"Silencio Cauteloso"
Ahome se encontraba en silencio, sola en la habitación que hacía unos segundos Miroku había abandonado, trataba de imaginar la escena que había provocado aquella tristeza que vio en los ojos de Inuyasha cuando salio de la cabaña seguido por Sango; estaba devastada, pero quería imponerse aquella tortura... Y seguía preguntándose ¿cuando la había dejado de amar...? Por que él la había amado... ¿cierto? Y era entonces cuando se veía presa de la dudas; comenzaba a dudar de todo, de la relación que había entablado con Inuyasha y lo que siempre había pensado de la misma. Y temía que todo de cada detalle que ella había pensado especial entre ambos, no hubiera sido especial para él; y comenzaba a creer que todo había estado en su cabeza... Después de todo, siempre había sido ella quien había querido permanecer a lado de Inuyasha, él solo la aceptaba; además, él nunca le había hablado de sus sentimientos hacía ella, era ella quien le había confesado lo que sentía por él; era ella quien lo había besado en el enfrentamiento que habían tenido contra Kaguya() y era ella quien le amaba... siempre había sido ella.
Y así, cada lágrima amarga que corría por las pálidas mejillas de la joven sacerdotisa simbolizaba una a una, las decepciones del que era su primer amor, las cuales se fundían en su alma creando aquello que llamamos nostalgia; la nostalgia por aquellos días en que felizmente ignoraba que su amor por Inuyasha era ingenuo y que, contrario a sus esperazas, desde el principio había sabido imposible.
Por su parte, el monje Miroku se hallaba sentado a lado de la puerta principal de la cabaña, como si aguardara lo peor, lo cual también se podría interpretar como si aguardara la llegada de Sango e Inuyasha. Se sentía como un perfecto idiota, y sabía hasta cierto punto que eso era exactamente lo que era, pues el no haber podido contener el impulso de besar a Sango en aquel momento fatal, había representado el derrumbe de todo su plan a futuro; ahora entendía que los planes que había imaginado luego de la desaparición de la maldición del agujero negro eran imposibles de llevar acabo, lo había echado todo a perder.
Luego de mucho razonarlo, al monje no le había sido difícil llegar a la conclusión de que Sango e Inuyasha habían sentido atracción mutua desde hacía mucho tiempo; sin embargo, dicha atracción nunca había llegado a más debido a distintas situaciones que habían obstruido su acercamiento, pues al final de cuentas, Sango siempre había estado enamorada de él -Miroku-, e incluso había aceptado tener un hijo con él cuando se lo propuso, solo que con una condición, la de serle fiel, condición a la cual había faltado; e Inuyasha por su lado, siempre había estado demasiado ocupado tratando de elegir entre Kikyo y Ahome como para fijarse seriamente en Sango. Todo eso le quedaba bien claro al monje, lo que le costaba entender era cuando fue que aquellas circunstancias que los habían mantenido alejados se habían adelgazado al punto de terminar enamorándose, por que así era como lo entendía el monje, entendía que ellos se amaban, pero no entendía por qué. Después de todo, le parecía irreal que Sango se olvidara tan fácilmente de él y no podía aceptar que desechara el sentimiento que los había unido con tanta rapidez, ni tampoco podía creer que Inuyasha dejara de lado a la señorita Ahome sin más ni más, allí había algo más... ¿Pero qué?
Ahora se encontraba en medio de una difícil encrucijada. Una encrucijada planteada por el entendimiento de la situación en la que se encontraba, ella ya no le quería, no importaba cual fuera la razón. Tenía dos opciones, luchar por ella, o desistir, dándose por vencido. Miroku sabía que no podía contemplar siquiera la segunda opción, así que pensó que si a Sango le fue tan fácil olvidarlo a él, le sería mucho más fácil olvidar aquel sentimiento nuevo que apenas experimentaba por Inuyasha, lo cual le permitía seguir albergando algo de esperanza...
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Amor complicado Inuyasha X Sango
FanfictionEn primer lugar la historia no es mía. La e traducido para que puedan leerla Con todo el aprecio del mundo, todos los derechos al escritora Kuchiki Rukia-chan