Jean siempre fue un chico solitario, un cuaderno con vagos garabatos e intentos de poesías era lo único que le acompañaba cada tarde. Sus ojos mieles se clavaban en el horizonte, mirando la huida del sol tras aquella infinita linea imaginaria sobre el mar.
Todo fue así hasta que conoció a Marcus; aquel muchacho era el prospecto del hombre perfecto, con palabras lindas y gran actitud; con un rostro alegre y un estilo bohemio, era imposible no enamorarse de él.
Ese hombre de cabellos azabaches se convirtió en la fuente de toda inspiración para Kirschtein, porque aquel caballero fue la luz que iluminó sus días oscuros; era la estrella solitaria que alumbraba el infinito firmamento.
Porque el castaño estaba totalmente perdido; porque sentía que sus piernas temblaban y su corazón corría trepidante en su pecho cada vez que que estaba cerca de su amor más querido, eso Marcus lo sabía muy bien, así que no dudó en sacar provecho de la situación.
Todas las mañana Jean le despertaba con el desayuno y un hermoso verso anotado en una vieja agenda.
“Tus ojos son tan oscuros como el café que bebo cada mañana; tu piel de merengue me hace querer comerte a bocados cada vez que te veo”
Él era un genio de la tinta, pero un poeta de closet, no se atrevía a sacar a la luz sus hermosas rimas por miedo; miedo a ser repudiado, a ser simplemente rechazado.
— Jean..., esos versos pueden llegar a ganar millones—dijo Marcus una mañana mientras se encontraba tomando una taza de café junto a su querido escritor.
— ¿Tú crees?—preguntó el castaño con total ilusión.
—Absolutamente.
Y con aquella esperanza, el de orbes succinos se dispuso a llenar doscientas páginas de hermosas letras, sólo le bastaba con mirar aquel rostro para que su inspiración fluyera a borbotones.
Llegaban momentos en que su musa debía irse, según decía tenía negocios que atender, le despedía con un beso en la frente y así sin más le abandonaba por mucho tiempo. Otra vez sentía sus días vacíos, noches frías, versos aburridos y rimas tontas.
Pero en cuanto él volvía, le recibía con una caricia en la mejilla y decía... —. Sabía que volverías, te esperé por mucho tiempo.
A lo que Marcus respondía con un beso en la frente; nada más que eso a Jean hacia sumamente feliz. Ya que aquel pelinegro era su mejor verso, su canción favorita, el color más hemroso aún si fuera el más común.
Porque él tenía los ojos más bonitos que había visto, no eran azules, ni verdes; mucho menos grandes, y por eso le gustaban, porque simplemente eran suyos. Lo adoraba como a su musa.
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Ojos De Perro {Jean×Marco} #kurisumasuawardsbl19
FanfictionPorque a Marco le decían que estaba loco por creer poder ver extrañas apariciones, aquellas supuestas alucinaciones le condujeron a una serie de acontecimientos. ¿Se puede morir de amor? ¿Matar por amor? 🏆Ganadora en los Kurisumasu Awards BL 19...