Atentado en el hotel y... ¿un héroe caído?.

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Kagome y el oficial Asakura seguían hablando, todo relacionado al tema de Takemaru no Setsuna e Inuyasha, habían decidido no llamar a los menores pues dejarían que se perdieran en ese mundo virtual ignorando los peligros a los que ya se estaban acostumbrando.

De repente las alarmas contra incendios empezaron a sonar. Gritos de personas hacían eco en el lugar, los Taisho restantes salieron rápidamente de su habitación. 

—¿Qué es eso?.

—¡Algo se quema!.

—Huele a humo.

Los nervios se acumulaban, los gritos y alarmas, el olor a quemado y demás factores hacían pensar que algo no andaba bien en ese lugar.

—No sé que ocurre pero vámonos de aquí. —Ordenó el oficial, ese instinto que tenía le indicaba que debía sacarlos cuanto antes.

—¡Vámonos!. —Exclamó Kagome.

Abandonaron la habitación, al salir vieron a los demás residentes correr hacia los pisos de abajo, otros salían por las ventanas y bajaban por las escaleras de servicio. Un disparo justo a su lado los hizo voltear, los hombres de Takemaru les apuntaban con armas.

—¡Entreguen al mocoso!. —Gritó el que parecía ser el líder.

—¡Eso jamás!. —Resonó la voz del oficial.

Los Taisho se colocaron tras él, el lugar empezaba a llenarse de humo y toser era inevitable. Todo el lugar empezaba a desmoronarse.

Los hombres no aceptaron su respuesta, los disparos lo hicieron retroceder y ocultarse tras una pared con los Taisho.

—Kagome, quiero que salgan de aquí inmediatamente. Yo los detendré. —Tosió ante el ardor del humo en sus pulmones. —Salgan rápido y con cuidado. —Ordenó al ver que no se movían del sitio.

—Pero...

El oficial sacó una arma extra de su uniforme y mientras los enemigos recargaban armas le entregó a Kagome esa pistola extra.

—Úsala con cuidado, sólo apunta al frente y dispara, no cierres los ojos. —Le explicó mientras disparaba al contrario acertando el tiro, eran varios y sería difícil, pero lo más difícil eran los Taisho, estaban reacios a irse del lugar.

Los hombres de Takemaru al ver que podían acercarse pues el oficial recargaba tomaron la oportunidad.

—¡Váyanse ahora mismo!. —Exigió.

La chica obedeció, arrastró consigo a sus hermanos pero uno se opuso a marcharse sin el oficial.

—No iré a ningún lado sin ti, idiota. —El menor se armó de valor y le dio un beso al oficial que vigilaba a los tipos de Takemaru, un trozo del techo había caído pero al parecer planeaban quitarlo e internarse entre el fuego abrasador. —Sé que es mal momento pero... Te amo.

Eso lleno de dicha el corazón del oficial que sin pensarlo volvió a unir sus labios con el menor.

—Yo también te amo, mi niño mimado.

El crujir del techo hizo que recordaran donde estaban, los demás dejaron de verlos expectantes.

—Largo de aquí, ahora. —Pidió al ver como esos hombres trataban de evadir las llamas y acercarse a ellos.

—¡Rápido bestia, esto caerá!.

—¡Inu es hora!.

—¡Inuyasha, debemos irnos!.

El menor le dio la espalda al oficial.

—Váyanse ustedes yo... 

Fue como si hubiese pasado en cámara lenta, los Taisho vieron al oficial darle un golpe a Inuyasha en la cabeza haciendo que se desmayara y lo vieron atraparlo antes de que cayera al suelo. Con una mano lo sostuvo y con la otra le disparó a un hombre, no se acercaban gracias a los escombros que estaban bloqueando el paso pero eran capaces de dispararles.

Enamorado en una vida peligrosa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora