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{Eren}

Carajo nuevamente iba tarde al trabajo, se que Isabel tiene consideraciones conmigo pero eso no me durará toda la vida.
Antes de abrir la puerta tome unos minutos para recuperar el aire, últimamente me estaba cansando muy rápido y eso no me gustaba nada

—tarde otra vez Eren —Petra movió la cabeza con desaprobación —si no fuera Isabel la encargada ya estaríamos fuera

Miré donde se encontraban los ficheros de empleados y el mío ya se encontraba marcado.

—yo no te pido que marques mi ficha

—es lo que hacen los amigos —dijo en un tono desinteresado— .

Enseguida me coloqué el mandil y comencé a limpiar el resto de las ventanas, era lo que más me gustaba de la cafetería ya que le daban una vista preciosa a los clientes.

—Eren, pensé que llegarías tarde otra vez —Isabel iba entrando con una amplia sonrisa en el rostro— ¿sigues mejor?

—si, sólo era un dolor de cabeza ya sabes nada grave —dejé mi labor por un momento para atenderla— ¿pasa algo para que estés aquí tan temprano?

Dejó de sonreír, ay no hoy no por favor.

—ya sabes quién viene de visita, le dije que no hacía falta pero ya sabes como es —se dejó caer en la silla más cercana— intenté de todo para detenerlo pero nunca me escucha —dejó caer su cabeza contra la mesa— ¿tan incompetente soy?

—señorita Isabel se encuentra bien —Petra al escuchar el golpe llegó corriendo— .

—Isabel tu no eres incompetente, tu quieres lograr un cambio en nuestra sociedad, de lo contrario la cafetería no se llamaría "alas de libertad" —Petra y yo la abrazamos— eres una grandiosa jefa y si tu hermano tiene un problema con eso pues que se jo...

No pude terminar la frase ya que Petra me jaló lo más rápido posible hacia el mostrador y eso sólo podía significar una cosa, él había llegado.

—Eren ¿no se supone que tu celo empieza hoy? —dijo en un susurro— .

Abrí mucho los ojos por la sorpresa, no había tenido ningún síntoma previo a la llegada de mi celo. Carajo tendré que ir al médico.

—Isabel apesta a omega—dijo mientras se ponía un cubre bocas— .

Tragué en seco, mi vista comenzaba a nublarse y me aferre al mostrador para no caer.

—tomalos —Petra deslizó un vaso con agua y un supresor— .

Los tomé enseguida sin dudar y al instante me sentí mejor.

Ser omega no era nada fácil y menos en esta sociedad donde solíamos ser sometidos por los alfas, yo no quería eso, por ello en cuanto me enteré de que habían abierto esta cafetería lo vi como una pequeña esperanza para cambiar todo, Isabel era una Alfa con el mismo punto de vista que el mío, quería una vida pacífica y de convivencia entre alfas, betas y omegas.

Y Levi era su hermano y en secreto me gustaba, era imposible no derretirse por él.

La mañana transcurrió de lo más normal en la cafetería a excepción de algunos mareos, que supongo son efectos del supresor y las miradas amenazantes que Levi me lanzaba, era muy obvio que le disgustada que yo trabajara aquí aún después de lo ocurrido.

Llegué agotado al departamento que comparto con Armin, abrí la puerta y enseguida el olor a lo que fuera que estuviera cocinando llegó a mi nariz provocando una sensación desagradable revolviendo el interior de mi estómago.

Dulce esperanzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora