Lazos de Sangre

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Oh vamos, vamos! Se que lo deseas, solo mira tus pupilas dilatadas y ese sudor en tu frente y en tus manos, y ni que decir de tus pantalones, ese bulto debajo de tu bragueta que late y late hasta doler.

>>El Demonio observaba la escena desde un lugar donde podía estar cómodo mirando como ese hombre calvo de cejas bien formadas, facciones atractivas y de una estatura prominente, cuerpo atlético aún a pesar de su edad madura, unos cincuenta años aproximadamente y con un porte elegante y varonil observaba a través de la cortina traslúcida del baño a su sobrina que tomaba una ducha relajante debajo de la regadera mientras tarareaba una melodía que su celular reproducía.

El hombre se relamía los labios mientras sus ojos lujuriosos recorrían el cuerpo desnudo con intenso placer, e inconscientemente llevó su mano derecha hasta su virilidad para frotarse dejando escapar unos gemido casi inaudibles. Aunque luchaba contra sí mismo por lo que estaba haciendo, ya que la bella joven era hija primogénita de su hermano.<<

¡Hey!... Verdad que es hermosa? Uuuhhmm vamos, no te resistas, estoy seguro que ella sabe que la miras, mira como pasa sus dedos por esos pezoncitos rosados y vírgenes, y mira como muerde sus labios ahogando gemidos al pasar el jabón por sus partes íntimas. Entra, hazlo, te aseguro que ella lo desea.

>>Metí ideas en su cabeza para que no dudara en entrar a la ducha junto a ella, la joven seguía tocándose debido a las sensaciones de placer que enviaba a su cuerpo, por un momento cerró sus ojos y no advirtió cuando el hombre se desabrocho la camisa y entró sigiloso rodeando a la chica con sus brazos por detrás y sus manos se posaron en su abdomen dando suaves caricias, el agua resbaló por ambos cuerpos, aunque ella exclamó un pequeño grito al sentirse tocada y sólo entre abrió sus labios para decir... T... Ti... O... Tsss... El enseguida cayó sus labios girando el rostro de ella para atrapar sus labios en un beso profundo, ella quiso protestar pero su deseo le ganaba, aunque tenía miedo, mucho miedo, pero su deseo por lo desconocido le estaba ganando.

El sabía cómo llegar a ese punto de locura y excitación, que no dudó en ponerse de rodillas y abrirse paso con su lengua experta entre sus labios íntimos, eso arrancó en ella un jadeo alto y por instinto apretó sus piernas balbuceando... Tío aaagh p...por favor aaagh.

El no artículo palabra alguna, su lengua se desplazaba explorando ese templo sagrado y probando las mieles que emanaban sin pudor, dio mordiscos a su botoncito y succiono de un modo tan placentero que ella no pudo evitar correrse al agrado del hombre que no le importó ultrajar a su pequeña sobrina de apenas 15 años pero con un cuerpo como de una chica de 20...

Ella no pudo más y lo apartó con sutileza alzando su barbilla para que se levantara.<<

Llévame al éxtasis... Apenas murmuró con esos ojos dilatados y llorosos de excitación, sonrió de lado y se inclinó para morder esos senos tirando de sus pezones con sus dientes mientras se deshacía de su pantalón mojado y su hombría buscaba profanar de golpe su templo.

Sólo un grito de dolor escapó de su garganta al sentir como el entraba abriéndola como una flor al abrir sus pétalos, el hombre mamó esos pecho como un bebé hambriento y ella se aferró a su espalda clavando esas largas uñas en su piel y cuando se hubo acostumbrado al dolor empezó a moverse sola sobre su hombría liberando gemidos en un tono de placer tan delicioso que me embelezaba los oídos.

Apenas un hilillo de sangre que escurrió entre sus piernas se mezcló con el agua de la regadera que no cesaba en mojar esos cuerpos desnudo y llenos de Lujuria, como si con ellos estuvieran lavando ese pecado, donde no importó el lazo sanguíneo, solo importó satisfacer su deseo de pasión.<<

MI niña, mía mi niña aaaghh... Murmuraba sobre su cuello mientras sus labios lo tatuaban a besos, hizo que lo abrazara con sus piernas y la pegó a la pared embistiendo con fuerza y pasión, hasta que ambos culminaron en un desahogo de lavas ardientes que sus cuerpos temblorosos desprendían.

No hubo palabras, sólo miradas cómplices, seguros de que esa no sería la primera ni última vez, donde dieran rienda suelta a sus bajos instintos.

Solo un beso sello ese secreto, ese pecado que los marcaría por siempre...


Autor El Demonio de la Lujuria

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El Demonio de la LujuriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora