El Abismo Entre Nosotros

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En años donde las gallinas eran adoradas como las vacas en la Indía, el mundo estaba dividido por imperios, unos de ellos, fuerte, con gran poder y palabra era el gran Imperio Ricma, gobernado por el rey Astroguis, vivía una bella mujer llamada Lisandra de Ricma y Nebales.

Lisandra era hija del rey Astroguis de Ricma y de la Reina Remea de Nebales, y era heredera legítima del trono, era una mujer sensata, humilde y astuta, pero tenía una pequeña imperfección, una desventaja frente a otras mujeres pero que ella convertía en una virtud, su vista era obstaculizada por una gran oscuridad, su visión era nublada por un velo negro que ocultaba ante los ojos de la princesa el mundo que podría ofrecérsele.

Pero eso no era un problema para ella, su imaginación era tan grande que con solo oler algo se imaginaba su forma; sus manos frágiles y sencillas podían ayudar a Lisandra a imaginarse las cosas que tocaba; una ventaja era que, aunque las cosas no tuvieran gran apariencia, Lisandra las imaginaba con gran ímpetu y belleza.

Y así, su vida llena e invadida de imaginación solo constaba en lo que los ojos de su alma podían ver, su fe en que las cosas eran o tenían que ser de alguna manera, era tan grande, que era capaz de crear sentimientos fuertes por cosas, animales o hasta personas.

Unas semanas después de que el Imperio Ricma ganara la batalla contra su enemigo, el Imperio Lostros; los soldados habían capturado a un soldado lostrosé, el cual, joven y apuesto, era pieza importante tanto para los ricmanes como para los lostroceses, ya que el soldado era nada más y nada menos que el hijo del rey Araújo, rey del Imperio de Lostros.

Con vacilo el rey Astroguis tenía un plan de extorsión y tortura contra el príncipe secuestrado, su plan tenía un solo enfoque: expandir terrenos, puesto que el imperio con más terrenos tiene más poder y los demás imperios podían tener cierto respeto y alabanza hacía ellos y también a él, como rey. Lisandra estaba supremamente contenta con esta hazaña realizada por su padre, sabía lo importante que era para él, pero aún así sentía que algo andaba mal, no todo podía ser así, no tenía por qué pagar el príncipe éste precio por la ambición de su padre.

Un día le pidieron el favor que curara al príncipe, (ya que ella había ido a un instituto donde adquirió conocimientos de botánica) que por nombre tenía Alejandro de Lostros y Benansia del Sur, le pidieron que sanara las heridas ocasionadas por los soldados ricmanes ya que por mandato del rey Astroguis tenían que sacarle información acerca de los puntos débiles del imperio enemigo, pero con la única condición: no acabar con la vida de él, aún no era el momento para eso; entonces Lisandra como tenía habilidades curativas fue al encuentro de él junto a su guía, un lazarillo que su padre había mandado a adiestrar desde que era un crío.

Al llegar al lugar donde estaba el príncipe, sintió un silencio profundo y a los pocos metros comenzó a oír los quejidos del muchacho, por lo que oía Lisandra descartaba el hecho de que el príncipe estuviera bien, se estremeció y estaba absolutamente convencida que, aunque a veces almas inocentes paguen las consecuencias de guerras innecesarias es vital luchar contra eso si está en nuestras manos. Se acercó, su corazón estaba contrito e indignado, al tocarlo ella sintió un amague, quizás por haber tocado una de sus heridas, entonces le preguntó:

- ¿Cuál es tu nombre débil hombre? -dijo Lisandra con curiosidad-

- Soy el príncipe Alejandro, ¿y tú invidente mujer? ¿Eres Lisandra, la princesa de éste imperio? -respondió con esfuerzo el príncipe-

- Sí, ¿cómo lo supiste?

- Porque eres muy hablada en el pueblo de la Quietud.

El pueblo de la Quietud era un lugar imparcial, un lugar donde las normas de cualquier imperio no valían, su única norma era ayudar al necesitado, amar al que ama, perdonar al que perdona y tener paz entre todos, este pueblo se caracterizaba por recibir a los que huían del control de los otros imperios y que buscaban cambiar su vida, sacando la palabra "guerra" de sus mentes, dando esperanza al que no tenía ningunas. Aquí se destinaban un grupo de ancianos llamados los Ancianos Tefiles para gobernar, y un grupo de jóvenes que eran la mano derecha de estos ancianos los que llamaban los Jóvenes Tefilistas, eran prácticamente un sistema de gobierno donde se ligaba la comprensión y la ayuda al pueblo, pero que su sustento era por las donaciones de imperios vecinos.

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⏰ Last updated: May 24, 2022 ⏰

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