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(Luka)

En la mañana parpadeé un poco al abrir los ojos la luz del sol entraba directamente a mi rostro haciendo incómodo despertarse con semejante luz.

—Es hora de empezar el trabajo —hablo Marinette cerrando los últimos botones de su blusa.

—Buenos días —dije sarcástico.

—Menuda idiotez —rechinó sin dejar de verme, entendí que había cometido un error el día anterior, pero no podía remediarlo, uno jamás piensa en las consecuencias de sus palabras, y presentía que extrañaría sus "buenos dias" cada mañana.

Ese día fue muy agotador, los ancianos tenían muchos pendientes en su hotel que ni si quiera habíamos hecho una parte importante de aquello.

Después de cenar y en nuestra habitación, solo pensaba en recostarme en nuestra cama y descansar.

Me introduje al lavabo anhelando una ducha, y mientras me desvestía ella se metió en bata hasta la regadera.

—Marinette, yo iba a darme el baño primero —reclamé.

—Lo siento pero no es mi culpa que hayas demorado —se defendió detrás de una cortina de baño.

—A no, aprenderás a esperar tu turno.

Leventé la cortina enojado, ella quería gritar entonces le tape la boca.

—Adelante grita, y descubre que no somos esposos, y ¿que diras? ¿Que tu esposo te vio en el baño? Nadie te dará la razón —levanté mi mano y entonces noté que no traía brasier y cubría su pecho con sus brazos, entonces me ruborice y le di la espalda—, por mí no hay problema en bañarnos juntos.

—De acuerdo Luka, ¡es la guerra!—mencionó enojada, que digo enojada emputadisima, yo seguía de espaldas pensando en que me había exedido, de pronto sentí mis boxers deslizarse hasta mis rodillas, y cuando trate de subirlos, ella me dio un golpe tal en el trasero, que me dejó bien educado, jamás volvería a molestar a Marinette, no señor me dejó bien amaestrado.

Guarde silencio y esperé mi turno, ella salió inmediatamente de bañarse y empezó a vestirse, yo esperé en ese baño hasta que la oí acostarse, después salí a vestirme.

Me acomodé en la cama muy cerca de la orilla y traté de no usar mucha cobija, estaba realmente asustado, aunque no me explicaba bien el por que.

—Tu madre debió enseñarte a respetar a una dama —habló muy enojada.

—No conozco a mi madre —trague en seco—, Marinette por favor perdoname, sé que me exedi.

Ella no contestó solo me dio la espalda y apagó la lámpara que estaba en la mesita de noche de su lado.

«No entiendo la razón pero mi cuerpo actúa sin pensarlo cuando estas cerca» pense, muy avergonzado.

En la mañana ella ya no estaba, y me evitó por varios días incluso se bañaba en otra habitación lo que me hacía sentir culpable, pues no me dirigía la palabra de día, de noche no sentía nada, el cansancio hacía que duerma siempre profundamente.

Empezaba a acostumbrarme a nuestro alejamiento no faltaba mucho para cumplir una quincena y podíamos seguir nuestros caminos.

Destino: Paris                                         LUKANETTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora