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Se le había pasado el tiempo volando mientras estaba con Patty, y llegaba tarde al rancho. Sabía que tendría que oír a Milo echando pestes por el retraso de su cena. Según la opinión de Patty, ____ debía seguir haciendo lo que hacía hasta demostrarle a Milo que su voluntad de quedarse era inquebrantable. De acuerdo, lo haría a pesar de cuánto echaba de menos poder ser ella misma, no tener que estar siempre en guardia. Cargada con comida y un montón de plantas que había comprado en un impulso, entró por la puerta principal y se encontró con Milo que, como siempre, estaba en su trono viendo la televisión. En lo primero que reparó fue en que las cortinas que ella había dejado abiertas estaban cerradas.
—¿Qué pasa, Smith, se ha perdido? —le preguntó Milo —. Sabía que debería haberle dado un compás y un mapa.
—Vaya, si está usted ahí. No lo había visto, tan sumergido en las sombras.
—Si no recuerdo mal, le dije claramente que no quería que abriera las cortinas y dejara entrar la luz.
—Claro, conde Drácula, se me había olvidado que los vampiros detestan el sol–dijo ella mientras se encaminaba hacia la cocina—. ¿Dónde he puesto la estaca que pensaba clavarle en el corazón? Nunca la tengo a mano cuando la necesito. Él ignoró su sarcástico comentario.
—¿Por qué ha cambiado los muebles de sitio? Casi me rompo la otra pierna al dar la vuelta, creyendo que iba a haber una cosa y encontrándome otra.
—Bueno, según Feng Shui...
—¿Quién demonios es ese Feng Shui?
—Es el filósofo chino del diseño de interiores —dijo ella. Él la miró con gesto agrio—. Según dice, si uno cambia el aspecto de su entorno, también cambia parte de su vida.
—A mí me gusta mi vida tal y como es, Smith —le aseguró.
—Pues ahora se sentirá aún mejor, porque la habitación está en equilibrio, o al menos lo estaría si abriera las cortinas. Así se creará un flujo de energía positiva para compensar su energía negativa. Él se limitó a gruñir.
--¿Qué tal ha ido el trabajo con Bonzo y Trevor?
—Muy bien. A Trevor una de mis vacas le ha dado una buena coz —dijo él.
—Seguro que eso le ha alegrado el día.
—¡Caramba, Smith! ¿Qué ha hecho en la ciudad? ¿Ha ido a que le afilaran la lengua?
—¡Vaya, lo ha notado! Me alegro de no haber malgastado mi dinero.
—¿Habrá comida esta noche? ¿O se supone que debo comerme las uñas para matar el hambre? —le preguntó.
____ dejó las bolsas en la cocina sin responder, pero no le había pasado desapercibido que las palabras de Milo no hubieran sonado tan ácidas como de costumbre. Su tono era más humorístico que cruel. Quizás la había echado de menos y se alegraba de verla de vuelta. No, no podía ser. Todo aquello no era más que imaginaciones suyas. La única verdad que seguía imperando era que la despreciaba y quería librarse de su presencia.
—La cena estará preparada a la hora habitual, su majestad —le dijo ella—. Por cierto, me he tomado la libertad de invitar a Duff a cenar conmigo aquí mañana.
—Las libertades no están incluidas en su contrato.
—Pues lo siento. Va a enseñarme a jugar al póker, a beber cerveza y a fumar puros. También me va a enseñar a bailar country para que Patty y yo podamos ir a un club el sábado por la noche. Me va a concertar una cita.
—No tiene por qué gritar —le dijo él ya desde la cocina.
—Lo siento. Pensé que estaba en el salón.
—Yo no aceptaría ninguna cita que Patty Vera me preparará. Tiene un gusto espantoso en lo que a hombres respecta.
______dejó de guardar la comida y lo miró con el ceño fruncido.
—No había nada malo en los hombres que le gustaban en la universidad. Y esta tarde he conocido a su novio, Harry Styles, y yo le daría una puntuación de diez sobre diez.
—Creo que un cinco sería más que suficiente —apuntó Milo
____ miró a Milo de arriba abajo y reconoció que, definitivamente, si lo comparaba con hombres como él, Harry no llegaba ni a un tres.
—Depende con quien se lo compare.
—¿Qué mira, Smith? ¿Es que me he abrochado mal la camisa? _____ se volvió hacia el frigorífico.
—No. Todos los botones están en su sitio. Lo único que no tiene cerrado como es debido es la boca, pero eso requeriría cirugía.
—sólo trato de conversar amigablemente — dijo él ¿Amigablemente? ¡Lo que le quedaba por oír!
—No se pase, señor Manheim , que ya tiene suficientes heridas.
—Llámame «Milo »... —le dijo él, desvaneciendo la voz al final, y cayendo en un extraño silencio que instó a ______ a volverse para ver qué sucedía.
