7.- Sembrando recuerdos

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Puedes llamarme cuando me necesites.

El murmullo proveniente de la calle más atestada de la capital llegaba hasta la ventana de la habitación.
Ruido de las carrozas y carretas tiradas por los más diversos animales de carga, burros, bueyes, caballos, mulas... Los gritos nasales de las vendedoras, ofreciendo lo mejor de lo mejor para la esposa o amante que espera en casa y los cantos de las aves dentro de jaulas de madera se mezclaban para crear la sinfonía de la vida.

Un joven Maestro de unos diecinueve años cortaba una manzana en gajos, su largo cabello negro recogido en una coleta le daba un aire juvenil y audaz. Sus labios delgados color cereza dibujaban una sonriza perenne. Posó sus ojos oscuros sobre una persona que dormía, un hombre de escasos veinte años.
Aquel hombre fruncía el entrecejo, su respiración atormentada anunciaba que estaba teniendo una pesadilla.

El joven Maestro se aproximó con el plato en la mano y lo dejo sobre una mesita de noche. Tocó la frente de su compañero, - ¿cuál es el recuerdo que te atormenta? - dijo y cerrando los ojos, puso su frente pobre la de él.

-¡No déjenme! ...Ming Xiong, Xie Lian... Alguien ayúdeme.

- ¿Quién es tal al que llamas? No hay un Ming Xiong para ti...

- Ming Xiong por favor perdóname, no era mi intención traicionarte... No lo sabía, yo no sabía...

- Estás llamando a la persona equivocada...

El joven Maestro levantó su cuerpo, con respiración agitada y las manos temblorosas tras experimentar el dolor y angustia de aquel recuerdo grabado en la mente de quién aún dormía, - ya no dejaré que sufras llamándome en la oscuridad, siempre que me llames estaré ahí para ti Shi Qing Xuan.

Cuando Shi Qing Xuan despertó se vio así mismo con el hombro vendado y en una habitación extraña.

Últimamente la sensación de extrañeza se había vuelto parte de su día a día. Enderezó el torso para recargarse en la pared, un plato de manzanas troceadas adornaba una pequeña mesa de noche.

Estiró el brazo y alcanzó un pedazo. Comió uno, dos, tres pequeñas mordidas y ya no pudo más, el sabor de la manzana, aunque dulce, le provocó la sensación de hastío. Una de sus piernas se sentia extraña, adormecida. De cuando en cuando sentía ligeros piquetes en esa extremidad, como si aquella pierna estuviera recién recibiendo irrigación despues de haber dormido sobre ella durante toda la noche.

- ¡Shi Qing Xuan buenos días! - dijo un joven bien parecido al entrar a la habitación.

- Buenos días, ¿no tenías examen hoy? - pregunto Shi Qing Xuan observando aún su trozo de manzana sin mirar al recién llegado.

- ¿Pero que dices? Sabes que reprobé el examen hace cinco años y ya no me permitieron aplicar el siguiente año. El golpe que sufriste ayer fue más duro de lo que pensé.

Shi Qing Xuan miró entonces a su acompañante, era un joven no mayor a veinte años, lo recorrió de arriba a abajo, - ¿Wu Yi?

- ¿Que dices? ... Voy a traer de nuevo al médico, ahora me estás cambiando el nombre. ¿Wu? ¿De dónde sacaste ese apellido? Siempre he sido Ming.

- ¿Ming Yi? ¡Ming Yi!...

- Ya, ya, no te sobreesfuerces, ayer saltaste a la calle de frente a una carreta ¿Lo recuerdas?. Había una niña parada en medio de la calle. No pude evitar que actuaras impulsivamente. Cómo siempre, gracias a Buda y a los Dioses, estás bien. Solo el hombro dislocado. Por si te lo preguntas la niña está bien, solo se llevó algunos raspones.

Ahora Shi Qing Xuan comprendió el por qué de su hombro vendado y el cuerpo adolorido.

- Bebe esta infusión, la a prescrito el Médico, - dijo el hombre que se hacía llamar Ming Yi.

Dame una segunda oportunidad. (Tian guan ci fu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora