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(Luka)

El estruendoso ruido del disparo me hizo entender que la situación era extrema, salimos de la estación en medio del tumulto, agilizando nuestros pies increiblemente rápido y afuera tomamos un taxi, pidiéndole al conductor nos saque de ese lugar y nos lleve muy lejos, bueno ella se lo pidió.

Por suerte parecía que no nos
seguían.

— Muy bien preciosa tienes toda mi atencion ¿quienes son? —pregunte recuperando el aliento.

— D'il vous plaît, à la gare routière —dijo al conductor y este le respondió con un "Oui" entonces regresó su atención hacía mi—, déjame en la estación de autobuses y luego vete, es mejor que no sepas nada de lo que sucede.

— ¿No estaras hablando en serio?, me dispararon ¡arriesgue mi vida!, no te parece que merezco saber lo que sucede, ¿que le diré a la prensa sí ellos te encuentran y te matan? ¿Que estaba ahí por casualidad?, lo siento señorita pero debes decirme que sucede.

— Vaya que convincente e inapropiado —resopló cruzando sus brazos sentada sobre el asiento de cuero de aquél apestoso y caluroso taxi, yo me quede en silencio esperando su explicación pero ella parecía estar pensando lo que me diría, quizá ordenando sus palabras no parecia buena hablando español pero solo guardaba silencio.

— ¿Entonces?

— Entonces ¿Qué? —soltó rechinando los dientes.

— Tu número de teléfono mamasita —dije irónico—, la historia del porque ¡esos matones te siguen!

— Ah eso —habló coqueta de perfil hacía mi—, quieren que les de mi número.

— Pues han de estar ciegos.

— ¿Porque lo dices? —giró su rostro enfadada viendome con ganas de lanzarme del vehículo.

— Es evidente, eres muy bajita y además luces anoréxica.

— Tú pareces un imbécil que casi muere por ayudar a una bajita anoréxica y lo imbécil no se quita.

Me quede tomando aire para responderle como debería pero guarde mis palabras, después de todo era un caballero sentado en la parte trasera de un auto con una anoréxica chaparra.

— Tienes suerte —dije después de algunos minutos.

— ¿Porque?

— Porque podrás decir que me conociste antes de que esos hombres te atrapen y te maten.

— ¡Que honor! —dijo rodando los ojos—, pero sí me atrapan el único muerto seras tú, yo les sirvo más viva.

Tragué en seco, sus amenazas no parecían falsas después de todo aquellos hombres estaban armados, debía pensar en la manera de salir de esa situación sin llamar mucho la atención.

Destino: Paris                                         LUKANETTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora