Este no es el final.

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Nazaret POV.

Una enorme sonrisa inunda mi rostro; la guerra ha acabado, Voldemort ha muerto y todos mis seres queridos se encuentran vivos, pero la sonrisa es mayormente por el hecho de que Draco ha salido ileso de todo esto, evitando así uno de mis mayores miedos; perderle. Me alejo un poco de todos y salgo del gran comedor, apoyándome en una de las pocas columnas que siguen en pie. Con toda la locura de la guerra nadie se ha recordado que, oficialmente, ya es mi cumpleaños. Suspiro y aparto el pelo de mi cara. Me duele un poco ver que nadie se ha acordado, pero tampoco puedo reprochárselo ya que había motivos más importantes que un simple cumpleaños.


Feliz cumpleaños, nena. —dice Draco, agarrándome de la cintura y dándome la vuelta para quedar frente a frente—

Lo has recordado. —sonrió enormemente y noto como mi corazón se acelera—

¿Es que acaso pensabas que iba a olvidarlo? —pregunta Draco burlescamente— Nena, nada de lo que pase en este mundo podría hacerme olvidar tu cumpleaños. 


Me sonrojo mientras observo como Draco me suelta, se aparta un poco de mi y saca su varita del bolsillo trasero de su pantalón. La mueve lentamente y pronuncia en voz baja un hechizo que no soy capaz de descifrar. De repente, en la palma de su mano izquierda aparece una preciosa rosa azul metida en una cúpula de vidrio, recordándome a la Bella y la Bestia. Draco me la tiende con una enorme sonrisa dibujada en su rostro. La tomo con cuidado y la observo. Es preciosa.


La rosa tiene truco. —dice Draco, guardando su varita— El día que comience a dejar de amarte los pétalos irán cayendo uno por uno.

¿Y cual es el truco? —le pregunto, arqueando las cejas y posando mi mirada sobre él—

Que yo nunca dejaré de amarte, por lo que ningún pétalo caerá nunca. —responde Draco, depositando un suave y cálido beso en mi frente—


Un notable sonrojo recorre toda mi cara y, aún sin verme, soy consciente de que ahora mismo parezco un tomate. Muevo mi varita sobre la rosa, pronunciando un hechizo. La rosa desaparece de mis manos, seguramente para aparecer al lugar a la que la he mandando; a mi casa. Abrazo a Draco con fuerza y este me acaricia el pelo. Me separo de él y entrelazo nuestras manos, las cuales encajan perfectamente.


¡Felicidades hermanita! —grita Mar, corriendo hacía mi junto al resto de los chicos—

Gracias hermanita. —le digo con una sonrisa—

Sentimos no darte nada, pero todos nuestros regalos habrán sido destruidos seguramente. —dice Ron haciendo una mueca—

No pasa nada, me conformo con que os hayáis acordado. —comento, encogiéndome de hombros para restarle importancia—

¿Pensabas que íbamos a olvidarnos? —pregunta Hermione con sarcasmo— Ni en un millón de años pasaría eso.

Creo que debes soplar las velas. —dice Mar, sonriendo y sacando su varita— Pon las dos palmas de tus manos juntas.


Obedezco a mi hermana y pongo las palmas de mis manos juntas. Bajo la atenta mirada de todos, mi hermana mueve su varita sobre mis manos, haciendo que una pequeña magdalena de mi sabor favorito con una vela aparezca en mis manos. Mar sonríe ampliamente y vuelve a guardar su varita mientras se sitúa junto a Ron, quien le pasa el brazo por los hombros.


Todo lo que deseaba se ha cumplido, así que no hay nada que desee pedir. —comento, encogiéndome de hombros y observando la pequeña magdalena—

Pide lo primero que se te ocurra. —dice Draco, pasando su brazo por mi cintura y sonriéndome—

Está bien. —asiento, mordiéndome el labio y pensando un buen deseo—


Cierro mis ojos y soplo la vela mientras pienso en mi deseo. Si alguna vez se hace realidad, juro que les diré a todos cual era mi deseo. Parto la magdalena en unos cuantos trozos y los reparto entre todos, disfrutando del momento de felicidad que estamos pasando. 


Salgamos fuera, deseo tomar el aire. —dice Harry tras acabarse su trozo— 

Suena bien. —sonrió— Salgamos.


Todos comienzan a encaminarse hacía fuera, pero cuando comienzo a hacerlo noto como Draco se suelta de mi agarre y se queda parado en la puerta, observando como salimos. Me detengo y vuelvo junto a él.


¿Por qué no vienes? —le pregunto a Draco una vez que llego frente a él—

Yo no soy de vuestro grupo. —responde Draco con un tono de tristeza— Yo no estoy invitado a ir

¿Quién dijo que no? —pregunta Harry, apareciendo detrás de mi y mirando a Draco— Creo que te has ganado un puesto en nuestro equipo. Bastante merecido, por cierto.

¿Me hablas enserio, Potter? —pregunta incrédulo Draco—

Nunca he hablado más enserio. Has dado la cara y has demostrado cual era tu bando, así que es hora que las cosas mejoren entre nosotros. —responde Harry dirigiendo su mano hacía Draco— ¿Te apuntas a pertenecer a nosotros? 


Draco me mira primero y después, con una leve sonrisa, asiente y acepta la mano que Harry le ha ofrecido. Sonrió y entrelazo de nuevo mi mano con la de Draco. Ya jamás volveremos a ser el quinteto de oro. A partir de ahora seremos para siempre el sexteto de oro y nada me hace más feliz que saber que somos un sexteto porque ahora Draco forma parte de nosotros. Acarició sus nudillos mientras seguimos al resto a través del puente, parándonos en la mitad de este. Harry se aparta un poco de nuestro lado y se sube a una de las rocas que están al borde de una de las esquinas del puente, observando la varita de saúco que descansa entre sus manos. 


¿Por que no le obedecía la varita de Saúco? —pregunta Hermione clavando su vista en Harry—

Porque la varita jamás le perteneció a él. —responde Draco— Me perteneció a mi hasta que Harry me desarmó y comenzó a pertenecerle a él. 

Y, como Voldemort no sabía eso, pensó que la varita le pertenecía a Snape. —añade Harry— Pero ya sabemos que eso no es así. 

¿Qué haremos con la varita? —pregunta Ron, obteniendo la mirada de todos nosotros— Es la varita más poderosa, algo habrá que hacer.


Harry pasa su mirada por todos nosotros mientras juega con la varita. Tras mirarnos a todos, dirige su mirada de nuevo a la varita y, poniendo fuerza, la rompe en dos y lanza los trozos al lago.


Has hecho lo mejor, Harry. —dice Mar, acercándose a Harry y posando su mano sobre su hombro— Esa varita solo nos habría traído más problemas.

¿Y que pasara ahora? —pregunta Harry, bajando de la piedra y reuniéndose con nosotros— ¿Esto es el fin?

Querido, nosotros jamás tendremos un fin. —le digo a Harry con una sonrisa— Esto es solo un descanso. Aún nos queda mucho por delante, mucho por lo que vivir.


Harry sonríe y asiente con la cabeza. Draco me agarra de la mano y se queda junto a mi. Agarro de la mano a mi hermana, quien a la vez se encuentra agarrada de la de Ron. Hermione se agarra a la de Ron y Harry a la de Hermione, quedando todos juntos en una especie de cadena. Y juntos, como empezamos y acabamos esto, caminamos de vuelta hacia el castillo, siendo perfectamente conscientes de que este no es el fin. Al menos no por ahora. 





Complicated Love IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora