Deux

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El sol asomaba sus rayos dorados a través de la persiana, Marco abrió sus ojos lentamente recibiendo el vago resplandor; se sentó en la cama y suspiró con pesadez, aún recordaba su experiencia de la noche anterior

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El sol asomaba sus rayos dorados a través de la persiana, Marco abrió sus ojos lentamente recibiendo el vago resplandor; se sentó en la cama y suspiró con pesadez, aún recordaba su experiencia de la noche anterior.

Se preguntaba constantemente quién era aquel misterioso muchacho que apareció frente a él, creía que era un espíritu que vivía en esa casa, o quizá algún alma en pena que le gustaba fastidiar a las personas. Con todos aquellos pensamientos rondando en su cabeza se dirigió a la concina; era sábado, así que no tenía demasiada prisa.

Tenía pensado hacer aquellas tostadas justo como su madre le había enseñado, a él le gustaban con mucha azúcar, cuanto más dulce mejor. Se las preparó sin evitar hacer de la concina un total desastre; un poco de huevo regado en la encimera, algo de harina en la cara, una música tenue de fondo; para él era la mañana perfecta.

Se movía al compás de las notas musicales de Day-O; parte del soundtrack de su película favorita; Beetlejuice. Porque precisamente ese tipo de filmes le caracterizaban, aquel toque fantástico y peculiar que era propio de él, sin contar su magnífica habilidad para ver siempre más allá de las cosas.

Sacó sus tostadas de la sartén, la melodia había finalizado regalandole un silencio bastante incómodo; era como si alguien la hubiese apagado. Sin prestarle mucha atención tomó su plato y se dirigió a la sala, apenas llegar se topó con lo que menos esperó; y es que aquel chico Jean estaba acostado en su sillón, mantenía una posición fetal abrazando sus piernas contra su pecho.

Marco dejó su desayuno a un lado para acercarse a aquel caballero, lentamente se puso de cuclillas para quedar frente a él.

— Jean...—llamó el pecoso.

Marcus—murmuró el castaño entre sollozos, mientas aún se mantenía encorvado en su sitio—. No entiendo que pasa...

— No entiendo a que te refieres—dijo suavemente el azabache—, ¿puedes explicarme lo que pasó?

Kirschtein se incorporó para quedar sentado sobre el sofá, sus mejillas tenían los surcos por donde habían pasado las lágrimas que ahora estaban secas en el mismo lugar.

Yo intenté despertarte con un delicioso desayuno, pero no pude hacerlo..., de verdad no sé que me sucede—se llevó las manos a la cabeza revolviendo sus cabellos con desespero—. Ni siquiera puedo dormir, no siento frío ni calor.

El joven Bodt sintió una fuerte presión en su pecho, era deprimente ver aquel muchacho romperse frente a él, se levantó del suelo y soltó un largo suspiro antes de empezar a hablar.

—Tú estás muerto Jean...—habló bajito sintiendo la boca seca al instante.

El de fanales mieles negaba con la cabeza, no creía las palabras de aquel pecoso, simplemente se rehusaba a aceptar el hecho de que ya no pertenecía a este mundo.

Ojos De Perro {Jean×Marco} #kurisumasuawardsbl19Donde viven las historias. Descúbrelo ahora