Capítulo siete: Gusu

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Sócrates los despidió esa misma tarde en el barco donde llegaron. Dentro de una de las mangas, justo al lado de una de las mitades del Sello del Tigre Estigio, se encontraba la piedra Alejandrita; esta emitía un brillo constante, consumiendo dos de las energías de Wei WuXian —aunque lo hacía en cantidades pequeñas, por lo que no se notaba tanto. Él, por su parte, podía sentir la misma protección que ser envuelto en Zidian.

—Tengan buen viaje —dijo Sócrates, con una sonrisa—. Y felicidades.

Wei WuXian carcajeó.

—¡Muchas gracias! Me gustaría invitarlo a la ceremonia, por cierto, pero no sé si pueda... —o quiera— ir.

—Bueno, me encantaría. Ya hace bastante que voy a una boda, así que lo haré. Solamente esperaré a que me envíen la fecha y las indicaciones.

—Bien. También lleve a Arion, si es que lo desea.

Sócrates suavizó su mirada.

—Trataré.

De regreso al imperio, se encontraban en territorio de Qinghe, a nada de llegar a la frontera con Qishan. Lan WangJi conducía a Bichen desde la noche anterior, así que Wei WuXian se preguntó si no estaba cansado. Llevaban tres días de viaje de regreso, y cada doce horas tenían sexo con fines no-reproductivos, donde, además del placer, Lan WangJi le pasaba energía espiritual. Wei WuXian podía decir con facilidad que quien tenía el trabajo más agotador era Lan WangJi.

Como sea, si él no decía nada, entonces tendría que arreglarlo por sí mismo. Ir a descansar, quizá pasear como la pareja recién comprometida que eran, y buscar algo de comer porque los bocadillos que Sócrates les dio ya se habían acabado.

Pero ya que Lan WangJi era igual o más terco que él, no funcionaría si lo sugería para que Lan WangJi descansara. Con eso en mente, sonrió y giró por completo en Bichen, quedando de frente al rostro de jade.

—Ey, Lan Zhan —habló en voz baja—. Estoy cansado, detengámonos aquí.

Lan WangJi puso una expresión preocupada.

—¿La energía está...?

—No, no. Solo tengo algo de sueño... también hambre... Y, ya sabes, dormir parado no es tan cómodo como hacerlo en una cama.

Asintió y dirigió a Bichen hacia la entrada de la ciudad donde el clan Nie residía. Una vez ahí, entraron a lo que parecía ser un mercadillo. Un montón de comerciantes establecidos a las orillas y en medio de la calle; cientos de personas comprando o regateando algún producto, y dos o tres presentaciones al final de la misma.

Wei WuXian sonrió. La última vez que había estado en Qinghe fue por una conferencia dentro de la Campaña para Derribar el Sol, justo después de su regreso. Jiang Cheng y el resto de la secta viajaron en sus espadas, pero él tuvo que contenerse y decidió ir con YanLi en un carruaje. Sin embargo, cuando pasó por ese mismo lugar, todo lucía destrozado y las personas se escondían con temor, a la par que cultivadores aliados vigilaban para no ser sorprendidos. Ahora, todo rebosaba de alegría. Los niños corrían en las calles con libertad, jugaban sin temor a ser reprendidos; las personas mayores paseaban, compraban, comían y charlaban con sonrisas en sus rostros.

Esa es exactamente la paz a la cual buscaban llegar.

—¡Lan Zhan, busquemos una posada y descansemos un poco!

—Mn.

Justo al lado del mercadillo se encontraba una. De aspecto agradable y parecía disponible. A Lan WangJi no le fue difícil conseguir una buena habitación justo en la parte más alejada. La casera les preguntó si querrían algo de almorzar, pero Wei WuXian declinó, pues pensaba comer algo cuando salieran a pasear. Entonces, ella se ofreció para cualquier cosa.

PAUSADA ♦ Tiempos aparte ♦ Mo Dao Zu ShiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora