- Bruno, ¿qué haces aquí?- Cuestionó el rubio oscuro.
- Estoy controlando a un amigo.- Sonrió- ¿Y esas?¿Te las vas a tirar?- Lanzó una mirada lujuriosa acompañada de una sonrisa coqueta. Todos lo oyeron, sin embargo, el habitualmente protector Abel no hizo nada. Fué Meghan, quien al sentirse incómoda bajo esa asquerosa mirada abrió la boca.
- ¿Pero que la pasa?¿Eres imbécil?
- Déjalo, Meg, él no lo ha dicho con mala intención.- Lo defendió el oji-azul. Este recibió una mirada ofendida de parte de su novia.
- Da igual, estoy acostumbrado a que las mujeres sean así. Desde que tienen derecho a votar se han rebelado.- Sonrió con superioridad.- A demás le pregunté a él, no a ti.- Miró a su amigo y volvió a formular la pregunta.- ¿Así que?Sí, verdad.- Rió levantando las cejas.
Abel apretó los puños con fuerza, pero se calmó y sonrió de la misma forma que su amigo.
- No, solo a mi novia.- Maria lo miró mal y él se acobardó ante su penetrante y furiosa mirada.- ¿Puede?- Se dirigió a ella con voz y cara de perrito asustado, así que enternecida le dedicó una mirada de aprobación. El rubio suspiró, consciente de que se había salvado de una pelea.
- Joder, si te tiene controladísimo.- Se burló Bruno, atacando el orgullo de su amigo.- Por eso parecías tan amargado.- Miró despectivamente a las dos mujeres, que miraban con atención la pelea y con ganas de ir a hacer daño añadió.- A esa clase de zorras hay que mantenerlas atadas a la pata de la mesa de la cocina.
Y así, con esa frase cargada de desprecio, hizo explotar a las dos mujeres sentadas en la mesa.
- Das asco. ¡A los imbéciles como tu hay que atarlos a la cárcel!¡Vosotros sois los que violan! - Concluyó Maria con una mueca de asco.
- ¡La culpa es suya, por provocar. Sois todas unas zorras psicópatas!
- ¡Nosotras podemos llevar lo que queramos!¡No tenemos la culpa de que nadie os haga caso y vayáis calientes por la vida!- Apuntó la otra rubia.
- ¿Qué nosotros qué?¡Tengo a todas las perras haciendo fila!
- ¿Para qué?¿Para clavarte un cuchillo?¡Me lo creo!- Habló finalmente Abel, dejando a todos los presentes sin palabras.- Eso acaba aquí. Meghan, Maria, nos vamos. Y tú,- señaló al moreno- cuidado con lo que dices, algún día recibirás más que un simple insulto.
Los guardaespaldas de Marlen se levantaron y justo cuando se iban el grito de Bruno les hizo girarse.
-¿Y la pareja?- Asustados miraron hacia la mesa vacía donde anteriormente se habían sentado Marlen y Taddeo.
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- A mi me encantaria probar el kimchi.- Confiesa Marlen.
- ¿De verdad?- Se sorprendió Taddeo.
La pareja se encontraba aún en la cafetería, hablando de temas triviales y disfrutando de la compañía del contrario. Ya se habían terminado los cafés pero ninguno de los dos parecía querer irse.
-¿Por alguna razón en concreto?- Indagó el chico.
- Una amiga de mi hermano mayor solía viajar a Àsia constantemente, siempre me traía algo. Le gustaba mucho el kimchi y me habló muy bien de él.- Se explicó.
- Mmmm... ¿Y a dónde solía viajar?
- Por todas partes, solía hacer negocios por ahí.- Se encogió de hombros restándole importancia al asunto.