El café

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Zilan: ¿Dónde te apetece ir?
_: Ven, sé un sitio.

Lo llevé a un bar que había bastante apartado de la ciudad, no me apetecía cruzarme con nadie. Cuando llegamos, nos sentamos en la terraza del bar, no había mucha gente, lo cual me encantaba ya que me agobia muchísimo la gente, de ahí mi fobia social.

Camarera: ¿Qué desean tomar?

Zilan: Café solo, con sacarina por favor

Camarera: Perfecto, ¿y usted señorita?

_: Limonada.

Camarera: Serán 4,50€ por favor

_: Yo lo pago -digo mientras saco de mi bolsillo un billete bastante arrugado de 5€-
Pero, no alcanzo a darle el billete a aquella chica. Zilan cogió mi brazo y lo apretó con fuerza mientras le daba un billete de 10€ a la camarera.

_: ¿Porque hiciste eso?

Zilan: En la primera cita suele pagar el hombre -suelta mientras guiña el ojo derecho-

_: Esto que yo sepa no es una cita, aunque podríamos tener una más adelante.

Espera, que coño acabo de decir. ¿Lo he dicho en voz alta verdad? Quiero morir ahora mismo.
Por suerte, solo rió y no dijo nada más, hubiera sido bastante incómodo, más de lo que ya lo era. Después de unos cinco-siete minutos, trajeron mi limonada y su café. Para romper el hielo, dije con tono burlón:

_: ¿A quién le gusta el café solo? Esta demasiado amargo. Eres bastante raro.

Zilan: Si bueno, yo al menos no me ando chocando con la gente.

En ese mismo instante, mi cara cambió. Pasé de estar riendo, a recordar todo lo que pasó días atrás. Desgraciadamente, lo notó

Zilan: Amb, oye, lo siento, no-no quer...

_: No, no te preocupes, simplemente. Déjalo, no importa.

Segundos después, escuchamos varios gritos, aunque no les dimos importancia, siempre hay algún/a loco/a liándola por la calle. Prestamos atención, cuando escuchamos un disparo. Las pocas personas que habían en el bar se giraron o simplemente, salieron corriendo.

No supe cómo reaccionar, al darme cuenta, que eran mis padres los que estaban ahí, con un hombre, el cual llevaba el arma mientras apuntaba a mis padres. Cogí mi móvil el cual estaba en la mesilla del bar, me levanté de la silla pero, cuando fui a irme, otro disparo me paró, y esta vez no fue solo el ruido.

Zilan: M-Melisa, n-n-no puede ser. ¡MELISA!

No sabía que estaba pasando, ni porque Zilan tartamudeaba y gritaba, al igual que el resto de gente que quedaba allí, esperando en la puerta del bar a que todo parase para salir corriendo.

De un momento a otro, dejé de escuchar, ví como mi padre y mi madre venían corriendo lentamente. Mi vista se puso en gris, no veía nada, veía borroso. Antes de dejar de ver por completo, bajé un poco la mirada hacia mi abdomen y, ahí estaba, un agujero del cual salían chorros y chorros de sangre, todas mis piernas estaban cubiertas de sangre, bajo mis pies, había un charco de sangre, con el cual fácilmente podías fregar una casa entera.

Un mili segundo después de esto, caí desplomada al suelo. De lo poco que escuchaba, podía oír a muchísima gente alrededor gritando, pero, sobretodo, su voz, esa dulce voz que tenía. Esa...dulce...voz...

Far away from homeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora