22

28 3 0
                                    

Alejados de la realidad

—¿Estás segura pequeña? Sabes que no sé bailar muy bien, ¿y si te piso? —Me respondió Evans algo inquieto.

Ya teníamos rato en la fiesta, había tomado algunas copas y me encontraba un poco alegre pero no estaba borracha ni nada parecido.

—Si tonto no importa, yo quiero bailar contigo, vamos —dije haciendo puchero.

—Vale, vamos. —Terminó cediendo con una sonrisa de “siempre me convences”.

Lo hale hasta la pista de baile, estaba sonando una canción muy movida así que era perfecta para bailar. Me puse de espaldas a él para comenzar a moverme, primero lento para que Evans me llevara el ritmo, cuando sus pasos fueron acompasados junto a los míos y me tomó por las caderas, comencé a moverme un poco más rápido.

—Al parecer el alcohol te pone más extrovertida. —Murmuró Evans a mi oído.

Me giré para quedar de frente a él.

—Te quiero mucho pequeña. —Me besó, algo corto pero intenso.

—Y yo a ti Evans. —Le sonreí.

«Ya te perdimos»

Sí, pero vale la pena correr el riesgo.

3 horas después

Eran la 1 de la madrugada y la fiesta estaba más prendida que nunca, pero la verdad ya estaba un poco cansada y tenía sueño.

«Aguafiestas»

—Evans. —Le llamé, interrumpiendo su conversación con Allan.

—¿Dime cariño?

—¿Podemos irnos? Estoy algo cansada.

—Está bien pequeña, vamos. —Me dio un beso en la frente.

—¿Ya se van? —preguntó Harper haciendo puchero.

—Si Har, estoy cansada. ¿Ustedes se quedan?

—Sí, nos quedaremos otro rato. —Habló Allan.

—Vale, se portan bien. —Solté una risita.

—Eso digo yo —dijo con mirada pícara, yo sólo rodé los ojos.

—¿Y en que se irán? —preguntó Evans.

—Yo le digo a mi madre que nos busque, tranquilos —dijo Harper.

—Bueno está bien —respondió Evans.

Nos despedimos de Harper y Allan, salimos de la fiesta y nos subimos al auto.

Recordé algo de golpe, no había traído mis llaves, las olvidé.

—Evans… —murmuré.

—Dime. —Encendió el auto.

—Mejor vámonos a tu casa. —Solté.

—¿Enserio? —Me miró sorprendido.

—Sí, mi mamá ha de estar dormida y no quiero despertarla, se me quedaron las llaves. —Bufé.

—Vale está bien, vamos. —Me sonrió y puso el auto en marcha.

(…)

Todo el camino a casa de Evans fue placentero, me encantaba su compañía y le quería mucho.

Ya habíamos parado frente a su casa, según lo que me había explicado estaba a unos 15 minutos de la mía. La fachada de su casa era de ladrillos, sencilla pero muy bonita.
El bajó del auto, lo rodeó y me abrió la puerta.

El secreto de Grace ||TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora