Pretty Man ~STONY~

8

Steve despertó por el sonido de una estruendosa voz y recordó donde se encontraba. Yacía boca abajo, sin querer babeando, sobre una almohada y lentamente abrió los ojos. La luz solar había iluminado toda la habitación y el castaño estaba allí sentado frente a él mirándolo con el ceño fruncido.

-Por fin- suspiró mientras se ponía de pie y arreglaba su chaleco, el rubio suponía que era para ir al trabajo. -Desgraciadamente tengo una junta con los inversionistas hoy, así que tengo que irme y para colmo temprano- comenzó con sus quejas mientras se acomodaba los zapatos, sentándose de nuevo en la cama.

El rubio pasó las manos en la cara despabilandose y se incorporó para sentarse junto la cabecera de la cama. Usó la sábana para cubrir la entrepierna, que usualmente tenía erecciones pero que debido a lo de anoche se mantenía flácido. Miró como Tony se colocaba los zapatos mientras sacaba el trasero muy parecido a lo que hacía anoche pero ahora Steve lo contemplaba en otro ángulo. Apartó la vista porque su miembro comenzaba a cosquillear y el castaño necesitaba ir al trabajo.

-Entonces- El menor termino de prepararse y se puso de pie con los brazos en jarras. -Te dejo esto- sacó una tarjeta negra del bolsillo de su saco y lo lanzó al rubio -Es extraño que solo compraras un traje, debiste conseguir un guardarropa entero para lucir-

-No fue tan agradable como creí- suspiró.

-Si es por el dinero no te preocupes, usa mi tarjeta y compra las tiendas enteras. Quiero que luzcas con todo lo que está en tendencia- Colocó una mano en su barbilla imaginando al rubio como en una pasarela, no pudo evitar sonreír y sonrojarse un poco.

-Vamos, necesitas otros trajes porque tengo algunas cenas a las cuales asistir. También jeans y pantalones de pana, camisas, corbatas, tal vez unos trajes de baño uno nunca sabe- El castaño enumeraba mientras lo examinaba.

El rubio suspiró, no quería ser malagradecido con lo que Tony había hecho por él pero la experiencia de ayer no quería repetirla.

Cuando el castaño miró la incomodidad en el rostro del rubio, supo que algo había pasado. Levantó una ceja y se cruzó de brazos. -¿Qué ocurre? No me digas que no te gusta la ropa, o ¿Qué te pasó?-

-Bueno- se rascó la cabeza. No quería contarle porque parecía que acusará a algún bravucón que lo molestaba y esa época había terminado hace mucho. Miró al castaño que realmente lucía preocupado y terminó por confesar. -No fueron del todo serviciales cuando fui por el traje y no quiero pasar por lo mismo de nuevo. Tal vez puedo comprar en línea algo de rop...-

-No- Interrumpió el menor con un puchero que "luce adorable en su carita enojada" y el rubio sonrió.

-Lo mejor de comprar ropa es probartela y mirarte en el espejo. Aparte debes de sentirte cómodo con ella, no solo puedes imaginar cómo se te verá... Cambio de planes- saco los lentes rojos que colgaban del bolsillo de su saco y se los coloco. -Tienes quince minutos Steve, vamos de compras.- y lo último sonó un poco más emocionado de lo que pretendía.

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Steve pasó los últimos quince minutos, antes de salir al hotel, en ducharse, tomar café y tomar prestada ropa del menor. Sus estaturas eran bastante parecidas, el rubio ligeramente le sobrepasaba pero en la complexión se marcaban diferencias. El rubio era más delgado, cosa que por primera vez le gustó porque pudo usar la ropa del castaño, cada ropa aún conservaba el olor del Omega y él podía pasar la vida degustando. Usó sus pantalones jeans he incluso tomó prestado unos lentes de aviador que según el castaño le venían muy bien.

Tony tomó la muñeca del castaño, como había hecho en varias ocasiones pero que aún no dejaba de causar cierto estremecimiento en el rubio, para arrastrarlo a lo que parecía unas boutique especializadas. Entraron dispuestos a derrochar una buena cantidad para que el rubio se sintiera a gusto y se terminaran esos malos sentimientos del día anterior.