Lo que se encontró fue su mirada penetrante y devastadora fija en el escote de su camisa y en las piernas largas y bien contorneadas que sus pantalones cortos dejaban al descubierto. Cada parte que tocaba con sus ojos comenzaba a arder. ¿Qué estaba sucediendo? ¿Se había perdido algo mientras tenía la cabeza metida en el frigorífico? ¿Cómo podían haber pasado del desprecio a una corriente continua de doscientos veinte voltios? Una sola mirada de Milo era capaz de encender el más apasionado deseo en _____. Jamás antes había experimentado nada igual. Sintió que el tiempo se había detenido, que lo que sucedía era ajeno a nada exterior. Pero, al mismo tiempo, no tenía claro cómo descifrar el mensaje que él le estaba mandando. De lo que tenía una certeza absoluta era del calor que sentía.
Su mirada se fijó en la curva de sus labios y se dio cuenta de que ansiaba con desesperación besarla. Se preguntó qué sentiría intercambiando besos con él en lugar de malas palabras, cómo sería tener su cuerpo robusto contra el suyo tan frágil. El corazón comenzó a latirle con fuerza cuando Milo se echó a andar torpemente hacia ella. De pronto se detuvo y farfulló algo. Se quedó de pie como si estuviera librando una complicaba batalla interior.
Durante un tiempo indefinido permaneció allí, mirándola, con una mezcla de
deseo y miedo.Pues bien, si él no tenía el valor de acercarse y besarla, sería ella quien lo haría.
Al fin al cabo se había ido a Oklahoma para romper sus viejos hábitos de conducta.
Sin pensárselo dos veces, se acercó a él, se puso de puntillas y lo besó en la boca.
Un calor abrasador la recorrió de arriba abajo, así que se aproximó aún más.
Pero Milo no la agarró por la cintura, ni le devolvió el beso. Se limitó a mirarla con aquellos grandes ojos verdes como si quisiera besarla, pero se negara a hacerlo.
Decepcionada, pero decidida a no dejarse abatir por el extraño suceso. ______ se apartó de él y sonrió para ocultar su vergüenza.
—¿Por qué has hecho eso? —le preguntó él completamente estático
—¿Por qué no lo has hecho tú para que no tuviera que hacerlo yo? —le preguntó
ella.
Se hizo un silencio denso mientras _____ se preguntaba cómo salir airosa de
aquella complicada situación. ¡No tenía ni idea! ¿Por qué él no decía algo? Cualquier cosa habría sido mejor que aquel vacío.
—Bueno, asumo que estas callado por respuesta —dijo ella.
Él ni tan siquiera parpadeó. Se limitó a mirarla fijamente.
—¿Cuál era la pregunta?
Completamente exasperada, lo empujó con la palma de la mano.
—¡Eres imposible!
—Pues entonces vete —le sugirió, con el rostro tan imperturbable que lo incitaba a agarrarlo de la camisa y a agitarlo.
—Ni hablar —respondió ella—. Te vas a tener que quedar conmigo.
—No necesariamente —le advirtió él—. Un asesinato bien organizado sería otra
opción.
—No saldría bien.
Antes de esperar respuesta y guiada por un impulso incomprensible, volvió a acercarse a él, le rodeó el cuello con los brazos y volvió a besarlo. Pero esta vez lo hizo de un modo estridente y sonoro, para evitarse la vergüenza de la primera vez. Acto seguido, se dio la vuelta y se centró en lo que tenía en el fregadero, con la esperanza de que eso fuera suficiente para echar a Milo de allí.
Por suerte, lo fue, pues él se encaminó a toda prisa hacia el salón valiéndose de sus muletas. Una vez allí, se dejó caer sobre el sillón.
—¡Maldición! —murmuró para sí.
Había visto cómo _____ metía la cabeza en el frigorífico y sus ojos se habían quedado fijos en la curva de sus senos y de su trasero. Un deseo incontrolable lo había recorrido de repente.
Había dado dos impulsivos pasos hacia ella, pero había logrado controlarse y
detenerse al instante, consciente de que cometería un error si la tocaba. Ya se había equivocado al seguir a sus instintos con anterioridad y no quería repetirlo.
Pero _____había tenido el coraje de acercarse a él y de besarlo.
Y aquello le había demostrado que solo un ligero roce suyo era suficiente para que su cuerpo se prendiera. Y, lo que era peor, ese mismo breve encuentro le había dejado el dolor eterno de su ausencia, la necesidad de besarla y de tenerla en sus brazos. Se sentía tan intensamente atraído por ella que lo desquiciaba.
—¡Maldición! —dijo una vez más. ¿Qué iba a hacer con aquella mujer a la que no podía echar, que no estaba dispuesta a irse y que cada vez le gustaba más?
Al día siguiente, mientras buscaba la respuesta a esa pregunta sentado tranquilamente en su sillón, entró _____ con unos pantalones cortos y una camiseta mojada que se ajustaba provocativamente a su cuerpo. Un deseo traidor se apoderó de él y no pudo evitar mirarla de arriba abajo. ¡Maldición! Llevaba horas allí sentado, dándole vueltas a todos los motivos por los que debía mantenerse a distancia de ella, y aparecía de aquel modo para atormentarlo aún más. Con gran esfuerzo, logró apartar la mirada de ella y fue entonces cuando se dio cuenta de que Frank iba detrás....... —

Un hombre Solitario (Milo & tu) Adaptación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora