4.- Sembrando recuerdos

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Mala fortuna, en el amor, el dinero y en la suerte.

*****

La cena estaba servida, por lo que todos fueron adentro del santuario.

Shi Qing Xuan, que desde que se unió a los mendigos de la capital siempre había pedido ser tratado con igualdad, no importando si al caminar arrastraba una pierna o si solo podía sujetarse con un  brazo, se puso en pie sin ayuda de nadie.

Para el joven Xuan eso era lo menos que podía pedir, ya no deseaba que nadie lo tratara de manera diferente solo por tener esa pequeña lesión.

Se inclinó y tomó su viejo abanico, paso sus delgados y largos dedos por la piezas quebradas. Ese abanico ya había sufrido tres veces.
La primera vez lo quebró Shi Wu Du, durante su primer borrachera con Ming Yi. Su hermano partió el par de guardas a causa de su enojo. En esa oportunidad Ming Yi lo reparó para él.
La segunda lo rompió Ming Yi, justo por la base, el día que le quitó la vida a su hermano.
La tercera vez lo quebró él mismo, después de que Ming Yi se lo entregara reparado el día del asedio a la capital real. Al utilizarlo para rechazar las rocas incandescente de la fortaleza celestial, rompió el pais (así se llama la tela, no es un error de dedo), donde el carácter de viento adornaba la tela, dividiendo el abanico por la mitad.

«Ming Yi estará molesto cuando se entere»

- No se llama Ming Yi, - dijo Qing Xuan para sí, - él se llama He... He Xuan... Ming Xiong... ¿Donde estás?...

El joven se sentó a la entrada, no sintió ganas de entrar y degustar la incomible preparación de Xie Lian.

Una manzana rodó hasta él. El joven de verdes ojos miró hacia todos los lados y no pudo adivinar de dónde había llegado esa fruta, de igual manera la tomó la limpió con mucho cuidado con su túnica y la comió con avidez.

- Ming Xiong, ¿en serio lo reparaste! Muchas gracias, - dijo Shi Qing Xuan tomando el abanico y deslizando sus dedos infantiles por sobre la guarda, sintiendo la unión entre ambas partes.

El trabajo no era burdo en absoluto, se notaba que manos expertas habían trabajado en ello. Las uniones no podían ser percibidas a simple vista, era probable que solo el Maestro del Viento notará la diferencia. Pues conocía su dispositivo espiritual desde hacía un par de cientos de años.

- ¿Tu hermano te hizo daño? - pregunto Ming Yi acariciando la mejilla lastimada del pequeño Xuan.

- No, en realidad pudo haber sido peor. ¿Y que te dijo Jun Wu? - pregunto Qing Xuan, sabia que su hermano había ido directamente a quejarse con él a su palacio.

- ¿En resumen? Que no me acerque a ti.

Shi Qing Xuan guardo silencio, temía preguntar por la decisión de aquel Maestro. Él estaba seguro de que se quedaría de nuevo solo.

- Le dije que yo nunca dejaba de lado a mis amigos, así que tendría que acostumbrarse a vernos juntos, - dijo Ming Yi adivinando los pensamientos de su amigo.

La sonrisa de Shi Qing Xuan se dibujó instantáneamente en sus labios rosados y con verdadera alegría lo abrazó pasando sus brazos detrás del cuello de Ming Yi.

Ming Yi lo tomo de la cintura y lo levanto con verdadera facilidad, como si fuera un niño pequeño y giro con el en brazos. Lo alzó tan alto y tan fácil que Qing Xuan estaba encantado con la fuerza de su amigo.

- Ming Xiong, eres muy fuerte.

- Tú también tienes que hacerte fuerte, de lo contrario cualquier Oficial te pisoteara.

Dame una segunda oportunidad. (Tian guan ci fu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora