Le dijo que no pertenecía ahí, cuando en realidad él era fiel creedor de que no pertenecía a ningún lado.
Por eso estudiaba matemáticas. Porque era la opción segura. Nada de riesgos; Currículo, rostro impenetrable, entrevista, traje y corbata. Contador. Nadie hace preguntas extrañas cuando buscas convertirte en contador.
Si, la mentalidad que adoptaba era aburrida, al igual que el propio trabajo de oficina, pero ¿Qué trabajo no lo era?
—¿Matemáticas, Katsuki? Pensé que no te gustaban —cuestionó su madre, Mitsuki, hace ya años. Muchos años—. Siempre pensé que sería algo como literatura... te la pasas leyendo.
—Ma', tengo un promedio perfecto, no se me dificulta nada y literatura es un rubro... complicado, además la gente del círculo es extraña —contestó—. En el club de teatro hay un chico que habla como si estuviera en una novela de Shakespeare. Es rarísimo.
—Ya, pero ¿te gustan las matemáticas?
Asintió y ahora volvía a asentir. Gustar era una palabra subjetiva. A pesar de haber leído tanto acerca de lo que se refería la palabra gusto, Bakugou continuaba siendo una mierda para eso. Para aceptar que algo le gustaba, para expresar las cosas que no le gustaban.
La única vez que lo hizo; fue destrozado. Prefería mantenerse al margen de esas cosas subjetivas.
Soportaba las matemáticas. Era bueno para memorizar fórmulas y disfrutaba resolver ejercicios mientras escuchaba audiolibros. Estaría bien. Sobreviviría como llevaba haciendo.
Bakugou se levantó del banco y volvió a apreciar la calle a sus espaldas. Cada maldito centímetro destallaba valer millones, de seguro que por sentarte en los restoranes te debían cobrar; las mujeres vestían como modelos (se veían como modelos) (Altas, flaquísimas, con perros diminutos) y los hombres parecían tener esa clase de vida a lo Christian Grey o algo por el estilo.
No encajaba. Ese chico de cabello rubio revuelto, cara de pocos amigos y ropa de segunda mano. No, debía irse, aunque ni siquiera se encontraba seguro si la línea de metro llegaba hasta ahí. Esa gente aparentaba ir a todos lados en sus malditos carros de lujo.
Pero si Todoroki, que hasta el momento no le dijo que tenía auto, iba a la universidad en metro... debía de existir alguna línea por el sitio.
Ocultar la información no era lo mismo que mentir... nunca le preguntó cara a cara si era que vivía en un apartamento más caro que el edificio completo de la residencia masculina. Aun así...
—Que se vaya a la mierda.
Al final, buscó en Google maps la escondida estación de metro. Y se giró un segundo a ver atrás... no sabía que era lo que esperaba. ¿A Todoroki? Porque iba a salir de ese lindo mundo a buscarlo. Eso era tonto y solo ocurría en los Fanfiction que leía.
Katsuki era consciente de que era desechable. Era ese personaje secundario, que quería ser contador para pasar los viernes recostado en la cama, con la televisión encendida sin preocuparse (como ahora) de que debía llegar con dinero a final de mes. Quizas se casaría, y le cumpliría el gusto a Mitsuki de tener un hijo, se jubilaría con una pensión miserable y pasaría el resto de su vida jugando pachinko (1) o leyendo.
Era el esquema de una vida normal, para alguien ordinario. Un NPC (2) de primera categoría.
No obstante, ¿por qué a pesar de esto, de que eso no era nada más que una fantasía, Todoroki lo esperaba a las entradas del metro? Shoto cambiando su peso de un pie a otro, buscándolo con un par de curiosos ojos de doble color. (¿¡Desde cuándo los poseía así!?)
ESTÁS LEYENDO
¡Esto NO es Un Fanfiction! (TodoBaku)
FanfictionTodoBaku/Bakutodo «-Hola -saludó Todoroki, con aquel tono neutral de siempre- ¿Me recuerdas? Soy el chico que mandaste al diablo hace unas horas." Todoroki quería ser normal, pero de alguna forma acabó acostumbrándose a que le sucedieran de las cosa...