Capítulo 2

830 51 3
                                    

El viaje en tren hacia Hogwarts se basó en anécdotas acerca de las vacaciones de verano: la de Harry era la misma de siempre, exceptuando los Mundiales de Quidditch; Hermione hizo con sus padres un crucero por el Mediterráneo y los Weasley se han pasado el verano en la Madriguera.
Cuando notaron que el tren ya no estaba en movimiento, el grupo de amigos se apresuró a recoger sus baúles de los estantes. Salieron afuera. Melanie respiró hondo; olía a pino, a magia, por fin volvía a estar en casa. Recorrió la mirada por todo el andén buscando a una persona a la que todavía no había visto, pues no era de moverse por todo el tren en el viaje. La localizó al final del andén, con su novio, Cedric Diggory. La mejor amiga de Melanie, Lilith Ross de Hufflepuff saltó de alegría al verla. Después del abrazo más largo de toda su vida, Lilith se apresuró a comenzar la primera conversación del curso:
-¿Te has enterado?
-¿De qué?
-Este año en Hogwarts no va a ser normal.
-¿Algún año en Hogwarts ha sido normal?-dijo Melanie riéndose mientras miraba a Harry, el cual también comenzó a reírse fuertemente.
-A lo que se refiere tu amiguita-Draco Malfoy se metió en la conversación sin que nadie pidiera anteriormente su opinión-, es que un gran evento de gran relevancia histórica va a tener lugar en Hogwarts este año, Jones.
-¿Sabes algo?-dijo Melanie.
-Sé todo lo que tú no sabes, como que no tendrás posibilidades de participar en el evento.
-¿Ah sí? Eso ya lo veremos.
Draco se marchó seguido de su séquito de amigos entre risas. Melanie tenía ganas de transformarlo en un saco de boxeo para poder aporrear lo fuertemente, pero como siempre había hecho cada vez que pensaba aquello, se contuvo para que nadie saliera herido. Abandonando a Malfoy de sus pensamientos, Melanie preguntó a su amiga si sabía de lo que se trataba:
—Eso es lo que me ha dicho Cedric. Él sí que sabe lo que es, pero le ha prometido a su padre que no daría detalles, le gusta verme intrigada.
                             .....
El Gran Comedor, como todos los años, estaba abarrotado por cientos de estudiantes, tanto nuevos como antiguos. Después de la ceremonia de selección, Gryffindor tenía diez nuevos miembros. Después del banquete todos los platos y cubiertos desaparecieron y el profesor Dumbledore se puso en pie para dar su habitual discurso de bienvenida.
—¡Bienvenidos un año más al Colegio Hogwarts de magia y hechicería!—el comedor se quedó en silencio al instante—. Algunos lo sabrán, otros no, pero este año en Hogwarts tendrá lugar un evento de gran importancia histórica: el Torneo de los Tres Magos—los murmullos comenzaron a escucharse por todo el Gran Comedor, mucha gente debería saber de qué trataba el Torneo—. Alumnos de las escuelas de magia Durmstrang y Beauxbatons pasarán el curro en nuestra escuela para presenciar el acontecimiento. De cada escuela, incluida Hogwarts, será elegido un representante llamado Campeón, pero no sé elegirá por voto, ni mucho menos. Este es el Cáliz de fuego.
En medio del comedor se encontraba una especie de cápsula ricamente decorada con ornamentos de oro. Con un movimiento de varita, el profesor Dumbledore hizo desaparecer la cápsula dejando al descubierto un gran cáliz de madera en el que ardían unas llamas azuladas.
—Todo el que quiera formar parte del torneo deberá escribir su nombre en un papel e introducirlo en el cáliz, pero según hemos acordado con el Ministerio de Magia, sólo podrán participar alumnos mayores de diecisiete años.
Igual que al principio el silencio se hizo en un momento, los abucheos comenzaron a multiplicarse después de que el director pronunciara aquellas palabras.
Teniendo en cuenta lo que le dijo en el andén, Melanie miró a Draco Malfoy, el cual también le miraba con una sonrisa de satisfacción desde la mesa de Slytherin.
“Joder, tenía razón” pensó Melanie un poco decepcionada.
—¡Vale, vale! Entiendo que algunos estéis un poco decepcionados—siguió Dumbledore—, pero es por vuestra seguridad, ya que los elegidos se enfrentarán a tres pruebas que constituyen un gran peligro.
“El plazo para depositar vuestro nombre en el cáliz es desde mañana, hasta el día 31 de octubre. Para concluir, aviso de que los alumnos de las otras escuelas llegarán a Hogwarts el primer día de octubre, espero que les deis una calurosa bienvenida. Ahora, ¡todos a vuestras salas comunes y que tengáis buenas noches!
—¡Hey, Mel!—sobresaltada, alejó su mirada de Draco, el cual ya se levantaba de la mesa, para que se posase en Fred y George Weasley—. Te vemos un poco decepcionada; nosotros también lo estamos porque todavía no cumplimos los diecisiete hasta abril. A donde queremos llegar es...
—Tenemos un plan—dijo George—. Somos unos ases en pociones, y vamos a aprovechar ese conocimiento para hacer una poción.
—Una poción envejecedora, ¿sabes de qué va?—Melanie asintió—. Entonces te esperamos el lunes después de la comida en la vestíbulo.
Dicho esto, los gemelos se levantaron del banco y se dirigieron a la torre de Gryffindor, ella los imitó. Entre la multitud intentó visualizar a Harry, pero no lo consiguió, así que decidió irse sin compañía, de hecho, lo prefería así, tenía una sensación extraña. Comenzó a caminar mirándose las zapatillas rojas con cordones que Harry le regaló por su pasado cumpleaños en abril. Dos minutos pasó en soledad, hasta que un par de zapatos negros con un brillo resplandeciente de toparon en su camino. Levantó la cabeza para ver de quien se trataba.
—¡Malfoy! Mierda, qué susto me has dado.
—Cuida tu vocabulario, Jones. ¿Vas a participar?
—¿En qué?
—En el torneo, claro.
—Eh, bueno, ¡qué dices! En plan, sí que me habría gustado, pero... Espera, ¿por qué estoy hablando contigo?
Melanie le dio un codazo con la intención de que Draco se diese cuenta de que no tenía ninguna gana de entablar una conversación con él, pero Draco rápidamente se dio la vuelta y le agarró de la muñeca.
—¿Puedo acompañarte? A Gryffindor.
Melanie abrió la boca con expresión de perplejidad, pero no fue capaz de pronunciar ninguna palabra. Sentía como si mil tambores arremetieran contra su estómago. No sabía que estaba pasando, el chico que había estado odiando tantos años seguidos le iba a acompañar hasta la sala de Gryffindor y ella no lo había negado, ni siquiera había hecho ademán de soltarse la muñeca. Por un momento en tres meses, Harry se esfumó por completo de la mente de Melanie. Después de unos momentos de silencio la chica volvió a la realidad y soltó la muñeca de la mano de Malfoy. Seguidamente comenzó a caminar sin dirigirle la palabra.
—No puedes, pero vas a intentar participar—adivinó el rubio, rompiendo el silencio que les rodeaba. Melanie siguió sin decir nada—. Te he visto hablando con los gemelos pelirrojos. Vas a actuar con ellos, ¿verdad?
—Eso a ti no te incumbe.
El chico rió tímidamente sin responder.
—Y... El expelliarmus de esta mañana. Te ha salido muy bien.
—Eh, bueno, gracias. Aunque qué más da, es un encantamiento muy sencillo—un silencio sepulcral se apoderó de los dos chicos hasta que Melanie volvió a hablar—¿Estás intentando ligar conmigo, Malfoy?
—¿Qué? Ya te gustaría. Eres tú la que debería intentar ligar conmigo. ¿Acaso me has visto?—replicó el chico trazando una línea con las manos a cada lado de su cuerpo.
Lo quiso evitar, pero no pudo. Melanie esbozó una sonrisa mientras bajaba la cabeza.
—Tengo novio, ¿sabes?
—Y yo tengo un pelo perfecto, ¿sabes?
—¿Sabes? Creo que no eres tan idiota. Pero será mejor que me vaya a dormir.
Melanie se dirigió al cuadro de la Señora Gorda, la cual se quejó por la interrupción de su profundo sueño. Draco no se movió hasta que el cuadro se hubiera cerrado.
Sin embargo, lo que ninguno de los dos sabía, es que alguien los estaba observando.

Inesperado - Draco Malfoy Donde viven las historias. Descúbrelo ahora