- Tío, no puedes ir solo.- Le advertía su mejor amigo, Bruno.- De las tías nunca puedes fiarte, y más ahora que andan con todo ese rollo del feminismo, nunca sabes con que te saldrán.
- Oye, no hay nada malo en ser feminista, solo es querer la igualdad entre hombres y mujeres. Toda mi familia, incluyéndome, lo es.- Contradice Taddeo.
Ambos chicos se estaban comunicando vía Skype, cada uno en su casa. Era muy tarde por la noche, las nubes tapaban las estrellas, Taddeo estaba agotado, pero no pudo esperar hasta la mañana siguiente para contarle a su amigo que le pasó. Por suerte Bruno no estaba dormido, de hecho, acababa de escabullirse dentro de casa, intentando que sus padres no descubrieran que acababa de volver de una fiesta y apestaba a alcohol.
- Todo este rollo feminista de la igualdad es para ocultar que en realidad son unas feminazis, y tu y toda tu familia, os lo tragais.- Contraataca Bruno con aires de superioridad.
Taddeo suspira y le propone algo a su amigo: -Vale tío, no me fío mucho de ella, no la conozco así que te agradecería que me acompañaras.
El pelinegro solo dice eso para que su amigo se calle y deje de insistir en acompañarle. Obviamente el del tupé teñido de rojo acepta sin dudar y sonríe al ver que ha conseguido lo que quiere. Bruno es alto y musculoso, moreno, castaño, ojos marrones, rostro cuadrado y nariz romana, definitivamente, todo un gorila.
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Mientras tanto, las chicas preparaban todos los sacos de dormir y los colchones. Ya todo en su sitio Julie se disponía a darle al play para seguir viendo todas la película, cuando su móvil vibró. La chica sólo dió una rápida mirada a la pantalla para ver de quien se trataba. Su jefe la estaba llamando.
- Chicas esperad un momento, es del trabajo.- Dijo preocupada, pues su jefe rara vez la llama.
Las demás asintieron y empezaron a charlar, Julie no tardó en aparecer de nuevo con una expresión seria pintada en su rostro.
- Mañana tengo que trabajar, mi jefe me ha pedido que sustituya a una compañera y su turno es justo a la hora que has quedado.
- ¿Y no podías negarte?- Cuestionó Meg.
- La verdad es que no. Y no porque me despidan si no porque necesito el dinero.- Argumentó la castaña.
- ¿No vas a poder venir?- Marlen estaba preocupada, necesitaba que estuvieran todas, ella era muy tímida y le costaba entrar en confianza, le iba muy bien que estuvieran todas allí.
- Bueno... no.- Julie bajó la cabeza. Todo se quedó en un incómodo silencio hasta que Maria habló:
- ¿Por qué no vamos al restaurante de Julie?- Preguntó, esa idea llegaba horas rondando en su mente, ¿por qué nadie lo propuso antes?
- ¿Estás loca? ¡Se nota que no has ido a este restaurante en tu vida!- Se escandalizó Marlen.
- ¡Ahí todo es carísimo! A demás... No es lugar para una cita.- Incluso Julie se opuso.
- Julie, ese sería el lugar ideal para una cita... si eres rico claro.- Opinó Meghan.
- Vale, lo del restaurante de lujo queda descartado.- Maria, levantó las manos mientras soltaba esa frase en señal de paz.
Se oyó un suspiro de alivio de parte de Julie, las chicas lo escucharon pero decidieron ignorarlo.
- Podéis ir a una cafetería cualquiera, está bien. Pero quiero un informe completo y con detalles.- Advirtió la antes mencionada.
Todas cedieron, aunque la pelinegra no estaba demasiado convencida. Mandaron un mensaje al chico para quedar en una cafetería que Maria conocía cerca de la pizzería donde trabajaba Taddeo. Obviamente él aceptó y les comunicó a sus familiares que podría trabajar un rato más.