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Yoongi ya estaba en su casa, tirado en su gran y cómoda cama, abrazando su amado peluche de conejito. Holly, su perrita, le hacía compañía para no dejarle solo y el se limitaba a acariciarla con lentitud, observando cuando esta movía sus orejitas por algún sonido que había en la planta de abajo. Yeji y SeulGi seguían haciendo la cena, pero YoonGi realmente no tenía hambre.

Aquel extraño evento que había sucedido al finalizar las clases lo tuvo pensando toda la tarde, pues realmente no sabía de aquella extraña amistad. De repente, millones de pensamientos que el catalogaba como "malos" y "feos" lo invadieron, haciéndolo sentir un egoísta.

"Te va a dejar por él"

"¿Qué no ves? Es mucho más bonito que tú"

"Si yo fuera él, también trataría de librarme de tí a como de lugar"

Tapó sus oídos con ambas manos, tratando inútilmente de alejar aquellos horribles pensamientos, pero como sospechó desde un inicio, no sirvió de nada. Comenzó a sollozar, su pecho temblaba debido a los hipidos constantes que dejaba escapar, su vista se nublaba y no podía respirar bien. Se estaba desesperando y era lo que menos quería.

Holly se acercó silenciosamente a él, soltando un ladrido y lamiendo las saladas lágrimas que salían de los ojos de YoonGi, dándole el poco apoyo que un perro podría dar. Él solo sonrió y la abrazo, llorando con su perrita en brazos.

¿Acaso él había sido hecho con un molde roto?

No tenía por qué sentirse así, era egoísta y hasta cierto punto, lo hacía sentir mal. Pensar de esa manera acerca de TaeHyung, quien era uno de sus mejores amigos, lo hacía sentir como la mierda. Se dió ánimos a si mismo, tratando de convencerse de que su amado Kookie no lo dejaría por él.

Aunque aún tenía un mal presentimiento.

Minutos más tarde, los temblores en su cuerpo habían bajado considerablemente, permitiéndole poder respirar con tranquilidad. Suspiró, observando a Holly.

—Gracias, Holly. No sé que haría sin tí. —

Y ella solo ladró, moviendo feliz su colita.