Capítulo 4.

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  • Dedicado a A Isaki55 y Lolporcino, mis primeros comentarios <3
                                    

¡Muchas gracias por comentar, chicas!, Ya tengo varios capitulos y muchas ganas de publicarlos para ustedes.

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Me quedé mirando lo que hacían los paramédicos mientras la sacaban, y luego me subí con ellos en la ambulancia que la transportó al hospital, ya que como estoy en mi verdadera forma nadie me ve; nadie que yo no quiera, por supuesto. Gee me estaba esperando en el hospital, para relevarme cuando yo quisiera irme a Vilokán a hacerme cargo de todo esto.

Aunque sé que está bien, y sé que sólo está inconsciente porque yo la puse en ese estado, me pone un poco nervioso verla así. No sé qué la ha llevado al estado en el que estaba para no ver que otra camioneta venía, o si solamente se confió porque andaban pocos autos en la calle.

No sé nada de ella, y lo único que realmente sé es que ella es la única para mí. Ya no me interesa ninguna mujer, solo la quiero a ella. Ella es mía, es lo único que tengo, y es lo único que quiero. No me importa si me echan de Vilokán, no me importa si me quitan mis poderes, lo único que me importa es ella.

Sólo me quedé tranquilo cuando la habían dejado en una habitación, pues sabía que ahora estaba dormida y tranquila. Mañana se podrá ir a casa; los médicos lo llamaron un milagro. Ja. Pobres infelices, si tan sólo supieran que fue exactamente lo contrario.

Tomé su planilla médica de un estante al lado de su camilla, con la cara reprobatoria de Gee detrás de mí. Necesitaba saber información sobre ella, y era eso o entrar en su mente. Creo que es mejor moralmente leer su planilla médica que entrar en su mente y leer toda la información de su propia mente. Aunque me gustaría escuchar su voz, eso tendrá que esperar.

– ¿Sabías que esto es inmoral?

–Soy el Príncipe del Infierno, Gee. No necesito ser moral.

–Oh, así que lo recuerdas. Creí que te habías olvidado, y habías decidido ir por el buen camino, y salvar damiselas en apuros.

–Sabes dónde meterte tu sarcasmo. Oh, aquí está lo que necesito…

–Castiel. –dijo poniendo una mano en mi hombro. Levanté la vista de la carpeta que sostenía en mis manos para mirar sus ojos celestes. Tenía un tono extraño en ellos. –Sabes que será difícil, ¿no?

–No me importa lo difícil que sea. La adoro, Gee. Con el poco tiempo que la conozco, ya la adoro. Podría quedarme todo el día admirando cada detalle de su rostro. Haría cualquier cosa para estar con ella. Cualquier cosa. –Gee me miró unos segundos a los ojos. Intenté transmitir en ellos todos los sentimientos que mi corazón muerto estaba empezando a sentir.

–Te ayudaré en todo lo que sea posible, si es así.

Le asentí en agradecimiento y volví mi vista de nuevo a la carpeta que sostenía. Leí con rapidez todo lo que necesitaba saber de ella, incluso más. No había información sobre su padre, así que supuse que estaba muerto o separado de su madre, Susan Morgan, y se había olvidado de ellas por completo. Confío en que es la segunda, porque podría darme un poco de problemas si ha tenido alguna experiencia mala con la muerte. Siendo el Príncipe del Infierno, me asocian mucho con muertes inesperadas y sin razón, pero en realidad, la Deidad no me permite matar a alguien, ni tampoco interferir en el día de su muerte, como hice con mi futura princesa.

Como supuse, apenas tenía dieciséis años, cumplidos el veinte de enero. Incluso pude leer sus antecedentes médicos, que no eran muchos, por lo que parecía una chica sana. Su tipo de sangre es A, por lo que no habría problema si necesitara una transfusión, pero no creo que yo vaya a dejar que algo como eso le pase alguna vez. Y lo más importante, su nombre. Su hermoso y precioso nombre.

Amar en el infierno. -Castiel-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora