sólo que la persona era de piel clara.

Llegué a la conclusión que quizás esto no tenía que ver con la casa sino más bien que como la casa estaba abandonada y tenía esa fama tan misteriosa de un asesinato sin resolver algún culto satánico vino aquí a realizar sus ritos macabros. Intente no darle tanta importancia a eso y me concentré en seguir investigando a ver que más podía conseguir.

Salí de la habitación y regresé por el pasillo nuevamente hasta dónde todos nos habíamos dividido.
Preferí quedarme callada y no decir nada sobre lo que vi, quizás había sido una secta o algo así y no quería alarmar a los chicos.

—¿Conseguiste algo? —Me preguntó Allan al ver que aún estaba un poco temblorosa.

—No —hablé con firmeza para que lo creyera— ¿y tu?

—Pues al parecer en el cuarto vivía una señora o alguien que era mujer.

Quedé muy desconcertada, hasta donde yo había leído y vi en la foto de la familia Murphy sólo eran tres; el señor Murphy, su esposa y su bebé.

—Acompáñame, quiero ver algo —hablé caminando hacia la habitación que revisó Allan.

Allí dentro sólo había una cama, un armario con ropa de mujer y unas cuantas cajas, nada relevante. Revisé todo pero no consigue nada en la habitación aparte de lo antes nombrado.

—¡Chicos! —Escuchamos el grito de Harper desde afuera.

—Vamos. —Allan abrió la puerta para que saliéramos.

—¿Conseguiste algo? —dijimos Allan y yo al unísono.

—No, al parecer es la habitación de los esposos. —Alzó los hombros.

—Ah —dije con un poco de decepción—. Entonces vámonos a casa.

—Buena idea. —Celebró Harper comenzando a bajar las escaleras.


******

💢Allan en multimedia💚.

El secreto de Grace ||TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora