El alfa más codiciado y arrogante de Paradis cometió un pequeño desliz al verse involucrado con Eren un omega universitario que cambiará la vida de ambos tras una inesperada sorpresa que desata un caos en Levi ¿pero qué puedes esperar de un alfa que...
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{Eren}
Llevaba un mes coqueteando con Levi, si su nombre era Levi y me encantaba como sonaba, todo en el era perfecto, empezó a frecuentar mas seguido la cafetería y yo no dudaba dos veces el acercarme hasta el para pedir sus ordenes, mas tarde siempre que terminaba mi turno aprovechaba para sentarme junto a él y sacarle algo de platica ademas de que él no se mostraba evasivo en comparación a cuando alguien mas lo intentaba.
—¿seguro qué no estas enfermo?, digo tu cubre bocas ya lleva un mes sobre tu rostro
—no, si está ahí es por otras cuestiones —llevó su cabello hacía atrás con sus manos y no pude evitar lanzar un sonoro suspiro, se veía tan jodidamente sexy, mordí mi labio inferior, este hombre me enloquece— tranquilo mocoso vas a atraer muchos alfas a causa de tus feromonas
—lo siento —carajo Eren no eches a perder tan maravilloso momento, valía la pena pasar tiempo junto a Levi después del trabajo aunque estuviera cansado, oír su voz amortiguada por aquel pedazo de tela era un tanto molesto, yo quería conocer su verdadera voz y deleitarme, perderme en ella, quería que recorriera cada fibra de mi ser y me hipnotizara pero no, ese pedazo aburrido de tela negra jodía todo.
—¿no deberías ir a tu casa?, tu turno acabó hace un rato
—me gusta estar contigo -sonreí- me pareces muy agradable Levi
—tu también me agradas —sus manos viajaron a las mías, su tacto me estremeció— pero tengo que irme —sus dedos acariciando mis nudillos aceleraron mi ritmo cardíaco— tengo unos asuntos pendientes de la compañía pero volveré mañana —separó sus manos de las mías y sentí frío— .
Un frío que no sentía hace mucho, el frío de la ausencia pero enseguida el calor volvió a mi cuerpo cuando con ayuda de su dedo índice bajó el cubre bocas y me sonrió, mi corazón jamás había latido con tanta intensidad, Levi no era de sonreír y acababa de hacerlo conmigo.
Sonreí como sólo alguien perdidamente enamorado puede hacerlo y me sentí feliz por ese breve instante, no aún mejor me sentí completo.
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