Capítulo 10.

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Caminé hacia mi salón de clases aún aturdida, y al llegar dejé la campera de Castiel sobre su banco. Me senté en el mío, pero ni siquiera presté atención a quién entraba al salón, o si la profesora nos pedía algo.

¿Qué rayos se apoderó de mí para dejar que me besara? Miento, yo misma lo besé. ¿Por qué hice eso? Sentí algo extraño dentro de mí cuando lo miré a los ojos, algo que se apoderaba de mí y me pedía a gritos que lo besara. De repente, sus labios se vieron mucho más apetecibles de lo que normalmente se ven –porque siendo sinceros, sus labios son apetecibles en todo momento-. Oh, maldita sea, ¿qué he hecho? ¿He engañado a Leif? ¿Cómo podré mirarlo otra vez sabiendo que lo engañé? No, eso no es posible. Leif me odiará, ¡y con razón!

No te preocupes, princesa. No debes decirle sobre nuestras aventuras; después de todo, él tampoco te cuenta toda la verdad.La voz de Castiel sonó bastante clara en mi mente, pero de todas formas creí haberlo imaginado. Di vuelta mi rostro, para encontrarme con Castiel mirándome. Me sonrió y me guiñó un ojo. Debo haberlo imaginado. Es imposible que él haya hablado en mi mente.

Aún cuando iba en el coche de Leif camino a mi casa, no podía sacarme todo esto de mi mente. Aunque decidí hacerle caso a mi estúpida divagación sobre la voz de Castiel en mi mente y no contarle nada a Leif. Después de todo, no es un hecho demasiado relevante. Fue un error que no se volverá a repetir, así que no hay por qué alarmarlo por nada.

Llegamos a mi casa en pocos minutos, y entramos los dos hacia ella. Mi mamá nos saludó desde su estudio cuando entramos y luego cerró la puerta otra vez, pues estaba trabajando en un nuevo proyecto que consumía todo su tiempo. Eso no me molestaba: me daba espacio, y ella estaba haciendo lo que más amaba en el mundo, por lo que las dos estábamos felices.

Leif y yo nos tomamos un café juntos, antes de ponernos a trabajar. Además de ser extremadamente atlético, Leif es muy inteligente. Por lo general, me ayuda en todos los problemas que me generan los estudios, que en realidad no son muchos, excepto en algunas materias específicas.

Leif hizo la mayor parte del trabajo, reuniendo toda la información necesaria y luego diciéndomela para que yo la transcriba en mi laptop. Si bien él se llevó la peor parte, fui yo la que terminó con un terrible dolor de cabeza.

Al terminar, suspiré, guardé el documento para imprimirlo luego y recosté mi cabeza en el hombro de Leif, agotada de ver tantas letras juntas. Espero que la profesora no nos haga hacer una exposición oral sobre el tema, porque jamás podría hacer que dentro de mi cabeza entre tanta información.

-Gracias por hacer esto, Leif. Sabes que literatura no es mi mejor materia, paradójicamente.

-Siempre, bonita. Sabes que no me molesta hacer este tipo de cosas por ti.-suspiré.

-No sé qué haría sin ti. Oye, ¿quieres quedarte a cenar?

-Sí, eso me gustaría.-me contestó con una sonrisa. De repente, su cara se puso seria y pálida. Sus ojos azules como el mar perdieron todo su brillo de repente.-Recordé que tengo algo que hacer. Lo siento, bonita, otro día cenamos juntos.-me dio un corto beso en los labios.- Te amo.

Salió por la puerta casi al instante, como si hubiera visto un fantasma. Miré un poco confundida hacia la puerta por un par de minutos, y luego comencé a juntar todas las cosas que habíamos utilizado para hacer mi trabajo mientras me preguntaba a mí misma qué es lo que le pasó para irse así de repente. ¿Quizás sospecha lo que hice? No, no lo creo. Después de todo, él dijo ‘te amo’ antes de irse. Me encogí de hombros, quizás es cierto que recordó que tenía algo que hacer.

Metí todas las cosas en mi mochila y subí las escaleras a mi habitación para dejar las cosas ahí antes de bajar y hacer la cena para mí y mamá. Dejé mi mochila en el suelo, colocándola con cuidado en el suelo para que mi laptop no se golpeara.

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⏰ Última actualización: Nov 23, 2014 ⏰

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Amar en el infierno. -Castiel-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora