Capítulo 11: Lo que se evitó contar.

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Recordaba muy bien la sensación de saborear el éxito, de tenerlo todo al alcance de la mano y perderlo en un pestañeo.

Desde pequeña que la actuación era lo que más le apasionaba. Le gustaba, en aquel entonces, escabullirse de los castigos ejerciendo una interpretación de inocente que lucía ser tan verosímil, que siempre quedaba absenta de los cargos.

Al resto de los niños, Himiko no les agradaba porque era demasiado buena con las venganzas. Cuando se molestaba, se limitaba a fingir que uno de ellos le pegó y acababa siendo declarada víctima.

Himiko tenía experiencia con la actuación. Con pretender ser una persona distinta según la situación. Luego se percató que aquella gran habilidad con las mentiras y el juego de disfrazarse podía convertirse en un trabajo de verdad; ser actriz se volvió su sueño tan pronto la profesora del club de teatro le mencionó la palabra por primera vez.

Aun así, aquella excelencia que adquirió con los años, no le sirvió para superar el obstáculo que le puso la vida en el momento en que esta le preguntó si estaba lista.

Fue destacada nacional y una beca le alumbró el camino, se decidió; iría a los Estados Unidos, para probar suerte y embriagarse de la calidad de los actores y actrices de nivel hollywoodiense.

Aquella beca, sin embargo, limitaba la educación mas no a la vivienda y alimentación. Además, como la equivalencia del yen era bajísima, a Himiko no le quedó otra opción más que ponerse a trabajar a medio tiempo y vivir en un piso donde la humedad de las paredes contaminaban de manera alarmante.

No obstante lo que lamentaba era otra cosa.

El idioma.

Nunca fue buena en inglés, pero aun así se aventuró en aquel nuevo mundo con el optimismo de una chica de dieciocho dispuesta.

El día en que todo cambió fue cuando conoció a su vecino, se presentó tan amable que Himiko no pudo imaginarse que era el comienzo de una cadena de malos sucesos.

Kurogiri, era la única persona que hablaba japones y, bajo el pretexto de enseñarle el idioma, decidió aceptar la vida de ensueño que comenzó a crear alrededor de las sedientas fantasías de Himiko.

—No entiendo... ¿Por qué incluso con este estudio no mejoro en nada mi inglés?

—Nena, solo sigue practicando.

Himiko, cabezota como la forjó el mundo, continuó perseverante, pero aprendió que tampoco era tan fuerte. Kurogiri, lo sabía bien, y entre esas crisis desesperadas, donde el puesto de Himiko de camarera se puso en tela de juicio y tras una cadena de malentendidos con los pedidos de los clientes, Kurogiri vio la oportunidad servida.

—Sabes, yo tengo un negocio, donde podrás aprender mucho...

Himiko asintió, con un mal presentimiento y el miedo de andar en las calles solitarias de San Francisco. El olor moribundo de la basura acumulada y las personas sin hogar que día a día se debatían entre la delgada línea de la vida y la muerte.

En medio de un desolado callejón, Himiko se aferró más a la chaqueta que su madre le regaló antes del viaje y entró al local que era alumbrado con una luz parpadeante.

Dabi, tenemos una nueva belleza.

『 °*• ❈ •*°』

A Himiko, el asunto de hablar acerca de ese pasado que sepultó entre tantas lágrimas, drogas y alcohol, le costaba demasiado.

Se quedó un largo rato en silencio, viendo a la ventana y como la lluvia golpeaba contra esta.

Aprovechó de sacar el teléfono y revisar un par de mensajes mientras esperaba que Himiko se animara a continuar.

¡Esto NO es Un Fanfiction! (TodoBaku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora